Violencias complejas: un acercamiento a cinco casos de maltrato hacia varones. Joel G. Ramírez Rodríguez

Violencias complejas: un acercamiento a cinco casos de maltrato hacia varones - Joel G. Ramírez Rodríguez


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      Gráfica 1. Dirección del hogar en la Ciudad de México.

      Fuente: elaboración propia con base en Martínez (2014).

      Por otro lado, se ha incrementado el modelo de familia monoparental en un 18%, el cual es aquel que se conforma por sólo uno de los cónyuges y los hijos(as); en algunos casos también pueden ser parte de él otros miembros como abuelos(as), tíos(as) y otros integrantes sin relación consanguínea, mientras que el modelo biparental permanece en un 64.5%.

      Gráfica 2. Tipo de hogares.

      Fuente: elaboración propia con base en Martínez (2014).

      Según estos datos, la Ciudad de México concentra el 24% del total de las familias lideradas por uno sólo de los cónyuges, seguido de Morelos con un 20.9%, Guerrero con el 19.7%, Nuevo León con 15.2% y Quintana Roo con 15.4%. Tello (2007) ha señalado también que “el divorcio y la liberación femenina trajeron como consecuencia, entre otras cosas, la aceptación social de las familias monoparentales” (p. 16).

      Gráfica 3. Entidades con mayor número de familias monoparentales.

      Fuente: elaboración propia con base en Martínez (2014).

      Por último, se acota que las familias monoparentales se caracterizan por ser encabezadas por mujeres en su mayoría (84% de los casos), razón por la que la complejidad gira en torno a ser las responsables del cuidado-atención de los hijos y laborar para la manutención económica. Paralelamente, ha surgido también el modelo de la familia conformada por personas del mismo sexo. “Organizaciones en pro de la diversidad sexual estiman que en el país el 0.9% de las familias (250 000) están conformadas por homosexuales” (Martínez, 2014, p. 21).

      Si bien la representación social que se tiene en México de la familia sigue siendo determinante, hay una parcela de la sociedad que se inclina por una convicción alterna y diversa; las prioridades en los jóvenes se despegan (acorde al contexto) de los ideales de formar una familia y casarse, por mencionar también el desinterés en criar hijos a temprana edad y como prerrequisito para formalizar la unión. Esto, a su vez, conforma un entramado social que define a nuevos sujetos de estudio y, por ende, contextos teóricos para explicitar problemáticas que en esta esfera se manifiestan.

      Muestra explícita de lo anterior lo reflejan las siguientes cifras reportadas por el INEGI (2010), de acuerdo con las siguientes categorías:

      1. Estado conyugal. Muestra la diferencia porcentual de hombres y mujeres respecto a unión o separación, contrastando los años 2000 y 2010. En el año 2000 se registró un 54.1% de hombres “casados/unidos”, cifra que disminuye en el año 2010 con un 53%. En cuanto a “separación/divorcio” se tiene similitud en la proporción: en el 2000 existían el 3.2% y en 2010 incrementan al 5.1%.

      Lo correspondiente a mujeres, en el 2000, 48.5% estaba “casada/unida” a diferencia de un 47% en 2010. En cuanto a “separación/divorcio” aumenta de un 7.5% a un 9.4%, respectivamente. Se aprecia, entonces, el reflejo estadístico que exhibe las transformaciones en torno a la vida en pareja, interpretaciones que arrojan una disminución de uniones en ambos sexos y un incremento del porcentaje en las separaciones.

      2. Tasa bruta de nupcialidad. Se contrastan el año 1970 con 7.0; año 2000 con 7.0 y el 2012 con 5.0. De tal forma, mientras que la nupcialidad indica los matrimonios registrados en un determinado tiempo en los habitantes de un territorio, se aprecia una notable disminución de los mismos.

      3. Divorcios. Incremento reflejado en indicadores: 1980: 4.4; 1999: 6.6; 2003: 11.0; 2012: 17.0.

      Al respecto, Martínez (2014) señala que datos oficiales reflejan que de 2000 a 2008 se multiplicaron los divorcios 1.8 veces en el país, en tanto que los matrimonios disminuyeron 0.8 veces.

      En esta posición estadística, organizacional, familiar y de parejas, es palpable el cambio en la realidad social de algunas entidades de México y el reflejo de un momento marcado por la adquisición de nuevas estructuras familiares. Hoy día la sociedad ha optado por elegir un modelo distinto al nuclear conyugal, donde la Iglesia y el Estado, principalmente, regían sus principios y conductas; tanto hombres como mujeres han quitado importancia –mas no eliminado– al matrimonio, mientras que las uniones existentes han optado por la separación y el uso de nuevos acuerdos de convivencia y reproducción.

      Un cambio representativo como éste no debe universalizarle; sin embargo, denota aspectos genéricos de percepciones y acciones que rigen actualmente las coordenadas y fórmulas en las relaciones de pareja.

      Coordenadas y fórmulas

      La pareja moderna no tiene nada que ver con el matrimonio tradicional, sino que, por el contrario, está motivada por la sexualidad y la afectividad, factores que el matrimonio no tenía en cuenta o eran secundarios.

      Fernández, 2014.

      En un marco comparativo sobre la relación de pareja premoderna y moderna, Fernández (2014) apunta significativas descripciones de ésta en torno a sus procesos y ajustes inmersos en la sociedad, afirmando que la pareja moderna es el producto de un proceso de individuación en los seres humanos, propiciando uno de los ejes evolutivos más importantes de su historia. Dicha individuación es contraria a las relaciones de pareja premodernas, las cuales se definían únicamente por medio del matrimonio (civil y eclesiástico).

      En esta vicisitud, refiere el autor que se incorporaron elementos que el matrimonio tradicional no tomaba en cuenta o eran secundarios, tales como la sexualidad y el afecto, mismos que se antepusieron a los elementos irrevocables que las familias de los miembros de la pareja imponían anteriormente con el fin de establecer alianzas entre ellas y condicionar la unión, generalmente motivadas por intereses económicos y de estatus social o político. Tomando estas consideraciones y apreciando una transformación en los elementos de la pareja y su constitución, define a la relación de pareja como “la unión convivencial entre dos individuos por motivos de atracción sexual y vinculación afectiva decidida de forma libre y voluntaria”.

      Rescatando elementos de su concepto, se destacan para su apreciación:

       Unión

       Convivencia

       Dos individuos

       Atracción sexual

       Afecto

       Libertad

       Voluntad

      El análisis de Fernández en esta dimensión de su artículo, intenta mostrar una sociedad donde las relaciones de pareja han dejado de ser, en gran parte, un asunto decisivo de las familias entre sí, o un trato de intereses y condicionantes para la convivencia, para ser entonces una decisión libre y voluntaria entre dos personas para unir sus vidas, razón por la cual la concepción de pareja que se vislumbra en la actualidad ha incorporado otros aspectos motivacionales.

      Otro autor importante del tema tratado es Melero (2008), quien en un marco explícito de las dinámicas y calidad de las relaciones de pareja, apunta que éstas están determinadas tanto por las características individuales de quienes las conforman, como por el contexto sociocultural en el que se desenvuelven. Concibe así un contexto sociocultural enfatizado en la prevalencia de la individualidad por parte de cada miembro, misma que prioriza los logros personales más que los logros de la relación en su conjunto, tales como la solvencia económica, el éxito laboral, una sobrevaloración personal y la anteposición de deseos propios.

      Por otro lado, el autor muestra un escenario diverso de relaciones de pareja en la actualidad, mismo que es resultado de una mayor complejidad sociocultural, razón por la cual estima que ofrecer


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