Violencias complejas: un acercamiento a cinco casos de maltrato hacia varones. Joel G. Ramírez Rodríguez
que impuso pautas de conducta y obligaciones a los miembros de su sociedad, basadas principalmente en el sexo, la edad y la pertenencia a un estatus social, que a su vez eran determinadas por el sistema de justicia que las regía a través de códigos civiles y manuales de buenas costumbres.
Partiendo de la legitimación religiosa, a partir de la adopción de la religión cristiano-católica y bajo las normativas de redención-consagración, en colindancia con las normas jurídicas que en un momento dado se definían como vigentes, se entablaron preceptos organizativos que definieron la asignación de derechos y obligaciones y, con ello, surgió un esquema aprobado de familia conocido como Modelo arquetípico de la familia nuclear conyugal, el cual prevaleció como unidad organizativa de la sociedad por periodos prolongados y fue generando, con el paso del tiempo, rupturas y desniveles entre las relaciones de los sujetos, mismos que eran acreedores de sanciones o reconocimientos, según su cumplimiento.
Nateras (2015) contextualiza a la familia mexicana tradicional en un marco de hegemonía dominante, al referir que ésta puede generar atributos de antidemocracia y autoritarismo hacia sus miembros, con lo que es prematura la aparición de diversos procesos de violencias. Por su parte, acota Tuiran (1993) que este modelo posee características que le dan particularidad en torno a jerarquías y grados de unidad en la familia.
Esquema 1. Modelo arquetípico de la familia nuclear conyugal y sus principales características
Fuente: elaboración propia con base en Tuiran (1993).
Siguiendo al autor, “el modelo descrito se presenta usualmente como la norma de lo que es o debe ser la familia, el patrón contra el cual se juega el comportamiento desviado” (Tuiran, 1993, p. 71).
Sobre estas consideraciones, a la par que se describe la figura de este modelo nuclear conyugal se advierte también su reconfiguración y transición con el paso del tiempo y las generaciones, por lo que hoy día los académicos pueden advertir su conmutación, permanencia, o bien destacar ciertos elementos combinados, por ejemplo, algunos marcan la existencia de la gran brecha que existe actualmente entre la idealización de este modelo y las prácticas que se desarrollan en diversos contextos, disipando hábitos que permanecieron constantes en cierta época y que hoy día han mutado, ya sea sutil o drásticamente.
Por lo tanto se dice que el arquetipo de la familia nuclear conyugal fungió como dirigente de la sociedad mexicana en un lapso de tiempo prolongado; sin embargo, los ajustes inherentes que el ser humano crea a partir de sus necesidades y medios para satisfacerlas, dieron lugar a modalidades emergentes de uniones y desuniones.
En la actualidad, existen estudios que reflejan que una proporción importante de las familias en México no se ajusta a este modelo, lo cual dilucida que en la dinámica colectiva “no puede hablarse de un modelo ‘tipico’, sino de un panorama pluriforme” (Tuiran, 1993, p. 72).
Modelos optativos
Diversas transformaciones de índole socioeconómica, cultural y demográfica han contribuido a multiplicar los arreglos familiares y a consolidar formas nuevas y viejas de organización familiar.
Tuiran (citado en Aguilar e Inzúa, 2009).
Una de las diversificaciones más notables en la actualidad se refiere a las crecientes labores que promueven la equitativa división de tareas entre hombres y mujeres, las cuales han permitido que ambos sexos se desempeñen en actividades económicas y se promueva “una mayor aceptación del trabajo femenino” (Tuiran, 1994, p. 68). La situación laboral de las mujeres ha emprendido una reconstrucción de legislaciones, al respecto Fernández (2007) acota que:
En las últimas décadas, la figura masculina ha dejado de fungir como la proveedora por excelencia. La paridad en la contribución económica e incluso el hecho de que en ocasiones sean las mujeres quienes aportan más, trastoca el modo en que, tradicionalmente, se había diseñado el poder al interior de la vida en pareja y familiar. (p. 12).
Asimismo, en la década de 1990 ya se contemplaban ciertos procesos de cambio relativos a la organización de la familia. Estrada (1990) refiere que “podemos ver cómo, en cierta medida, la exigencia social y cultural cada vez presiona más para que el intercambio de roles masculinos y femeninos sea mayor y se lleve a cabo en terrenos más amplios” (p. 38).
La transición a los modelos optativos significa que “la familia nuclear arquetípica, formada por el padre, la madre y los hijos –como modelo de familia occidental dominante de los tiempos modernos–, ha evolucionado constantemente conforme a las condiciones socio-culturales” (Tello, 2007, p. 16).
De la misma forma, “las familias tradicionales, con el hombre como jefe de familia, fueron el prototipo en la época de dominio patriarcal. Sin embargo, en los últimos años este tipo de familias ha disminuido seis puntos porcentuales” (Tello, 2007, p. 16).
Concretamente, los estudios especializados en el papel de las mujeres son conocidos como estudios con perspectiva de género, los cuales describen la transformación de tareas que desempeñan hoy día. Sobre todo en las grandes metrópolis se habla de una autosuficiencia manifiesta que se traduce en el desempeño de diversas actividades paralelas, mismas que sobresalen tanto en el hogar como en la esfera escolar, laboral y presencia pública. La responsiva familiar dirigida por mujeres es un hecho innegable en las sociedades de la Ciudad de México y en otros estados, razón por la cual las legislaciones políticas se han visto obligadas a responder hacia esta vorágine de implicaciones con algunas de las más conocidas reformas:
1 Apoyo alimentario a madres jefas de familia, hoy llamada Ley que establece el derecho a recibir un apoyo alimentario a las madres solas de escasos recursos residentes en el Distrito Federal (Gaceta Oficial del Distrito Federal, 2008).
2 Programa seguro de vida para jefas de familia (Diario Oficial, 2007).
Estas legislaciones se especializan en el papel familio-social que desempeñan las mujeres, en su mayoría por ser separadas/divorciadas, viudas, o estar en estado de abandono, así como aquellas mujeres cuyo cónyuge no tiene empleo, es discapacitado o con enfermedad incurable, es adulto mayor, o bien está periódicamente fuera del hogar.
En torno a las labores de crianza, adecuación y fortalecimiento de los lazos afectivos se dice que “es cada vez más frecuente encontrar familias monoparentales en las que se acepta al padre como capaz de responsabilizarse de la crianza de los hijos” (Tello, 2007, p. 16). Por tal motivo, “ahora hablamos de familia nuclear, extensa, recompuesta, monoparental, heterosexual, homosexual, e incluso de la formada por una sola persona” (p. 16).
Otro material de consulta ineludible en estas aproximaciones es la Revista de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (hoy Ciudad de México), núm. 23, donde en un artículo titulado “¿Desaparece la clásica familia mexicana?”, se establecen diversos aspectos sobre la situación relacional y composición familiar.
Refiere Martínez (2014) que en el país han surgido cambios conforme a las nuevas dinámicas y los roles que han adquirido los individuos de la sociedad debido al crecimiento de los divorcios, al aumento de la esperanza de vida, la disminución de la tasa de natalidad, la incorporación de las mujeres al mercado laboral, la legalización de los matrimonios entre personas del mismo sexo y los avances científicos que a su vez dan lugar a nuevas formas de reproducción humana, así como el desarrollo de técnicas de fertilización.
Sobre este contexto, alude a los dos tipos de vínculos que definen la relación de los individuos en las familias y sociedades modernas:
Esquema II. Vínculos.
Fuente: elaboración propia con base en Martínez (2014).
El autor del artículo acude a datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI, 2010) para revelar que los hogares familiares son, en un 77.7%, dirigidos