Avances en psicología del deporte. Alejo García-Naveira Vaamonde
pues el efecto puede ser contraproducente, alterando su activación y respuestas fisiológicas (frecuencia cardíaca, respiración…) por encima de lo necesario para el ejercicio realizado.
■ Entrenar individualmente permite indagar más en las asociaciones personales que cada uno hace con la música, de forma que la selección puede ser más personalizada.
A continuación, se ofrece un ejemplo de registro* de la música personalmente seleccionada:
1. ¿Qué tipo de música prefiere escuchar? Si son diferentes estilos, detállelos. ¿Hay alguna canción en concreto que le guste más?
2. ¿Qué siente cuando escucha esta música?
3. ¿En qué momentos del día le gusta escuchar música?
4. De 0 a 10, ¿cuánta influencia considera que tiene en usted la música que escucha habitualmente?
5. Si tuviera que elegir varias canciones con las que sentirse animado, ¿cuáles escogería?
6. Si tuviera que seleccionar varias canciones con las que sentirse eufórico, ¿cuáles seleccionaría?
7. Si tuviera que elegir varias canciones con las que sentirse relajado, ¿cuáles elegiría?
Por otro lado, hay actividades deportivas en las que la música tiene un rol central, como en aeróbic, step, spinning y otros ejercicios similares que se desarrollan en centros deportivos. En estos casos, puede resultar especialmente útil realizar un análisis de los gustos musicales de la clase en general, dado que suelen ser sesiones colectivas, con el fin de poder aumentar la motivación de todos los integrantes.
En ocasiones, puede resultar complejo determinar los gustos de cada persona, bien porque se trata de un grupo cambiante o numeroso, bien por la existencia de barreras idiomáticas. Cuando esto sucede, lo más recomendable es centrar la atención en los aspectos rítmicos de la música seleccionada; así pues, se elegirán ritmos rápidos si el objetivo es que la tarea se realice con rapidez y ritmos más lentos si buscamos relajación.
Arousal: conseguir un estado de activación óptimo
Música pre-y posentrenamiento
Como ya se ha señalado con anterioridad, la música ha mostrado ser eficaz para preparar fisiológicamente el cuerpo antes de comenzar el ejercicio, o mantener o aumentar la intensidad del mismo. Por ello, exponer a los deportistas a música antes de entrenar puede ser beneficioso para su rendimiento posterior, así como escucharla durante el entrenamiento.
Seleccionar una música adecuada, en base a los gustos personales o rítmicamente acorde con los objetivos que se quieren lograr, y hacer que los participantes la escuchen antes de la actividad deportiva generará que el cuerpo se active para el ejercicio, aumentando la frecuencia cardíaca y variando algunas concentraciones hormonales en sangre.
Antes de una competición, cuando el estado de ansiedad es alto, lo cual constituye un handicap, también puede emplearse música más lenta que rebaje el estado de activación del organismo. En algunas actividades una activación alta puede ser positivo, pero en otras, por ejemplo en las que el movimiento requiere más precisión, no es recomendable sobrepasar determinada activación.
En caso de que el grupo de personas que realiza la actividad deportiva sea estable, o de constituir varias sesiones de entrenamiento, se puede utilizar siempre una misma música – que reúna las características necesarias para servir de estimulante y activador promoviendo un estado de activación óptimo – con el preentrenamiento, estableciendo así una asociación. En consecuencia, obtenemos un doble efecto: por el carácter de la música en sí y por la posibilidad de anticipar el entrenamiento al realizar una asociación clásica.
Esto mismo puede aplicarse momentos antes de concluir el entrenamiento para conseguir una recuperación más rápida. En este caso, es recomendable elegir una música lenta y relajante que disminuya las variables fisiológicas involucradas en el ejercicio y predisponga emocionalmente a un estado de relajación. De la misma manera, se puede condicionar la respuesta de relajación y recuperación con una música concreta o un tipo de música expuesta al final del entrenamiento.
Música durante el entrenamiento
La selección de la música depende siempre del tipo de actividad deportiva y las necesidades de cada momento. En actividades como yoga o pilates, por ejemplo, es preferible emplear una música más lenta; mientras que con ejercicios aeróbicos es mejor usar músicas más vigorosas. La música relajante también hacer disminuir la fuerza, por lo que es preferible no usarla antes o durante ejercicios de levantamiento de pesas o similares.
Por otro lado, los entrenamientos caracterizados por cambios de ritmo pueden apoyarse en la música utilizándola como presentación de esos cambios y como generadora de energía cuando se requiera aumentar el esfuerzo. El incremento de la intensidad y velocidad de la música anticipará la necesidad de aumentar el esfuerzo físico, motivando a la persona a llevarlo a cabo y potenciando en el cuerpo un estado de activación óptimo.
En caso de tener que realizar actividades deportivas repetitivas, la música sincrónica es muy eficaz, por lo que se recomienda introducirla para ejercicios como correr, pedalear, patinar, etc.
Visualización
La visualización e imaginería mental, técnicas muy usadas en psicología del deporte, han mostrado ser más eficaces cuando van acompañadas de música, siempre y cuando esta vaya acorde con las necesidades de la persona que está realizando la actividad.
Lesiones deportivas
Otra funcionalidad de la musicoterapia es contribuir en la recuperación de una lesión, ya sea de forma activa o pasiva: utilizar música motivadora relacionada con experiencias de éxito en la curación puede fomentar las emociones positivas y otros sentimientos internos, y si lo que se pretende es que la persona entrene determinado movimiento, pueden emplearse técnicas de musicoterapia más activas, como el uso de instrumentos, bien mediante la libre improvisación o con actividades semiestructuradas o estructuradas. Los instrumentos de percusión, por ejemplo, pueden motivar a la persona a la movilidad, a la vez que incorporan componentes emocionales.
En el caso de que existieran experiencias traumáticas relativas a la lesión, se trabajaría desde un plano más clínico.
Objetivos dirigidos al ámbito grupal
Si bien las técnicas de musicoterapia más utilizadas son las pasivas, es decir, las referentes a la escucha, también la libre improvisación puede emplearse para trabajar elementos que incidan indirectamente en la práctica deportiva. En deportes de equipo, por ejemplo, pueden realizarse dinámicas grupales con el objetivo de mejorar la cohesión grupal y la relación entre los diferentes miembros del equipo, además de mejorar el manejo emocional (objetivo que también puede abordarse en sesiones individuales).
Describir esta técnica de libre improvisación resulta complejo, pues requiere conocimientos técnicos musicales, pero, a modo de resumen, podemos decir que consiste en crear música con instrumentos, estableciendo como premisa base que la música y las conductas que acompañan el proceso reflejarán aspectos del mundo emocional y comportamental de la persona. En este caso, la comunicación no se produce a nivel verbal, sino a un nivel más primario, esto es, a nivel musical (Wigram, 2004).
Para utilizar esta técnica es fundamental que el terapeuta tenga conocimientos musicales y de improvisación con el instrumento en cuestión, con el fin de poder dirigir adecuadamente la actividad mediante el uso de la música. No obstante, también pueden realizarse otro tipo de actividades a un nivel más superficial, emocionalmente hablando, y utilizando instrumentos musicales, como se sugiere a continuación*:
Dinámica