Guerrero mestizo. Elena Ibáñez de la Casa
tutor solo intenta enseñarme a respetar a los demás —contestó Shad con educación y un tono cordial.
—¿Cómo? ¿Flagelándote el lomo? Deberías soltarte más. —Se encogió de hombros tras acabar la frase—. Aunque, bueno, no puedo culparte. Ese tío intimida bastante.
Por una vez era cierto lo que decía. El tutor legal de Shad era un hombre que realmente daba miedo. Parecía la encarnación misma de Slenderman, esa criatura de historias de terror tan famosa que ronda por todo internet. Nunca he llegado a verle bien la cara porque siempre va con un sombrero fedora negro que la ensombrece, pero su presencia se hace notar, sobre todo cuando Shad era bastante más pequeño y venía a recogerle.
Su voz profunda y su gran altura son suficientes para que se te erice la piel, pero no debe de ser mala persona porque a Shad no se le ve triste o temeroso de él. Sus padres debieron de confiar mucho en ese hombre como para dejarle algo tan importante como la tutoría de su hijo. Es triste que él no haya podido conocerlos…
Shad se echó a reír alegremente con el último comentario de Manu. Su voz suena muy femenina y dulce.
—Ya, no te reirás tanto cuando sepas el motivo por el que estamos aquí —continuó tras esperar a que Shad dejara de reírse—. O sí, ¿quién sabe?
—¿Cómo? ¿No vamos a hacer gimnasia? —preguntó Tim sin darse cuenta de la bobada que estaba diciendo por una razón que Manu no tardó en aclararle.
—Aunque me encantaría ver a las chicas realizar ejercicios en faldita corta —empezó diciendo mientras paseaba la mirada por algunas de ellas con una sonrisa pícara a la par que burlona—, los motivos que nos traen aquí a todos son bastante alejados de dicho propósito.
—¿Quieres ir al grano?
—Pretenden que practiquemos para el baile de fin de curso —resumió Dannel.
—¿¿Qué?? —espeté con una frecuencia de voz tan alta que hasta los profesores me miraron levemente—. ¿Que nos van a poner por parejas a bailar como pollos descabezados? ¡Me niego! Además, ¿qué pasará si no hay el mismo número de chicos que de chicas?
—¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de que te toque con algún abusón? —Manu sonrió de nuevo, esta vez mirándome—. ¿Un baile agarrado, señorita?
Me cogió del brazo y tiró de mí mientras se reía como un verdadero estúpido, haciéndome quedar en ridículo delante de los demás mientras me obligaba a dar vueltas sobre mí misma con demasiada facilidad. Al tercer giro conseguí zafarme de su agarre.
—¡Déjame, idiota! —Volví a alzar el tono de voz. Era demasiado obvio que me sentía muy incómoda haciendo eso delante de quienes se metían conmigo y… delante de alguien más.
A pesar de que mi hermano volvió a interceder por mí, las risas de Manu no cesaron hasta pasados unos segundos. Para él todo era guasa y bromitas pesadas.
—¿Itsu[2] …? ¿Cuándo piensas empezar a comportarte como una persona de diecisiete años? —dijo Jake en tono serio; de hecho, a veces pienso que no tiene más registros de voz. En ocasiones tiene que rectificar lo que dice, ya que habla japonés por su madre y no le entendemos.
—Cuando me pinche unas buenas litronas esta noche como hacen los adultos. ¿No era eso lo que querías oír? ¡Ja, ja, ja, ja, ja!
¿Cómo se puede ser tan guapo y tan estúpido al mismo tiempo? Su terrible carácter le afeaba enormemente a mis ojos a pesar de que no parara de sonreírme cada vez que se dirigía a mí, lo cual provocaba que me sintiera aún más incómoda y que no supiera cómo responderle.
—Esta vez tú y Shad os vais a estrenar —dijo mirándonos a ambos.
—Yo no… —Shad fue interrumpido por la voz de uno de los profesores, que anunciaba por un altavoz que le prestásemos atención, pues iba a proceder a explicarnos en qué consistiría la tortura a la que iba a exponernos.
Justo entonces, Eona y Jin entraron corriendo por la puerta y se unieron a nosotros. Los docentes apenas repararon en ellos debido a que estaban enfrascados en sus respectivas arengas.
—¿Qué nos hemos perdido? —preguntó ella tratando de recuperar el aliento.
—Sandeces —resumió de nuevo Dannel.
—Quieren ponernos a…, bueno, a bailar para practicar —continuó mi hermano tras dar otro sorbo a su botella de agua—. Y se les ve demasiado motivados como para poder quejarnos.
—¿Y por qué demonios ibais a quejaros? ¡Esto suena muy divertido! —Siempre tan alegre. Envidio su forma de ser.
Esta vez sí nos silenciaron. En general intentaron silenciarnos a todos, amenazando con alargar la hora con media más si no cerrábamos la boca, así que no tuvimos más remedio que obedecer. Tras una explicación que se me hizo eterna, llegó el momento de hacer los emparejamientos. Crucé todos los dedos del cuerpo para que no me tocara ir con alguno de esos desgraciados que me hacían la vida imposible y, cuando llegó el momento en que pronunciaron el nombre de quien iba a sostenerme entre sus brazos mientras hacíamos el ridículo, mi corazón dio un vuelco.
—Jacqueline Edwys Espen, tu pareja de baile será Jake Ryan Kudo —anunció el profesor de Gimnasia como quien anuncia que vende verduras frescas.
Todo en mí se detuvo. Solo pude repetir mentalmente aquellas palabras que acababa de escuchar salir de los labios del docente… ¡Me había emparejado con Jake!
No pude evitar mirarle, infinitamente azorada. Algo se movió en mi interior, corriendo hacia mis mejillas para sonrojarlas hasta que ardieran vívidamente. No podía creerlo… Era demasiada casualidad que me hubiera tocado él de entre todos los alumnos que había allí mismo. Tres cursos enteros, con sus respectivos grupos A y B, y resulta que el azar dictaminó que yo debía formar pareja con Jake Ryan Kudo.
Lo que dicen sobre lo que se siente cuando tus sueños se hacen realidad no son más que habladurías, porque en este preciso instante estaba tan paralizada que no podía ni hablar. No sentía mariposas en el cuerpo ni ganas de dar saltitos o gritar a los cuatro vientos que había conseguido lo que quería por cuestiones del destino. Sentía angustia, ansiedad, nervios y seguro que estaba a punto de marearme por la impresión. Y, por supuesto, mi cabeza era incapaz de pensar con claridad.
Doy gracias a que mi cuerpo no puede sudar por mi afinidad con el fuego y el calor.
—¿Jacky? —Parpadeé varias veces tras oír a mi hermano pronunciar el diminutivo de mi nombre—. Vamos, Jake te está esperando.
—¿Qué? Ya, ya lo sé, pero… no tengo que correr a sus brazos, ¿no? —Es lo primero que acerté a decir. Qué estúpida…
—No, pero la gente se está movilizando ya.
Enmudecí y me acerqué tímidamente a Jake. Cuando él movió la cabeza para mirarme, sentí de nuevo ese vuelco dentro de mí. Estoy segura de que estaría muchísimo más tranquila si no estuvieran delante nuestros amigos. Y más sin mi hermano. ¿Qué estará pensando de mí ahora?
Traté de pensar en otra cosa mientras apartaba con leve disimulo la vista de sus preciosos ojos marrón chocolate y me concentraba en fijarme en las parejas de los demás. Manu tenía de pareja a la chica más alta de mi clase. Es guapísima, pero tiene muy mal genio y poca educación, aunque ahora mismo está embelesada por la presencia de su acompañante asignado. Curiosamente, él parecía algo más serio.
A Shad le ha tocado con Dannel. Sabía que no habría suficientes chicos y chicas para hacer de parejas de baile dentro de este ridículo jueguecito inventado por nuestros queridos profesores, aunque a ellos no parece importarles… Tal vez estoy demasiado airada para verle el lado cómico a todo esto.
Eona y mi hermano están juntos también. Perfecto, porque sé que él bebe los vientos por ella. Con suerte, reunirá