Escenarios intangibles: la cultura literaria, sonora y artística de Tonalá. Jessica Marcelli Sánchez
participantes y menciona su propósito de promover y cultivar la devoción y espiritualidad a la Santa Cruz. La creación de dicha página ha resultado muy buena estrategia para involucrar hasta el público más joven en las festividades y mantener viva la tradición. Es una buena manera de documentar las fiestas e invitar a todos los interesados a sumarse a los esfuerzos.
La imagen que históricamente se ha manejado en las hermandades para identificarse es la cruz de su santo patrono, Santiago. Dicha cruz es además utilizada en las redes sociales, como la página de Facebook, así como en las asambleas y playeras que utilizan en distintas procesiones. En los últimos años, la mesa directiva comenzó a difundir un nuevo emblema que incluye motivos de identidad de los barrios tonaltecas. Dicho emblema comprende una cruz realizada con trazos de pintura, aludiendo a la tradición alfarera del municipio. Junto a la Cruz aparece el número 18 y la letra H, que simbolizan el número de hermandades, todo sobre un fondo color amarillo, que simboliza el sol y el escudo de armas de Tonalá. La nueva imagen se ha difundido en redes sociales y en las camisas que los miembros de las hermandades hicieron para identificarse. A pesar de esto, en la actualidad la cruz de Santiago sigue utilizándose para identificar a las hermandades de la Santa Cruz.
Las fiestas dedicadas a Las Cruces en Tonalá generan un ambiente de identidad entre los vecinos y su respectivo barrio. Ser parte de la celebración significa dar continuidad a lo que ha sido la tradición de sus antecesores. Participar con el trabajo propio, colaborar y cooperar en alguna tarea consolida las relaciones de la comunidad y se da un beneficio para todos, para el colectivo.
La administración de la celebración está a cargo de los organizadores, así como los recursos requeridos año con año. El comité tonalteca se renueva según la descripción que sigue:
En un sombrero o canasto se incluyen los papelitos que contienen los nombres del cargo que va a sortearse. Los números van del uno al ocho. El presidente en funciones, con el sombrero o canasta en mano, va invitando a los miembros de la asociación presentes a que participen en la rifa. Unos aceptan y otros no. Cuando alguien por fin se decide toma un papel y, cuando eso sucede, se arroja un cohete al aire. Se siguen promoviendo los cargos hasta que todos se asignen. Una vez que todos han sido repartidos, se procede a la apertura de los mismos y a su lectura en público. Cuando sale el papel con el nombre de la Santa Cruz es sabido que la persona designada será el primer cargador por un año. Otro cargo es el de comisión y su poseedor tendrá una responsabilidad de dos años. Se llega así al final y, una vez que ha sido dado a conocer, se enciende la ristra pirotécnica (Marrón, 2006).
Las fiestas de la Santa Cruz en Tonalá han permitido construir una red de relaciones sociales para la celebración, la herencia de la práctica y de la tradición. La manera en que se funden la religión, la fiesta y la burocracia son múltiples. Esa característica ha facilitado el arraigo de las fiestas entre los vecinos de los municipios y su continuidad. Desde el inicio de la celebración, en cada barrio se instalan juegos mecánicos y puestos de comida o de diversiones, lo que convierte a la reunión en una verbena que motiva la convivencia entre vecinos; es el goce mezclado con la fe.
A manera de conclusión
La herencia del mundo medieval, a pesar de su lejanía temporal y espacial, se hace evidente en lo contemporáneo y se sincretiza con el imaginario de los pueblos indígenas y los barrios populares en el Nuevo Mundo. La estrecha relación que encontramos con las celebraciones de los ciclos agrícolas y las festividades cristianas pone en evidencia el fuerte arraigo de las creencias populares.
El origen litúrgico de la festividad de la Santa Cruz originado en los confines del periodo imperial se hereda a la Europa occidental y se implementa en el Nuevo Mundo, creando un fenómeno único. La herencia de los conquistadores y los evangelizadores crea un proceso sincrético con importantes particularidades que merecen ser estudiadas. La labor evangelizadora en el occidente del país y la fuerza civil del virreinato impusieron una serie de tradiciones que no se desprendieron totalmente de sus raíces prehispánicas, relacionadas con aspectos y ciclos naturales.
Tonalá presenta una variedad de encuentros religiosos, sociales y culturales que se conjuntan en uno de los meses más calurosos del año: mayo. Hay que considerar que en Europa, abril y mayo son meses en que despunta la abundancia de la primavera y se agradece el temporal. En México, dichos meses son los más calurosos del año y las tradiciones populares, en ese sentido, son muy diversas. El culto popular tuvo que adaptarse a sus necesidades y hay una reelaboración de la liturgia europea que se adapta al entorno natural, relacionado con los ciclos agrícolas y su contexto.
Cabe señalar que la festividad de la Santa Cruz no tiene el rango de fiesta patronal en Tonalá; sin embargo, la celebración está muy arraigada en sus habitantes. Las fiestas de la cruz pertenecen primero al pueblo que a la institución eclesiástica. Los barrios encontraron en Las Cruces una devoción auténtica y expresiva de su comunidad, una devoción que se ha heredado colectivamente y expone sus convicciones religiosas. Esa devoción está además documentada y normada por un reglamento interno e instrucciones precisas que la vuelven una práctica formal.
Por sus características, las festividades de Las Cruces en Tonalá merecen entrar en la categoría de Patrimonio Cultural Intangible y recibir apoyo para su preservación y defensa. La continuidad de la tradición está en las manos de los mismos vecinos y participantes de los festejos, cuyo esfuerzo ha hecho posible crear lazos entre el pasado y presente. Queda a los investigadores abonar en el estudio de sus raíces y en el contexto histórico de tan ferviente y viva tradición tonalteca.
Bibliografía
BAERT, B. (2004). A heritage of Holy Wood: The legend of the True Cross in Text and Image. Boston: Brill.
BARRIENTOS, G. (2001). El cerrito Tepexpan: sustentador de vida. Ritual y reproducción cultural de mazahuas y otomíes en el Altiplano de Ixtlahuaca. México: Tesis de maestría en Etnohistoria, División de Estudios de Posgrado, Escuela Nacional de Antropología e Historia (Enah).
BASULTO LEMUS, A. y Diana Garcidueñas (2015). Tonalá. Tradición viva. Tonalá: Conaculta.
BORGEHAMMAR, S. (1991). How the Holy Cross was founf. From event to Medieval Legend. Whit appendix of texts. Estocolmo: Universidad de Uppsala.
BRODA, J. (2002). La ritualidad mesoamericana y los procesos de sincretismo y reelaboración simbólica después de la conquista. En Memorias del XVI Congreso Nacional Estado, Iglesias y Grupos Laicos. Puebla: Facultad de Filosofía y Letras.
BRODA, J. (2004) Historia y vida ceremonial en las comunidades mesoamericanas: Los ritos agrícolas. México: IIH/UNAM.
HESEMANN, M. (2000). Titulus crucis. Milán: San Pablo.
LOCONSOLE, M. (2005). Il símbolo della croce tra giudeocristianesimo e tarda antichitá: un elemento della translatio Hierosolymae. En Liber Annuus, núm. 53.
MARRÓN, Ó. y otros (2006). Las cruces de Tonalá. Tonalá: Cuadernillos Tepalcate/Ayuntamiento de Tonalá.
RÉAU, L. (1997). Iconografía del arte cristiano: Iconografía de los santos De la A a la Z. Barcelona: Ediciones del Serbal.
SORBELLI, A. (1968). Inventari dei manoscritti delle biblioteche d’Italia. Florencia: Bordandini, vol. XIX.
THUNO, E. (2002). Image and Relic: Mediating the Sacred in Early Medieval Rome. Roma: L’Erma di Bretschneider.
DE LA VORÁGINE, S. (2014) Leyenda dorada. Madrid: Alianza Editorial.
WALTER, C. (1968) Les dessins carolingiens dans un manuscrit de Verceil. En Cuadernos arqueológicos, núm. 18.
Fuentes en línea
http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtualdata/publicaciones/inv_sociales/N22_2009/pdf/a11.pdf.