Ceremonias de lo invisible. David Oubiña

Ceremonias de lo invisible - David Oubiña


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      Registro de la Propiedad Intelectual Nº 2020-A-5938

      ISBN edición impresa: 978-956-6048-35-0

      ISBN edición digital: 978-956-6048-36-7

      Imagen de portada: Daniela Palai, Fotografía. Imagen de dominio público, 2017.

      Disponible en https://pixnio.com

      Diseño de portada: Paula Lobiano

      Corrección y diagramación: Antonio Leiva

      © ediciones / metales pesados

      © laFuga

      © David Oubiña

      E mail: [email protected]

       www.metalespesados.cl

      Madrid 1998 - Santiago Centro

      Teléfono: (56-2) 26328926

      Santiago de Chile, noviembre de 2020

      Diagramación digital: ebooks Patagonia

       www.ebookspatagonia.com [email protected]

       Proyecto Financiado por el Fondo del Libro y la Lectura, Convocatoria 2020.

      Índice

       Prólogo

       El cine y el mal (sobre Shoah, de Claude Lanzmann)

       Una muerte insignificante (Ugetsu, Kenji Mizoguchi y la moral de la cámara)

       Bibliografía

       Films citados

       Agradecimientos

      Prólogo

      La muerte de Belmondo en Sin aliento; la muerte de Nicholson en El pasajero; la muerte de Dominique Sanda en El conformista; la muerte de Welles/Falstaff en Campanadas a medianoche; la de Paulo Martins en Tierra en trance o la de Dirk Bogarde/Von Aschenbach en Muerte en Venecia; la de Lautaro Murúa en Invasión; la agonía de Harriet Andersson en Gritos y susurros; la demorada muerte de Raúl Salas en El ausente; la muerte de Anna Magnani en Roma, ciudad abierta; la de Brando en Apocalypse Now; la de Gorchakov en Nostalgia; la muerte de Bebán intentando trepar un muro infranqueable en Juan Moreira, y la de Cybulski revolcándose entre la ropa que se seca al sol en Cenizas y diamantes; la muerte inconsolable del replicante en Blade Runner, pero también la muerte feliz de los crucificados mientras imaginan el lado luminoso de las cosas en Life of Brian; la larga muerte de la madre acompañada por el hijo en el film de Sokurov; la de William Blake en Dead Man, cuando inicia su viaje órfico por ese río que lo llevará hasta donde habitan los espíritus; la muerte cruel e inesperada del viejo oso en Noche de circo, cuando el domador descarga su furia sobre él; la muerte de la Falconetti en La pasión de Juana de Arco, y la de Anna Karina en Vivir su vida; la muerte demasiado real de Nicholas Ray en Relámpago sobre el agua; la terrible muerte del niño en Alemania año cero; la muerte de Jeanne Moreau en Jules et Jim, y hasta la de King Kong en el film de Cooper y Schoedsack (porque, como decía Borges, «un mono de 14 metros de altura es evidentemente encantador»). Recuerdo todas esas muertes tal como las vi alguna vez en el cine y se me quedaron grabadas para siempre en la memoria.


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