Arqueros, arcos y flechas. Leonardo Killian
armados de un arco y un manojo de flechas.
Nuestro propósito es realizar un largo viaje junto a esos fantásticos personajes para poder acercarle al lector los fascinantes relatos que fueron llegando hasta nosotros a través de los milenios y han sido rescatados por historiadores, antropólogos, escritores e investigadores apasionados, dotándolos de un sentido poético que logra cautivar a quien lee esas aventuras, sucedidas en tiempos remotos, muchas de ellas convertidas en leyendas y mitos que fueron adquiriendo diferente significado de acuerdo a la cultura en la que emergieron y que con el transcurso de los siglos se propagaron por todo el mundo.
Para que el desarrollo del texto mantenga cierto orden comenzaremos nuestro relato en el llamado “Lejano Oriente” para avanzar hacia occidente pasando por el Oriente medio, la Mesopotamia asiática, la cuenca del mar Mediterráneo, Europa occidental y África, para llegar por último al continente americano, terminando el largo periplo en el extremo sur de la Patagonia argentina.
En el lejano Oriente, la tradición milenaria de China, India y Japón, rebosantes de leyendas fascinantes, nos proveen de un material muy vasto, sin olvidar a otros países y reinos lejanos de esa región del planeta, como, por ejemplo, los mongoles, temibles jinetes y arqueros que asolaron las llanuras de Asia central y se establecieron en China bajo el mando de Gengis Kan.
El Oriente medio y la cuenca oriental del Mediterráneo también nos brindan un material invalorable: los antiguos relatos persas, los hechos sucedidos en los reinos de la Mesopotamia asiática, los textos de Las mil y una noches y de manera muy especial el Antiguo y nuevo Testamento, colmados de numerosas citas y hechos alegóricos referidos al arco y la flecha.
Otro de los imperios de gran tradición en el tiro con arco fue Egipto, con sus múltiples dioses y sus relatos milenarios.
En el límite entre Europa y Asia, las tribus turcas y magiares estaban formadas por temibles guerreros que manejaban el arco con inusual destreza y fueron el azote de países de Europa oriental durante la Edad Media.
Grecia y Roma, las dos grandes culturas clásicas que cimentaron la civilización de Occidente ocupan un lugar especial y de sus textos mitológicos extraemos relatos fantásticos, muchos de ellos clásicos de la literatura universal.
Grecia, con sus dioses, semidioses y héroes mortales, enfrascados en cientos de aventuras, donde se mezclan dioses con hombres, héroes con diosas y guerreros valerosos. Esto dio lugar a leyendas y mitos que llegaron a nuestros días gracias a la recopilación de los grandes poetas y dramaturgos griegos y nos muestran al Olimpo con Zeus y sus huestes de diosas y dioses que regían cada acción de los hombres de esos tiempos.
Roma, que tomó a muchos de los dioses de Grecia y le dio nombres latinos, nos provee de hermosos relatos, muchos de ellos en las páginas de La Eneida de Virgilio y de otros autores clásicos.
En la península escandinava, el panteón de los dioses y diosas nórdicos es muy numeroso. El Asgaard, con Odin, Freyja, Thor, Vader y otras deidades y héroes donde también hallamos relatos sobre las Valquirias y el ocaso de los dioses en la lucha final entre el bien y el mal, el Ragnarok, inmortalizados en la música de Richard Wagner.
Más cercanos a nosotros son los relatos y las leyendas surgidas en el medioevo, donde el arco fue el arma por excelencia. Entre ellas, hallamos la más conocida por todos, la leyenda del mítico arquero de los bosques de Sherwood, el famoso Robin Hood y sus fieles seguidores.
También se lo menciona a Guillermo Tell, que en algunas ocasiones aparece armado de arco y flecha en lugar de ballesta, y muchos relatos de héroes legendarios de la época y de uno de los acontecimientos más importantes de esa época: las cruzadas.
África, en toda la región subsahariana está poblada por una gran cantidad de etnias que aún hoy manejan el arco y la flecha. Como ejemplo podemos mencionar a los Hadza de Tanzania, los pigmeos de las profundas selvas del centro de África y los Bosquimanos del desierto del Kaalahari entre otros. En todos esos pueblos guerreros y cazadores surgen numerosos relatos, no tan conocidos debido a la falta de textos escritos y que se trasmiten por tradición oral. En los últimos tiempos, algunas de estas leyendas fueron rescatadas por antropólogos e investigadores que convivieron con estos pueblos, algunos de los cuales mantienen tradiciones y costumbres similares a las del hombre del Paleolítico.
Dejamos para el final al continente americano, el último en ser ocupado por la especie humana, que de acuerdo a los investigadores se propagó desde Alaska a Tierra del Fuego, aunque el arco fue de aparición reciente. Esto se debe de manera fundamental a que las presas de caza eran animales de gran porte, por lo que debían usar otras estrategias para ultimarlas, como las lanzas con puntas clovis y la cacería en grupo.
Los pueblos del Ártico usaron más el arpón, pero también se valieron de arcos y flechas con puntas de hueso para cazar mamíferos marinos.
En Canadá y más aún en Estados Unidos comenzaron a usar el arco con más asiduidad cuando los conquistadores introdujeron el caballo.
En México se cree que los Mayas introdujeron el arco y la flecha, aunque su principal arma era el atlatl o lanzadera.
En Centroamérica también aparecen muchos mitos y leyendas, tanto en la parte continental como en el extenso rosario que forman las islas del Caribe.
Por último, llegamos a Sudamérica, cuya enorme extensión y la gran variedad de pueblos que la habitan fueron el crisol de un número extraordinario de relatos, mitos y simbolismos donde el arco y la flecha fueron protagonistas.
Téngase en cuenta que solamente en las selvas amazónicas todavía habitan decenas de pueblos, muchos de los cuales utilizan en la actualidad, al igual que sus congéneres africanos, el arco y la flecha para procurarse alimento y para la defensa.
Otra fuente de relatos la proporciona el imperio Inca de los Andes peruanos y la etnia Tupi Guaraní del sur de Brasil, Paraguay y norte de Argentina, con bellas leyendas y mitos de creación.
Llegando al final del continente, en el cono sur nos encontramos con el territorio del pueblo Mapuche, diseminado en regiones de las actuales Argentina y Chile, con toda su cultura y sus costumbres ancestrales donde el arco aparece con frecuencia en sus leyendas.
En la parte central y costa atlántica, la llanura pampeana, con sus planicies infinitas donde el indio utilizó el arco y la flecha mientras se desplazaba a pie y los sustituyó por la lanza y las boleadoras cuando aprendió a dominar al caballo.
Bien al sur, en la estepa patagónica, tierra de Patagones y Tehuelches, y en la isla grande de Tierra del Fuego, donde los pueblos Selk´nam y Yamana nos proporcionan abundante material con hermosas leyendas en las que sus dioses y héroes usan el arco y la flecha, concluimos nuestro viaje a través del mundo y del tiempo.
Deseamos que al leer las páginas que siguen disfruten tanto como lo hemos hecho nosotros durante nuestro trabajo de investigación y recopilación de relatos apasionantes, de todos los rincones del planeta, que nos muestran la grandeza, el valor y también la cobardía, la mentira, la debilidad y el temor del hombre ante los dioses y lo desconocido.
Y, para terminar, en pleno siglo XX, cuando toda alusión a leyendas y mitos parecían cosas de un pasado remoto… los arqueros vuelven a presentarse en la historia en forma legendaria. En agosto de 1914 a comienzos de la Primera Guerra Mundial, después de que un periódico londinense publicara un relato de Arthur Machen; “Los arqueros” y los primeros capítulos de Los ángeles de Mons en el cual San Jorge enviaba un grupo de arqueros fantasmales para ayudar al ejército inglés, soldados británicos comenzaron a informar desde el frente de la aparición real de tales arqueros y del propio San Jorge. Los fantasmas de los guerreros de Agincourt, se hacían presentes en los campos de batalla de Francia para ayudar a sus camaradas británicos.
Los arqueros, sus arcos y flechas, siguen fascinándonos como en aquellos lejanos tiempos que aquí evocamos.
1. “Llamamos símbolo a un término, un nombre o una imagen que puede ser conocido en la vida diaria, aunque posea connotaciones específicas además de su significado corriente y obvio”. Carl Gustav Jung
I.