9 razones para (des)confiar de las luchas por los derechos humanos. Sayak Valencia
seminario nos ocupamos de responder tres preguntas de investigación: ¿qué es el capitalismo del siglo XXI?, ¿qué significa ser anticapitalista en el siglo XXI?, ¿tienen capacidad anticapitalista las distintas formas en que los DH se presentan como acción política?
La respuesta a la primera pregunta (¿Qué es el capitalismo del siglo XXI?) fue construida durante el trabajo colectivo de dos años (2013-2014) en acalorados y apasionados debates con expertos en temas relacionados con las diferentes facetas del capitalismo neoliberal. Tuvimos la fortuna de contar con las exposiciones y opiniones de Raúl Ornelas (IIS-UNAM), quien nos ilustró en el tema del capitalismo como modo de producción; de Efraín León (FFyL-UNAM), quien habló sobre la riqueza natural y la acumulación por despojo; de Édgar Ortiz Arellano (Universidad Latinoamericana), quien disertó sobre el capital financiero; de Benjamín Arditi (FCPyS-UNAM), quien presentó su trabajo más reciente en subalternidad, movimientos sociales y política viral; de Graciela Bensusán (UAM y Flacso México), quien abordó el tema de la organización del trabajo y los nuevos mecanismos de explotación; de Sayak Valencia (El Colef), quien presentó la mirada desde el feminismo y sus propias reflexiones sobre el capitalismo criminal o gore; de Genner Llanes (CIESAS-CDMX), quien explicó el papel del derecho a la consulta para el desarrollo de infraestructura en los territorios indígenas, y de Juan Carlos Barrón (CISAN-UNAM), quien habló acerca de la cultura de masas y el capital.
Esperábamos que, en la medida en que pudiéramos dar cuenta de lo que es el capitalismo del siglo XXI, también podríamos arrojar luz sobre qué tipos de resistencia tenían claras tendencias anticapitalistas. No fue así. La respuesta a la segunda pregunta (¿Qué significa ser anticapitalista en el siglo XXI?) fue más complicada y no se alcanzó consenso en las discusiones grupales, para las cuales contamos con las exposiciones de Gerardo Pisarello (Universidad de Barcelona) y Ricardo Sanín (Universidad Javeriana de Colombia), quienes representan dos polos en el análisis de los DH como vehículo para la dominación capitalista. Más allá de optimismos y pesimismos, Pisarello enfatizó la necesidad de analizar los contextos y las potencialidades de la acción política en nombre de los DH. En cambio, Sanín se concentró en el análisis del discurso de derechos humanos de tipo conservador, cuyo principal objetivo es mantener el statu quo y, con este, los contextos de opresión estructural. La mayoría de las participantes en el seminario estamos en alguno de estos polos, pero al momento de procurar objetividad intelectual coincidimos en que no hay una respuesta simple a esta pregunta, no existe una identidad o acción de DH que sea anticapitalista o procapitalista per se, sino que el potencial para enfrentar o no al capitalismo depende de diversos factores en un contexto determinado.
Desde esta perspectiva, y con base en cada uno de los casos que se abordan en los capítulos de forma individual, logramos construir una hipótesis de trabajo que permitió pensar esta tensión política y teórica en su complejidad: los derechos humanos funcionan igualmente para la sociedad o para el poder de dominación capitalista, en distintos grados, niveles y sectores productivos del capitalismo, dependiendo de variables como el punto de partida epistemológico, los mecanismos de derechos humanos de los que se eche mano, si tienen una función jurídica o política, y los actores o agentes sociales que los instrumentan.
La tercera pregunta (Las distintas formas de pensar los derechos humanos ¿tienen capacidad anticapitalista?) es la que de forma más certera recorre este libro. Tampoco hay una respuesta contundente, en gran parte porque no existe una esencia emancipadora o de dominación en los discursos de DH. No es una plataforma liberadora u opresora per se, sino que depende de las complejidades de las dinámicas sociales. Tampoco es fácil de responder por el sesgo que conlleva toda investigación: cada analista tiene un bagaje cultural, político y teórico que lo posiciona de una u otra forma frente al discurso de DH y esto es lo que define la valoración de su papel. De esta manera, cada autor representa una de las muchas respuestas a esta pregunta. Cada capítulo fue leído y discutido grupalmente en el seminario durante el último periodo (2015); y, por último, realizamos sesiones de discusión de la totalidad del libro en los primeros meses de 2016. Lo que el lector tiene en sus manos es el resultado de tres años de reflexión sobre las posibilidades y los límites de los DH como mecanismo de transformación anticapitalista.
Antes de pasar al cuerpo del libro, el lector querrá saber cómo definimos al capitalismo y las distinciones analíticas que nos permiten valorar la medida en que una acción determinada frente a una dinámica particular del capitalismo tiene un potencial anticapitalista. Estas definiciones y categorizaciones analíticas que se describen en las siguientes dos secciones dan cuenta de las discusiones de tres años y guiarán al lector en su recorrido por el libro, pues lo que aquí se describe como capitalismo y las categorías que se construyen determinan lo que cada autor concluye en su tema o caso.
El capitalismo neoliberal
El neoliberalismo, dice Michel Foucault, es la racionalidad con la que se administra la vida humana para la reproducción del capital desde la década de 1980 (Foucault, 2004). Consiste en maximizar las libertades económicas y en minimizar el bienestar social procurado por el Estado, todo en función de que el capital se mueva sin restricciones de manera global, explote al máximo la vida animal y humana para la extracción de ganancias, y tenga una legitimidad social y cultural aunque carezca de toda ética y moralidad. En el neoliberalismo, pues, los niños pueden ser tratados como esclavos y la aplicación de muerte puede ser un servicio sujeto a las leyes del mercado, siempre y cuando haya crecimiento económico y el consumo sea garantizado.
Ya Slavoj Žižek ha demostrado que la violencia objetiva o estructural como la pobreza y los conflictos de clase o étnicos; la subjetiva como la individual y colectiva que se expresa en estallidos sociales y subjetividades violentas como los sicarios; y la simbólica, que incluye el racismo, la homofobia y la misoginia, son inherentes a las dinámicas capitalistas (Žižek, 2009). Queda la pregunta: ¿cuál es el capitalismo que se ajusta a la ideología político-económica del neoliberalismo? Existen diversas exploraciones de lo que constituye el capitalismo en las dinámicas del neoliberalismo. Además de las visiones estructuralistas constituidas por el marxismo tradicional y sus derivaciones en el giro geográfico de David Harvey (2004), y de las postestructuralistas guiadas por la genealogía del neoliberalismo de Michel Foucault (2004), encontramos una serie de adjetivaciones que reflejan la complejidad de definir aquello que Karl Marx discutió de manera profunda al establecer su ontología. La inconmensurabilidad del capitalismo neoliberal se encuentra en conceptos como los del capitalismo zombie (Harman, 2009), el capitalismo gánster (Woodiwiss, 2005), el capitalismo necropolítico (Banerjee, 2008), el capitalismo fantasmal (Roy, 2014) y el capitalismo gore (Valencia, 2010). La adjetivación no es ociosa porque los tentáculos del capitalismo neoliberal abarcan áreas de la vida humana no contempladas e incluso inexistentes en el momento en que el capitalismo surgió como concepto.
Con base en este antecedente de complejidad conceptual, para los fines de este libro y como producto de la discusión colectiva del seminario, definiremos al capitalismo neoliberal con base en sus dimensiones objetivo-materiales, y en las subjetivas, culturales, sociales y de criminalidad/ilegalidad que imperan en sociedades como las de América Latina. El capitalismo en su base objetivo-material se fundamenta en la idea de acumulación por desposesión de Harvey (2004), la cual radicaliza la acumulación “originaria” de Marx refiriéndose a “la depredación, el fraude y la violencia” que conlleva esta actividad que extrae los recursos de la naturaleza y la tierra para privatizarlos y lucrar con ellos.
Asimismo, recurrimos al trabajo de Raúl Ornelas1 en torno al capitalismo como producción estratégica y el papel de las corporaciones transnacionales. Respecto de la producción estratégica, Ornelas dice que la producción capitalista es inconmensurable, al igual que las relaciones capitalistas, y algunas ni siquiera parecen relaciones capitalistas. A fin de poder abordar este tema se planteó la posibilidad de jerarquizar la producción esencial para la reproducción del sistema, ya que es la ganancia lo que lo mueve.
Muchas actividades producen ganancias, pero hay algunas que se vuelven estratégicas porque lograrán controlar la propia producción y, por ende, la generación de ganancia. No tienen que ver necesariamente con la escala, sino con la posibilidad de que sean palancas