El aikido. José Santos Nalda

El aikido - José Santos Nalda


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RYU (KEN-JO-TAI-JUTSU)

      Pasados los años, después de incansables prácticas y profundas meditaciones, sintetizó sus conocimientos dando forma al Aiki-Jutsu que había heredado de sus antepasados y perfeccionó todas las técnicas gracias a su propia experiencia. En 1925 fundó su propia escuela donde en principio sólo enseñaba a la alta clase militar e imperial; pero, años más tarde y con la idea de restablecer la moral entre la juventud de su país, dimite de su cargo en la Corte y el 9 de febrero de 1948, Ueshiba funda el AIKIKAI de Tokio, y decide enseñar públicamente su arte a todos los que deseen aprenderlo.

      Hacia 1920 empieza a establecerse su propio método bajo el nombre KOBU JITSU, más tarde AIKI BUJITSU.

      Transforma el nombre Aiki-Jutsu en AIKIDO, así como su significado y objetivo, que ya no busca eliminar al agresor por la vía más rápida y eficaz sin tener en cuenta el daño causado, sino simplemente neutralizarlo y hacerlo inofensivo procurando causarle el menor daño posible, inculcando un sentimiento de no agresión y no resistencia, pero no de pasividad estéril.

      Técnicamente el Aikido no es un método de lucha agresivo –aunque su eficacia es excelente para defenderse incluso contra varios atacantes–, sino que está basado en el principio de no resistencia.

      El espíritu del Aikido lleva implícita la idea de disuasión: ante un ataque neutralizar al adversario para “impedirle herir sin herirle”.

      El Aikido contempla y trata de armonizar la acción de las dos grandes fuerzas universales complementarias: el Yin y el Yang.

      Hemos visto cómo y por qué el Aikido forma parte de las artes marciales japonesas y el deseo del fundador al convertirlo en un método de educación corporal y mental (DO) según el principio de la no resistencia (física o moral) a la fuerza del atacante, por lo que todos sus movimientos están basados en el arte del Tai-Sabaki o esquiva circular. El Aikido concede mucha importancia a la respiración, puesto que en ella reside el secreto de la utilización de la energía por parte del ser humano.

      Figura 2

       “Como ‘ai’ (armonía) es común con ‘ai’ (amor), he decidido dar el nombre de AIKIDO a mi único BUDO, a pesar que la palabra Aiki sea muy antigua...”

       “El Aiki no es una técnica para combatir o vencer al enemigo: es el modo de reconciliar el mundo y de reunir a todos los seres humanos en una familia...”

       M. UESHIBA

       (del libro: AIKIDO de K. Ueshiba)

      El Aikido constituye, por lo tanto, un sistema completo (DO) de formación integral del individuo en cuanto a:

      Defensa personal

      Deporte o actividad física

      Conocimiento y perfeccionamiento de sí mismo

      Los ejercicios previos a la práctica de las técnicas propiamente dichas, en su conjunto psicofísico, se desarrollan en un ambiente de calma que favorece la introspección, la identificación con la realidad, la armonía física y mental para obtener del “yo integral” una actuación coherente y unificadora.

      Todas las prácticas o ejercicios parten de supuestos y variados ataques, ejecutados con la máxima realidad, ante los que es necesario reaccionar con rapidez y serenidad a un tiempo, utilizando las técnicas aprendidas del Aikido que van desarrollando el sentido de la esquiva y la distancia. Al tiempo, la práctica seriamente realizada descubre nuestras auténticas posibilidades y limitaciones, y evidencia lo peligroso que puede resultar la aplicación incontrolada o visceral de estas técnicas, por lo que poco a poco el sentido de la agresión física se va transformando en nuestra mente haciendo inaceptable el camino de la violencia como solución de cualquier rivalidad. Así mismo, también va desapareciendo el temor a ser agredidos por la seguridad que la práctica deposita en nuestro subconsciente, y el que no tiene miedo es más capaz de evitar la pelea y repeler la agresión sin entrar en su juego. La máxima más noble del Aikido es: «Impedir herir sin herir.»

      El Aikido constituye una excelente actividad física por cuanto su práctica se adapta a la edad, sexo, ritmo o facultades de cada individuo. Todas las clases se inician con una tabla de gimnasia para calentar, estirar y flexibilizar todos los grupos musculares, y se presta mucho interés a la respiración que inconscientemente va coordinándose con los movimientos del cuerpo.

      No se realizan esfuerzos con cargas, no se retiene la respiración durante los esfuerzos, no se compite contra nadie por lo que no se produce ninguna sobreexcitación nerviosa; en cambio, se mejora la velocidad de todos los movimientos del cuerpo y la agilidad en los desplazamientos, se hace un uso racional de la fuerza que sólo se utiliza debidamente coordinada con la respiración, y aumenta la resistencia física del organismo simplemente porque el ejercicio más pesado en Aikido consiste en caer e incorporarse continuamente en cada sesión.

      Todas las articulaciones adquieren una gran flexibilidad y resistencia, la circulación sanguínea se activa, la capacidad pulmonar aumenta y el sistema neuromuscular se hace más sensible y “obediente” a las órdenes procedentes del consciente o del subconsciente.

      En Aikido no existe la competición, cada uno trabaja para mejorarse y vencerse a sí mismo, respetando al profesor, a sus compañeros, al entorno, etc., siendo amable, poniendo en práctica los principios de concesión y colaboración mutua, para después trasladar esos hábitos a su casa, su colegio, su trabajo, sus amigos, su familia, etc.

       “El Aikido no es la oposición de dos fuerzas materiales, en la que la mayor se impone a la menor, sino la perfecta asociación de dos estados de espíritu diametralmente opuestos, en el que uno de ellos de naturaleza benéfica vencerá iluminando al adversario...”

       M. UESHIBA

       (del libro: MAESTRO UESHIBA, PRESENCIA Y MENSAJE de André Nocquet)

      El Aikido es un arte y una práctica excelente para poner en evidencia la verdadera dimensión de cada persona y contribuir al desarrollo de su personalidad.

      El maestro Saotome, que fue alumno directo del fundador, recomienda que la práctica y el espíritu del Aikido alcance todos los momentos y circunstancias de la vida, y añade que limitarse a perfeccionar y dominar únicamente el aspecto técnico no tiene ningún valor.

      Figura 3

       “El Aikido es la Vía que reúne todos los caminos del Universo desde el principio. Es el Espíritu Universal que contiene y une a todos los seres...”

       M. UESHIBA

      Figura 4

      El Aikido en sus prácticas permite a nuestra personalidad definirse tal cual es su conjunto y se convierte en un arte de autodisciplina en el que las técnicas no son más que el medio para conocer nuestras limitaciones, mejorar nuestras facultades físicas y mentales, y pulir nuestro “yo”. Los responsables de la enseñanza y difusión del AIKIDO deben velar para que este espíritu se transmita de una generación a otra según el deseo de su fundador, el maestro Ueshiba, no permitiendo que se convierta en un mero o exótico sistema de lucha física apto sólo para personas temerosas o acomplejadas, cuyo único objetivo sea aprender a defenderse de un hipotético agresor o evadirse mística y estérilmente del mundo que les rodea.

      Como final de capítulo transcribo para el lector algunas definiciones


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