Fundamentos teóricos e históricos de la dirección y la actuación escénicas. Rolando Hernández Jaime
complicado mundo interior y reflejando las diferentes aristas que caracterizan sus personalidades.
Si se tiene en cuenta que el instrumento con el que se integra y modela cada personaje que aparece en la escena es también un ser humano, se comprenderá que no solo son necesarios profundos conocimientos de sicología, sino que además el director debe poseer habilidades que le permitan aplicar con efectividad esos conocimientos.
Otro elemento por el cual es imprescindible la profundidad de conocimientos sicológicos del director es que, generalmente, en un espectáculo hay varios personajes. Estos no son arquetipos que se repiten en cada obra —como en la Comedia del arte italiana—, sino que exigen una diferenciación sicológica. En la figura 1.1 expongo las diferentes etapas o facetas de este importante aspecto del trabajo del director.
Figura 1.1 Destrezas del director para su trabajo con el actor
Cualidades y destrezas pedagógicas
Una vez que el director conozca cómo es el comportamiento del ser humano —y, en correspondencia, el del actor— y los parámetros que rigen sus conductas y comportamientos, debe conocer entonces también cuáles son las formas y los recursos que debe emplear para lograr el desarrollo más eficaz de esos comportamientos y esas potencialidades.
En coincidencia con ello, en lo pedagógico, el director de teatro debe dominar los métodos más apropiados para orientar y conducir la actividad de ese ser humano tan específico que es el actor. En esta esfera, su trabajo cumple con una doble condición: por un lado, tiene a un ser humano con una formación y una experiencia muy concreta en el terreno del teatro, formación y experiencia que no debe violentar en los procesos de trabajo con él; por otro lado, cuenta también con las características propias del teatro, que determinan en él, como director, una forma también concreta y específica de hacerlo. Esto lo obliga, independientemente de la formación que ya posee el actor, a formarlo en esa manera específica en que él materializa el hecho teatral.
Los conocimientos y el dominio de las leyes de la pedagogía son medulares en la práctica teatral, pues gran parte de la actividad y los recursos que emplea el director en su trabajo, sobre todo con el actor, son principios y normas pedagógicas.
Una de las áreas más importantes del trabajo de dirección escénica es la formación y el desarrollo de capacidades, conocimientos, formas, maneras de hacer y de conducirse que le permitan al actor y al colectivo teatral enfrentar las características de los personajes y los diferentes fenómenos de la vida que se reflejan en los múltiples aspectos del desarrollo humano que se tratan en las obras dramáticas.
Permanentemente, el director debe educar y entrenar a los actores para que, con su mente y su cuerpo, puedan interpretar este complejo mundo, con el sentido y la veracidad que exigen el arte escénico y en la forma particular como él y su colectivo lo desean realizar.
Capacidad de subordinar diferentes elementos a una idea
Esta, más que una cualidad, es una capacidad que debe tener el director. Él debe ser capaz no solo de seleccionar los elementos necesarios para la expresión de una idea, un concepto o una situación dramática, sino que también debe lograr que esos elementos se integren de manera orgánica a aquellos factores de comunicación artística que se correspondan con la concepción del espectáculo que está conformando. También debe saber unir todos los elementos diferentes de la puesta en escena y ponerlos en función de las ideas y los postulados que la sustentan, para lograr la necesaria unidad de su obra de arte.
Capacidad de trabajar en equipo
La producción de un espectáculo teatral requiere un amplio grupo no solo de artistas, sino también de técnicos, personal administrativo y de servicios (la mayor parte de ellos, también creadores, en ocasiones con amplia experiencia y conocimientos en cada una de sus especialidades). El director debe tener la capacidad de trabajar con todos, de manera personalizada, pero no independiente, sino de forma unida y cohesionada. Recordemos que el director es el líder de ese colectivo, de cuyo liderazgo depende, en muy buena medida, la efectividad técnico-artística del espectáculo.
Capacidad de sentir el ritmo de su época, ser un miembro activo de la sociedad y la comunidad donde vive
Dada la cercanía del arte teatral con la vida, al director de teatro le es imprescindible el contacto permanente con la realidad que lo circunda, y la única forma realmente efectiva para conocer esa realidad es viviéndola.
Todo arte se hace para que sea apreciado por el público, pero el teatro tiene, además, la condición de reflejar la vida en una interacción directa con los receptores de su creación artística. Toda representación teatral es un hecho que se produce hoy, en este momento, en este lugar y con este público específico; en la representación de mañana o en las sucesivas, otras serán las interacciones de esos componentes, que harán de cada una de ellas una representación única e irrepetible.
¿Qué hace única e irrepetible a cada representación? Precisamente el grado de comunicación que se logre entre lo que comunica el espectáculo y lo que recibe el espectador. Y ese grado de comunicación depende, en buena medida, de que los códigos emitidos estén en correspondencia con los códigos del receptor. Para que esos códigos coincidan es imprescindible que el director conozca, al menos a grandes rasgos, los parámetros de vida que condicionan la capacidad y las formas de recepción del público al cual destina su espectáculo.
Para conocer los intereses y las necesidades del público al cual se dedica la actividad teatral, para poder sentir el ritmo de su época, para ser capaz de tomarle el pulso al tiempo en que vive y poder reflejarlo artísticamente en sus creaciones, el director debe ser un miembro activo de la sociedad y la comunidad histórica en que le tocó vivir o decidió desarrollar su actividad. Este conjunto de factores sociales, vinculados a su actividad teatral, se relacionan con otras capacidades que el director debe tener en cuenta en su formación:
Ser un activo trabajador y comunicador social.
Tener capacidad de autosuperación, manifestada en un permanente interés por la ampliación y actualización de sus conocimientos.
Poseer un intelecto y un pensamiento lógico-conceptual desarrollados.
Valores humanos, éticos, morales y espirituales
El teatro tiene su mística. Son tantos los ríos, riachuelos y mares de sensaciones, pensamientos, ideas, colores, sonidos, signos, imágenes y otros elementos que confluyen en este arte, que lo convierten en algo, por momentos, inefable. ¿Es un arte o una concepción filosófica ideada para interpretar y mejorar la vida y la condición humana de nuestra existencia? El teatro es todo eso a la vez y mucho más: es el ser humano mismo palpitando en la escena, con su carga de sentimientos, pasiones, conflictos e ilusiones.
El cultivo y el desarrollo de los valores humanos, éticos, morales y espirituales en el futuro director son un principio esencial para su formación, pues esta es la única forma de prepararlo para que sea capaz de interpretar y comunicar esos valores mediante su obra.
El teatro es un receptáculo
donde su funden y purifican los principales
valores que identifican
al ser humano y a la sociedad.
Los principios para la formación del director, así como las cualidades y capacidades que debe cultivar, pueden ser resumidos de cierta forma en lo que el director Nemirovich Danchenko denominó “Teoría de las tres realidades”: capacidad de trabajar con el material que nos brinda la realidad de la vida, la realidad social y la realidad teatral.
1.3.2 Conocimientos y habilidades que debe desarrollar el estudiante de dirección escénica en su primer ciclo de estudio
Cierro este capítulo con sendos listados de los conocimientos y las habilidades correspondientes al primer ciclo en la formación de un director.
Entre diferentes temáticas que dominará el director en formación al final