Contribuciones a la criminología. Viviana Berger
del Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan
Por el apoyo, asesoramiento y confianza en nuestro trabajo.
A Flory Kruger, Presidenta de la Federación Americana de la Orientación Lacaniana (FAPOL)
Marcela Almanza, Presidenta de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL)
Ana Viganó, Directora de la NEL-Ciudad de México (NEL-CDMX)
Que supieron alojar en el marco de las instancias una acción lacaniana sobre las violencias en nuestra ciudad.
A Isis Nicacio, José Juan Ruiz Reyes, Cinthya Estrada, Silvana Di Rienzo y Edgar Vázquez
Por la apuesta de su deseo y su rasgo propio, la dignidad social, la pasión epistémica, lo foráneo más allá del Atlántico, las creaciones de lazos y la extravagancia poética.
A Sivia E. Tendlarz, Henri Kaufmanner, Irene Greiser, Lizbeth Ahumada Yanet, Silvia Macri, Héctor Gallo y Beatriz García Moreno
Por compartir tan generosamente las elucubraciones de sus investigaciones.
A mi querida Susana Cavallo.
Quien desde mis primeros días en la práctica hospitalaria supo ofrece r un modelo de ética y servicio en la institución pública.
Muy especialmente, a todas y cada una de las p.p.l. (1), que desde el interior de los muros hicieron llegar sus voces y nos confiaron su palabra, sus historias y sus silencios.
A David Hernández Moscosa que enlazó a la NEL con la Subsecretaría.
y a todo el personal técnico y profesional de los Centros que dedican las horas de sus días como servidores públicos para atender el malestar en la cultura.
1- Personas Privadas de su Libertad.
Prólogo
Viviana Berger, miembro de la NEL-CDMX, se puso en acción para enlazar estas aportaciones del psicoanálisis a la criminología, y el fruto de su acción se traduce en este libro que propone devolver a la ciudad el saber extraído de los síntomas que a los psicoanalistas nos compete leer analíticamente.
Llevar adelante una Acción Lacaniana implica el compromiso social de cada psicoanalista que, en tanto tal, se espera esté a la altura del malestar de la cultura de su época.
No siempre es fácil conversar con otros discursos y mucho menos causar interés y confianza, pero cuando un psicoanalista desea saber, se suscitan nuevos lazos y surgen este tipo de elaboraciones que sirven de bisagra para algunos puntos de formalización teórica.
¿Cómo una institución carcelaria abriría sus puertas al psicoanálisis? La llave viene desde adentro. En un manojo de llaves que pretende despertar al lector de los textos que hacen a este libro asumiendo un riesgo, el de esclarecer algunos conceptos psicoanalíticos a partir de una experiencia institucional. Las páginas de este libro recogen elaboraciones analíticas sobre crímenes, sobre psicosis, sobre la crueldad, sobre el miedo, sobre el abuso, finalmente sobre la responsabilidad y lo que a la libertad, resta…
Leer este libro abrirá una diversidad de casos que operan sobre lo real del goce y lo que en psicoanálisis conocemos como la pulsión de muerte, que cuando va a la deriva encalla en lo peor. Asimismo, leeremos inquietantes situaciones de lo que pasa en un sujeto institucionalizado cuando lo que hay es una ausencia de mediación sintomática cuyos efectos se convierten en un desafío para el psicoanalista concernido en esta Poliana con la que se las ingeniará para encontrar alguna salida.
La Poliana es un juego de mesa rodeado de leyendas, una de ellas dice que este juego salió de la cárcel a las calles de la ciudad. Y, así como este libro, llegará para quedarse.
Cuando los ex-convictos introdujeron a la comunidad un tablero que por medio de palabras abría la posibilidad de incluir algunas variables para circunscribir lo real, es posible que más allá de los policías y ladrones, lo que inconscientemente se estaba abriendo era una caja de Pandora de la que saldrían, uno por uno, lo que en psicoanálisis leemos como sujeto, es decir el sujeto que en cada uno habita.
En 1945, Jacques Lacan abordó el tema de una sociedad ideal con la problemática de los tres prisioneros. Ahí Lacan propuso un nuevo sofisma –“El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada”– para así distinguir las identificaciones y la pulsión. Dicho sofisma se trata de tres prisioneros a los que el director de la cárcel les comunica que uno de ellos podrá salir en libertad, pero para encontrar esa libertad, cada uno tendrá que resolver su problema, lógicamente.
Este problema lógico no es exclusivo de los prisioneros de una institución carcelaria. Este es el sofisma de cada analizante, porque cada uno tiene algo que decir, algo que leer, de sus propias cárceles –las del goce–. Es así que este libro habla de nosotros en tanto seres hablantes, habla de nuestras salidas; en conclusión, algo dice de la singular lectura que toca a nuestros arreglos.
Raquel Cors Ulloa (*)
*- Psicoanalista, Miembro de la AMP y de la NEL, AE en funciones, actual Vice-presidente de la NEL, Responsable de Acción Lacaniana.
Early Morning in Tepepan Viviana Berger Colaboran Isis Nicacio y José Juan Ruiz Reyes
“El inconsciente es Baltimore al amanecer” (1) –afirma Lacan a su público, pretendiendo con este dicho medio desconcertante, hacer oír en su audiencia la extrañeza del inconsciente e iluminar la nueva aproximación que él propone: no es el sueño, se trata del despertar.
Al respecto Éric Laurent en su texto “Ciudades psicoanalíticas” (2) comenta: “Lacan se instala en este espacio para trabajar, para preparar su conferencia. Aquel que trabaja parte a la búsqueda de sus pensamientos. Los encuentra en el exterior, delante de él, como pruebas en acto. El punto de vista de esta subjetividad exteriorizada ex-sistente no es sin embargo fenomenológico. Los pensamientos en acto que se leen frente a la visión de la ciudad no reenvían a un sentido definido. No le responden, no son su objeto. Simplemente, están en el exterior como en el interior, ya ahí como pensamientos sin que haya una subjetividad individualizada para tomarlos a su cargo. Que sea el sueño o el trabajo, el espacio del inconsciente es el de los pensamientos ya allí, en potencia o en acto”.
Encontrarse en el exterior con los propios pensamientos y ponerse al trabajo para elucidar un saber, es un efecto de la posición del analista analizante cuyo deseo es movilizado por un interrogante. Pero, responder allí, es del orden del acto del analista que causa ese deseo y lo pone en ejercicio frente al real de la clínica. Y luego, llevar adelante una acción, lacaniana, corresponde a otra perspectiva, más bien al compromiso social del analista. Habrá, entonces, que dilucidar sus coordenadas acordes con los principios del psicoanálisis.
Es con la fórmula “exiliado en el interior” como Jacques-Alain Miller (3) nombra la posición del psicoanalista lacaniano en la sociedad, orientando bajo esta insignia la presencia de los analistas ante el malestar en la cultura, más allá de sus consultorios. Ese será, entonces, el marco para una política de acción que desde el discurso analítico atienda el real de nuestra civilización, ese algo que el analista puede ofrecer a la humanidad.
Las voces detrás de las paredes del Centro Femenil de
Reinserción Social de Tepepan llegan a la Subsecretaría de Sistema Penitenciario de la Ciudad de México abriendo las puertas para el psicoanálisis. Si la indicación de Lacan fue no retroceder frente a la psicosis, ¿cómo habríamos de hacerlo nosotros? No solo se tratará,