Cuando se me empañaron las gafas. Irene Romero
esta niña es alguien.
Y ese alguien, tarde o temprano, va a llegar.
Niña pequeña
Soy una isla.
Me encanta el hecho de ser una isla.
Independiente del resto, nada que te afecte e incluso esa sensación de libertad, esa de no estar atadx a nada más salvo al mar.
Ojalá eso fuera verdad, ojalá nada afectase.
Por desgracia o por suerte, aún no lo he decidido, afectan demasiado los demás: ser una persona que se implica tanto en los está bien, pero a veces te pierdes en el proceso.
Odio esa pérdida del proceso, pero si hay que elegir entre otro y yo, la decisión está clara.
A pesar de ello, soy consciente de lo que soy: esa pequeña isla que va a la deriva, nadie sabe nada de mí, se ve solo la superficie.
Y qué triste es que nadie pueda verte a través de los ojos, que mientas y nadie se dé cuenta.
Que nadie realmente te está mirando
Eres a partes iguales isla y fantasma.
Eres una simple niña que es de todo menos simple.
Solo tienes miedo, estás asustada de darte, aunque des todo de ti a todos.
Dar más hace daño a posteriori.
Y duele más llorar con motivos.
Duele sentir la lágrima bajando por tu mejilla y sentir más a fondo esa impotencia y ese cuchillo que te raja el alma.
Solo soy una niña con muchos errores a la espalda.
Soy como soy y lo acepto.
Quizá sea esa la razón por la que soy una isla y un fantasma.
El tiempo al final siempre te hace así.
Ser…
La brisa en tu mirada.
La sintonía de tus ojos.
El cielo de tus palabras,
el infierno de tus caricias,
el purgatorio de mis sentimientos.
Acciones envenenadas por sus manos.
No quiero saber.
No quiero conocer.
Solo quiero la ignorancia,
pequeña pero muy dañina.
Palabras en bocas ajenas
que no tienen la importancia deseada.
Ojos clavados en otros ojos.
Somos meros espectadores.
Ser ojos, oídos y boca.
Ser distancia.
Ser el ojo que nada ve.
Ser el oído que todo oye.
Ser el sabio que nada sabe.
Dicotomía
Ella es una contradicción en sí misma, ella es un desastre en todo su ser; sin embargo, ella se muere por encontrar “la luz”, encontrar aquella paz, aquellas respuestas a todo lo que se ha estado preguntando durante años.
Aunque realmente solo tiene una pregunta: ¿Por qué? Sí ¿por qué?
¿Por qué tantos miedos?
¿Por qué la soledad?
¿Por qué nunca nadie la ha amado?
¿Por qué?
Cuando se hace este tipo de preguntas, ella solo encuentra una posible respuesta la cual siempre viene de la misma manera: en forma de lágrimas.
Ella no entiende nada de su vida, no se entiende a sí misma, por esa misma razón se enfoca en los demás, sabe leer a los demás, no solo se queda en lo superficial, quizá por el simple hecho de que conoce el caos que se encuentra en su interior y sabe que no es la única.
No es el único bicho raro de este mundo, sabe que es un honor serlo y su misión es descifrar el caos de los otros bichos raros que se acercan a ella.
Lo que ella no entiende es por qué la gente la odió tanto, por qué fueron tan críticos con ella, por qué era tan rara.
Lo que en absoluto no entiende es por qué nadie ha intentado leerla de verdad.
Hero
A trocitos.
El mundo sigue girando, el sol sigue saliendo todas las mañanas.
Pero ahí está ella, a trocitos.
Solo hay que observarla bien y te darás cuenta de la inmensa tristeza que le recubre la mirada.
No quiere que nadie la vea.
Qué mirada más bella.
Nadie la conoce, nadie la ha conocido y eso es perfecto para ella.
No puede evitar pedir auxilio, pero sabe que eso no es lo mejor, cada uno de los cristales que la componen es demasiado afilado, con un simple toquecito te cortas.
Por eso no le gusta dejar que nadie se acerque demasiado.
Cree bastante en eso de “es peor el remedio que la enfermedad”.
Cuánta razón tiene.
Sin embargo, a pesar de tener los ojos más tristes que he visto nunca, sonríe.
En cuanto a las sonrisas hay un mundo, ella tenía la típica sonrisa verdadera, pero a la vez falsa, no porque fuera educada y sonriese porque sí, no. Era una sonrisa mucho más realista que todo eso.
Ella solo sonreía porque, a pesar de estar en ruinas, veía la belleza en todo lo que la rodeaba.
Llámalo falso. Llámalo encantador.
Ella vivía en su burbuja de felicidad en la que nada le afecta. Su burbuja.
Nadie la entendía.
Pero en su mundo, no le hacía falta nada más que su burbuja para ser.
Ella sigue a trocitos, de esos pequeñitos, algunos más sombríos que otros, otros con mucha más luz que los primeros. Esos trocitos, eso que hacían de ella algo único, todo eso era demasiado bello.
La belleza de la tristeza.
Porque ella era una maravillosa tristeza en sí misma.
Llegará el día en que llegue alguien que asuma el reto que ella es.
Que no le importe cortarse.
Hasta entonces, ella, valiente, será su propia heroína. Será quien la salve de todo y de todos.
Será quien haga de sí misma, una coraza, una muralla, una burbuja que nadie atravesará.
Qué peculiar y qué bonito
Que nadie te diga no y, si lo hacen, convertirlo en un sí.
Que nadie te diga rana cuando te acabas de convertir en princesx.
Que nadie dictamine nada de ti, tu destino siempre es tuyo, siempre sin peros ni condiciones.
Que tu vida (aunque suene a tópico) te