Relaciones familiares. María Hilda Sánchez Jiménez
En el proceso de escritura del presente libro, al comienzo, se tejió la escritura del texto base denominado investigación y su desarrollo se cruzó con la presencia de quienes han aportado valiosas semillas para la reflexión. Con este preámbulo, mis agradecimientos:
A la Universidad de Caldas y al grupo de docentes del Departamento de Estudios de Familia que siempre han apoyado mis desarrollos profesionales y académicos.
A mi hermana por ofrecerme su tiempo e historia vivida como crítica en uno de esos caminos en los que la violencia tocó las puertas de nuestra casa. Un ejercicio piloto en el que puse a prueba la entrevista a profundidad, lo cual me permitió ajustar detalles con base en sus recomendaciones y diálogo en torno la a delicadeza con que había que registrar la información.
A los integrantes de tres familias residentes en Buenos Aires: una del sur de Argentina, otra migrante peruana y una colombiana que se encontraba temporalmente en la ciudad de Buenos Aires. Ellas y ellos, en el marco de un ejercicio piloto, me ofrecieron su tiempo, me dieron permiso para realizar las entrevistas video grabadas sobre situaciones de crisis vividas y superadas. Ellas y ellos también sugirieron algunos correctivos para que las preguntas fueran más claras y limpias al momento de la entrevista.
A Luz Nelly González López, secretaria profesional de la Universidad de Caldas, por su valioso aporte, por la paciencia en la transcripción de la información grabada y por su ayuda en el diligenciamiento de los formatos administrativos solicitados por la Universidad, para que los trámites se hicieran con mayor facilidad y agilidad.
A la profesional en Desarrollo Familiar Sandra Milena Valencia y a la psicóloga Paula Vanessa Sánchez Agudelo, con quienes compartí mis reflexiones sobre la investigación. Ellas hicieron recomendaciones de ajustes a la guía de entrevista que había elaborado para una de las partes del primer proyecto de mi tesis doctoral y también les agradezco por su participación en el desarrollo de algunas entrevistas. La transcripción de la información fue entregada a ellas como insumo para escritos académicos que las profesionales deseen realizar en el campo de familia y relaciones familiares e, incluso, para debatir y enriquecer planteamientos de este libro.
A la doctora Dora Fried Schnitman porque, en calidad de directora de mi tesis doctoral, me recomendó que la segunda pregunta que formulaba en mi proyecto de tesis, como lo que había sustentado de ella, la tuviera presente para desarrollar una nueva investigación en el campo de los códigos sociolingüísticos articulados con las relaciones familiares. El resultado de esta investigación se expone en el presente volumen.
Al equipo de trabajo del I Diplomado Internacional sobre Prácticas Dialógicas (2011–2013), liderado por la doctora Dora Fried Schnitman. Diplomado que se llevó a cabo a través del convenio de colaboración entre la Fundación Interfas –Argentina–, la Escuela de Psicología de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) –Chile– y el Taos Institute –Holanda–. Durante 2 años fuimos constantes tanto en el desarrollo de esta propuesta como en los encuentros, las conversaciones y los diálogos virtuales con psicólogas y psicólogos de diferentes países. Por Argentina, Dora Fried Schnitman, Ruth Casabianca, Silvia Crescini, Ibar Martínez Melella, Eliusa Petroni, Cristina Ravazzola, Eva Rotenberg, Silvia Vecchi y Martín Glozman. Por Brasil, Marilene Grandesso, Vania Yazbek y Màrcia Volponi. Por Chile, Jorge Sanhueza, Roberto Arístegui, Jorge Leiva, José Víctor Núñez, Christian Weason, Loreto Céspedes y Thelma Margulis. Por Colombia, Julián Díaz Ospina, Ligia López Moreno, Miriam Salazar Henao, María Camila Ospina Alvarado y María Hilda Sánchez Jiménez. Por México, Papusa Molina y Rocío Chavestre. Por Cuba, Rosario Fraga y Mario Rodríguez Mena. Por España, Joseph Seguí Dolz y Sara Olivé. Por Finlandia, Jaakko Seikkula. Muchos de estos profesionales fueron mis profesores virtuales, a quienes escuché y quienes, a su vez, me escucharon virtualmente. Con ellos, por un lado, compartí mi experiencia sobre códigos sociolingüísticos y, por el otro, profundicé en lo que compartieron conmigo sobre prácticas dialógicas.
Finalmente, agradezco a los actores más importantes de la investigación, los integrantes de las treinta (30) familias de tres municipios (diez (10) de Manizales, diez (10) de Neira y diez (10) de Risaralda). Sus voces narraron y construyeron historias sobre lo que fueron sus experiencias y sus vivencias frente a una situación de crisis familiar y todo cuanto realizaron para hoy reconocer que fue “superada satisfactoriamente”. Mil, mil gracias.
Las experiencias identificadas como críticas son parte de la vida de las personas y de las familias. Estas experiencias son llamadas críticas porque quebrantan, en cada persona, un ritmo de vida, un trayecto cotidiano, conocido, que asegura algunos aires de tranquilidad emocional, física, biológica, social o cultural; y, además, son llamadas críticas porque interfieren abruptamente con una plataforma relacional que brinda seguridad a las personas. Una plataforma que hasta el momento no había sido interrumpida, ni modificada, por lo que, antes de la crisis, las personas danzaban en medio de un cierto nivel de naturalización: “todo iba como de costumbre”.
El énfasis que hago en las palabras ‘quebranto’ e ‘interferencia abrupta’ se propone mostrar que las experiencias críticas tienen que ver con una ruptura creada en alguien y en algo; con una situación humana, familiar y social cuyas consecuencias inesperadas sobrepasan las capacidades de manejo inmediato; es decir que una experiencias crítica es una ruptura que no se controla ni se elabora en corto tiempo, que desplaza gran parte de lo que hacen las personas y que genera distracción frente al ritmo de vida social cotidiano.
El evento crítico marca y deja huellas desde su origen y más allá de su desenlace. Su influencia va desde la crisis inicial y pasa por su transformación hasta llegar al recuerdo de lo que no quiere ser experimentado o vivido nuevamente. Entre el tránsito de un lado a otro y entre las acciones co-construidas por las personas en interacción con su familia y otros sujetos que han hecho parte de su vida personal y social emergen detonantes problemáticos y paralelos, también diversas formas de cambios y, así mismo, un agotamiento ligado a los procesos de afrontamiento que no cesan de avanzar. De un lugar a otro, las personas siguen adelante porque persisten en una acción conjunta, tienen la esperanza de salir del nudo que las ata a formas de vida traspasadas por el miedo, el terror, la angustia, la tensión, el estrés, la desconfianza o el desamor; pero también tienen la esperanza de reacomodarse a un tiempo presente y futuro con posibilidades y alternativas de construir y alcanzar nuevos proyectos de vida personales y sociofamiliares.
El contenido de este libro está ligado con treinta (30) situaciones de crisis, definidas como tales por los integrantes de las familias. Cada una de ellas es un tema y recoge una historia sociofamiliar diferente, libre de una nominación patológica.
Apoyada en las perspectivas de análisis sistémico-construccionista y a partir las narraciones de integrantes de las familias, el propósito de esta obra es reconocer cuatro aspectos centrales, contenidos en el capítulo 2: “Recorridos de una crisis. El recuerdo más allá de la palabra”, que enlazan las historias de cada familia desde el recorrido de una crisis hasta sus cambios generativos:
El primer aspecto se relaciona con el tránsito de los procesos que viven los integrantes de las familias (mujeres y hombres) durante una situación de crisis hasta su transformación y creación de nuevos contextos. El análisis de este aspecto surge de un recorrido por experiencias que no escapan de la vivencia traumática y dolorosa de un proceso de crisis personal o sociofamiliar y, en consecuencia, muestra la existencia de momentos de crisis asociados con quiebres en las personas y en sus relaciones, unidos a fracturas y reacomodamientos de la organización familiar.
El segundo aspecto tiene que ver con mostrar algunas formas de cómo cambian las percepciones sobre el proceso y el concepto crisis. Si bien las narraciones de cada historia se realizaron después de que las personas y sus familias vivieron este proceso, los testimonios soportan miradas como a) aquellas en las que la experiencia fue un trayecto negativo que destruyó algo que se estaba viviendo o construyendo