Estudios iberoamericanos del comportamiento positivo en adolescentes. Norma Alicia Ruvalcaba Romero

Estudios iberoamericanos del comportamiento positivo en adolescentes - Norma Alicia Ruvalcaba Romero


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3. Modelo 2 de factores relacionados con el bienestar personal de adolescentes del sector de media marginación.

      Discusión

      El objetivo del estudio fue generar un modelo de ecuaciones estructurales con las relaciones de variables contextuales e individuales en el bienestar personal de adolescentes pertenecientes a escuelas ubicadas en distinto grado de marginación social. Derivado de dicho objetivo se obtuvieron dos modelos, uno para cada grupo de adolescentes, donde se explica más de un tercio de la varianza del bienestar personal, con 40% en el grupo de media marginación y 37% en el de muy baja marginación. De las relaciones planteadas en el modelo hipotético, únicamente la variable “afrontamiento evasivo” afectó la bondad de ajuste en el grupo de media marginación. Por otro lado, en el grupo de muy baja marginación dicha variable no afectaba la bondad de ajuste, sin embargo su eliminación permitió obtener un modelo más sencillo que mantuvo su bondad de ajuste pese a su ausencia. En cuanto a las estrategias de afrontamiento, es importante mencionar que a pesar de que ambos grupos utilizan los dos tipos de estrategias, como lo han reportado otros estudios (Verdugo-Lucero et al., 2013), y que en los resultados obtenidos se observa que las estrategias evasivas son igualmente utilizadas por ambos grupos, son las estrategias activas, es decir las que implican la búsqueda de soluciones, las relacionadas con el bienestar personal (Sanjuán y Ávila, 2016). Este hallazgo es importante porque sustenta los modelos de adaptabilidad más allá de los estudios de “invulnerabilidad”, en donde se planteaba que algunos niños no se veían afectados por situaciones de estrés; sin embargo, hoy sabemos que la resistencia al estrés es relativa y por lo tanto no es estable a lo largo del tiempo ni según la etapa de desarrollo (Rutter, 1985). Por lo tanto, en algunas ocasiones los adolescentes pueden mostrar afrontamientos activos, en otras evasivos o incluso ambos de manera simultánea.

      El resto de las variables se mantuvo en ambos modelos según las hipótesis planteadas, a excepción de los factores de riesgo, que no se relacionaron directa y significativamente con las conductas personales adaptativas en ningún grupo, sino únicamente con los factores protectores en el grupo de muy baja marginación. Primero, se observa en ambos modelos la conformación de cuatro variables latentes denominadas factores protectores, factores de riesgo, conductas personales adaptativas y bienestar personal. La conformación de cada una de ellas subyace a la evidencia empírica que sustenta la correlación entre las variables manifiestas que las integran. Los resultados del modelo señalan, en concordancia con la literatura, que las variables protectoras más importantes para el bienestar personal son el ambiente familiar, el apoyo social y la resiliencia (Fernández, García-Viniegras y Lorenzo, 2014; Lyubomirsky, 2001). La familia actúa como un factor protector al modular eventos adversos y promover el bienestar emocional en adolescentes (Balistreri y Alvira-Hammond, 2016). El funcionamiento familiar es un predictor de la resiliencia, de acuerdo con modelos de regresión lineal múltiple (Hendrie, 2015). Por otra parte, según los resultados de la presente investigación, el apoyo social y familiar se relacionaron con la resiliencia (Leiva, Pineda y Encina, 2013). La familia fue el factor que tuvo mayor efecto en adolescentes con vulnerabilidad social, como se observa en el grupo de media marginación, donde el coeficiente estructural de ambiente familiar positivo fue ligeramente superior al de apoyo social.

      Al igual que en otros estudios donde el afrontamiento activo es más probable en aquellas personas que cuentan con apoyo social (Vinaccia, Quiceno y Moreno San Pedro, 2007), esta variable se relacionó con el afrontamiento activo y, además, la flexibilidad, considerada un elemento importante en dicha clase de afrontamiento.

      Estas relaciones sugieren que el apoyo y el ambiente familiar positivo podrían ayudar al adolescente a desarrollar habilidades cognitivas de solución de problemas, a partir del diálogo que mantiene en dichas relaciones familiares y de apoyo, así como la estimulación cognitiva que se promueve a partir de la convivencia y comunicación dentro del hogar (Henao, Ramírez y Ramírez, 2007). Este tipo de interacciones explicaría por qué el ambiente familiar positivo, como parte del constructo factores protectores, se relaciona de forma positiva con el cuestionario de flexibilidad cognitiva. La conformación de la variable latente factores protectores a partir de las variables redes de apoyo y ambiente familiar positivo, denota que los adolescentes con un nivel de funcionamiento familiar balanceado también pueden percibir redes de apoyo social, como ha sido demostrado en población de adultos mexicanos (Medellín Fontes, Rivera Heredia, López Peñaloza, Kanán Cedeño y Rodríguez-Orozco, 2012).

      En cuanto a los factores de riesgo, su falta de relación con los factores protectores y con las conductas personales adaptativas en el grupo de media marginación resultó incongruente con la hipótesis planteada, sin embargo hay que considerar que dichos factores de riesgo, aunque son mayores que en el grupo de muy baja marginación, no constituyen factores de riesgo extremos, lo cual puede favorecer la adaptabilidad a partir de la habituación, considerada también como una forma de adaptación, que se refiere a la reducción en la percepción a una estimulación repetida (Frisancho, 1993). Es decir, la percepción constante de dichos factores de riesgo puede convertirlos en un elemento natural del entorno que no logra afectar sus conductas individuales de manera directa, pues los jóvenes se habitúan a estas condiciones. Lo contrario se observa en el sector de muy bajo riesgo, en donde los factores protectores actúan mitigando el efecto de los riesgos, pues aunque estos son reportados con menor frecuencia, pueden resultar más significativos para los jóvenes del sector de muy baja marginación, y por ello en este grupo se presenta una covarianza negativa entre los factores de riesgo y factores protectores.

      Respecto a la relación entre factores protectores y de riesgo en el grupo de muy baja marginación, Barra (2004) señala que en los modelos de amortiguación del estrés el apoyo es una fuente de protección (amortiguador), contra los estresores, en este caso factores de riesgo en la familia, amigos, vecindario y escuela. Esto nos permite comprender la relación negativa entre los factores de riesgo y los protectores, pues individuos que cuentan con recursos de apoyo sociales y familiares tienden a valorar los riesgos como menos amenazantes, lo que conlleva a un mejor afrontamiento de los problemas (Barra, 2004), que se observa en la trayectoria positiva de los factores protectores a las conductas personales adaptativas.

      Por otra parte, la relación no significativa entre factores protectores y riesgo del grupo de media marginación puede explicarse desde una segunda perspectiva conocida como modelo de efectos principales, donde se enfatiza que los apoyos recibidos, independientemente de los riesgos, son recursos útiles que generan beneficios en las personas (Barra, 2004). Asimismo, según los modelos explicativos de riesgo-protección, podemos analizar las relaciones en el grupo de muy baja marginación a partir del modelo compensatorio, en el cual los factores estresantes (los riesgos) y los atributos individuales (conductas personales adaptativas) se combinan aditivamente en la predicción de una consecuencia (bienestar personal), y el riesgo puede ser contrarrestado por cualidades personales o por fuentes de apoyo, tal como sucede en el grupo de muy baja marginación, donde los factores protectores contrarrestan el riesgo (Werner, 1993).

      Por otro lado, en el grupo de medio grado de marginación, se pueden entender las relaciones según lo propuesto por Seligman (1995, citado en Walsh, 2004) en el modelo de inmunización, en el cual se establece que experiencias negativas pueden funcionar como inmunizadores, y así estar preparado para enfrentar situaciones de mayor riesgo. Esto se refiere a la posibilidad de que los adolescentes del sector de medio grado de marginación estén “inmunizados” a dichos riesgos contextuales, por lo cual éstos ya no representan un riesgo significativo, lo cual explica la nula asociación entre éstos y el resto de las variables.

      A partir de los resultados, se pueden derivar nuevas líneas de investigaciones en muestras de mayor riesgo contextual, para observar si estos afectasen las conductas personales adaptativas. Así mismo, se pueden proponer programas centrados en la promoción de los factores protectores y las conductas personales adaptativas en ambos grupos de adolescentes, con el fin de evaluar si existen efectos diferenciales en el bienestar personal de los adolescentes. Lo anterior podría confirmar las relaciones del modelo y generar resultados positivos que puedan utilizarse para mejorar la salud mental de los adolescentes. También se sugiere la evaluación de una variable desadaptativa como la depresión o deserción escolar (Gaxiola, 2015), en donde pudiera medir el efecto negativo de los factores de riesgo que no fueron contemplados


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