Florencia Responsable. Jordi Bastart Cassè

Florencia Responsable - Jordi Bastart Cassè


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el paraguas de turismo responsable se agrupan conceptos como turismo justo, turismo sostenible, ecoturismo y turismo de sensaciones.

      El turismo responsable está orientado a los viajeros que a la hora de elegir apuestan por lo auténtico, por lo diferente, por enriquecerse y por la conservación del patrimonio cultural y natural.

      El turismo responsable afecta a todos los aspectos del viaje: cultura (disfrute del patrimonio cultural del lugar y de sus costumbres y tradiciones sin intentar influir en ellas); espacio y entorno (el paso del viajero ha de afectar lo menos posible a la naturaleza), y gentes (detenerse a comprender los diferentes modos de vida de un modo respetuoso).

      El turismo responsable está relacionado con la curiosidad por descubrir y entender lo nuevo, lo diferente… y disfrutar de ello.

      Si puedes elegir: ¡elige responsable!

      Decálogo del viajero responsable

      1. Abre tu mente a nuevas culturas y tradiciones y sé tolerante ante la diversidad.

      2. Respeta los derechos humanos; cualquier forma de explotación vulnera los objetivos del viaje.

      3. Ayuda a conservar el entorno natural y procura no dejar otra huella que la de tu zapato.

      4. Respeta el patrimonio artístico, arqueológico y cultural del destino.

      5. Si compras regalos, procura que estos sean expresión de la cultura local.

      6. Cuando planifiques tu viaje, elige aquellos proveedores que se preocupan por los derechos humanos y por el medio ambiente.

      7. Utiliza los recursos naturales con moderación y procura minimizar la generación de residuos.

      8. Disfruta con las costumbres, gastronomía y tradiciones de la cultura local.

      9. Si visitas espacios sensibles, infórmate antes cómo hacerlo.

      10. Contribuye al desarrollo de un turismo responsable, justo y sostenible.

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      Pareja en la orilla del río Arno.

      Florencia responsable

      La Toscana sobresale por ser la cuna del Renacimiento y por sus bucólicos escenarios naturales salpicados de viñedos y olivos. Tal es la belleza y singularidad de estas tierras que la UNESCO ha declarado Patrimonio de la Humanidad los centros históricos de Florencia, San Gimignano, Siena, Pienza, la Piazza del Duomo en Pisa y el valle del Orcia.

      Florencia, la capital de la Toscana, es, sin duda, la ciudad que más ha aportado a toda la historia del arte. Dominada por la sobrecogedora cúpula de la basílica de Santa Maria del Fiore, obra de Brunelleschi, acoge la Galleria degli Uffizi, el palacio Pitti o los jardines de Bóboli.

      Pero toda esta belleza natural y patrimonial hace que Florencia acoja cada año cerca de seis millones de turistas; lo que ha llevado a la ciudad y a la región a abrirse hacia un turismo más sostenible y responsable con acciones como la construcción del tranvía para moverse por el casco histórico, que ha sido peatonalizado en su mayoría; la construcción de setenta kilómetros de carril bici y la puesta en marcha del servicio Mille e una bici, que permite desplazarse por la ciudad en bicicleta, cogiéndola en un punto y dejándola en otro.

      Las acciones también tratan de luchar contra los residuos con acciones tan curiosas como la recuperación de las fuentes públicas con agua de calidad que evita el uso de los envases de plástico, incluso en algunos restaurantes. Podemos encontrar estas fontanelli, por ejemplo, en la Piazza della Signoria o del Sodo o en el parque de la Anconella.

      Cada día es mayor el número de tiendas, restaurantes o alojamientos ecoamigables que apuestan por el uso de productos naturales y locales, así como en la mejora del tratamiento de residuos o ahorro energético. Las etiquetas Ecolabel, EcoWorldHotel o Legambiente Turismo identifican, por ejemplo, a los alojamientos que apuestan por una gestión sostenible.

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      Cómo es Florencia

      Sus habitantes

      Florencia es una ciudad que vive para el turismo, con una población que ronda las 400.000 personas, aunque el municipio llega casi al millón de habitantes.

      El florentino es amable y extrovertido y se siente orgulloso de su pasado. A lo largo de la historia Florencia fue conquistada por franceses, españoles y austriacos, aunque el Gran Ducado dominó una extensa área de la Toscana y la ciudad fue la primera capital del estado italiano unificado. Estas y otras circunstancias han influido en el carácter altivo de sus habitantes. Aún circula la leyenda de que un buen fiorentino menosprecia a los vecinos de las urbes cercanas.

      En el centro viven pocos autóctonos pues la invasión de turistas les ha hecho huir a barrios periféricos, como Sant’Ambrogio y Oltrarno, y aún a lugares más lejanos, fuera del perímetro metropolitano. Los alquileres se han puesto por las nubes y comprar una casa solo está al alcance de los más pudientes.

      Tendremos que acercarnos a los mercados para captar el verdadero ambiente de la ciudad; cruzar el Arno y callejear por el barrio de Oltrarno, mucho más relajado que el centro histórico; subir hasta San Miniato al Monte para percibir cómo es la urbe, en extensión y patrimonio, y cómo es realmente su gente.

      Los barrios

      Más que por barrios, la ciudad está dividida por zonas alrededor del centro histórico, donde se concentran los monumentos más representativos de la ciudad, como la catedral con su Campanile, el Battisterio, la Piazza de la Signoria con el Palazzo Vecchio, sede del ayuntamiento, la Loggia dei Lanzi, repleta de estatuas relevantes, y la Galería de los Uffizi, imprescindible para los amantes de la pintura. El Ponte Vecchio sobre el río Arno es una de las imágenes más fotografiadas de Florencia. Durante la temporada alta se mueve en esta zona un enjambre de turistas, ávidos por fotografiarse frente a los monumentos más representativos y los palacetes renacentistas que levantaron mercaderes y banqueros en los siglos XIV y XV.

      Sant’Ambrogio es un barrio natural que se articula alrededor de su propio mercado, donde se respira el verdadero ambiente italiano. En las calles que rodean Sant’Ambrogio y Santa Croce hay numerosas trattorias de cocina tradicional y algún club de jazz que alegra la vida nocturna. El de Porta Rossa, al oeste, entre Santa Maria Novella, Piazza della Repubblica y el Arno, aglutina las tiendas más lujosas en la prestigiosa Via de Tornabuoni junto con afamados anticuarios.

      Al otro lado del río, Oltrarno se presenta como un conjunto de barrios de lo más auténtico que existe ahora en Florencia. Hasta aquí se han desplazado los florentinos cansados de ver el centro histórico invadido a diario por los turistas y cuánto han subido allí los alquileres. El Ponte Vecchio y los contiguos puentes de Santa Trinità, Carraia y Ponte alle Grazie cruzan el Arno y comunican el centro histórico con esta zona, donde se han afincado los artesanos y las tiendas de antigüedades. Mientras que los puentes de Santa Trinità y Carraia llevan al barrio de Santo Spirito y por el Ponte alle Grazie se llega al popular y animado barrio de San Nicolás, repleto de trattorias y enotecas, hasta cruzar la antigua muralla por la puerta de San Miniato. Y luego, tras un agradable paseo no exento de esfuerzo —todo es subida—, se disfruta de la mejor vista de la ciudad, tanto desde el templo de San Miniato como desde la plaza Michelangelo.

      Los turistas ya han empezado a llegar hasta aquí atraídos por el palacio Pitti, los restaurantes de los alrededores de la Piazza Santi Spirito y las vistas desde San Miniato al Monte. Precisamente, para acceder a este lugar hay que cruzar el barrio de San Niccolò, lleno de bares, restaurantes y tiendas de artesanía.

      Florencia en la literatura

      La riqueza y el ambiente que se respiraba en esta ciudad entre los siglos XIII y XVI hicieron que surgieran numerosos escritores, como Dante, Boccacio o Maquiavelo, que interpretaron a la perfección los entresijos de su época. Eran tiempos de creatividad pero también convulsos, y algunos autores pasaban de ser los preferidos de la oligarquía


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