Florencia Responsable. Jordi Bastart Cassè

Florencia Responsable - Jordi Bastart Cassè


Скачать книгу
hicieron con el poder, sufrió el exilio a partir del 1302. Un año más tarde empezaría a escribir la Divina Comedia, obra maestra de la literatura mundial. Dividida en tres partes, Infierno, Purgatorio y Paraíso, en cada una de ellas sitúa de forma alegórica los personajes de su época según su particular visión. Si se desea, se puede visitar la ciudad siguiendo algunos de los lugares hechos famosos por Dante. Mientras Boccacio, posterior a Dante, dedicó la mayor parte del tiempo a escribir relatos amorosos en los que también describía la sociedad de su época.

      A Maquiavelo le sucedió algo parecido a Dante. En su caso, después de trabajar para los Médici escribiendo Historias florentinas, se enfrentó a ellos publicando en 1513 El Príncipe, y en la misma época Discursos de la primera década de Tito Livio, donde en tres volúmenes defiende la república frente a la monarquía como forma de gobierno.

      Las aventuras de Pinocho salieron a la luz inicialmente en la publicación local Giornale dei bambini entre 1881 y 1883. Su autor, Collodi (Carlo Lorenzini) vivió en Via de Rondinelli, 7 y está enterrado en el cementerio de San Miniato.

T_Bartolucci_juguets_fusta.JPG

      Pinocho en la tienda de juguetes de madera Bartolucci.

      En la actualidad, los libros de Luis Racionero La Florencia de los Médicis (Planeta, 1990) y La Muerte de Venus (Ediciones B, 2011) ayudan a entender la sociedad de aquella época, el segundo de la mano del pintor Botticelli y del fraile loco Savonarola. Otras obras que utilizan la figura de esta familia de políticos, banqueros y mecenas del arte son Los Médicis, de Alejandro Dumas (publicada en 1845 y reeditada por Navona en 2007), Sangre de abril: Florencia y la conspiración contra los Médicis, de Lauro Martines (Turner, 2004), y Las puertas del paraíso: el misterio de los crímenes de la catedral de Florencia, de Julio Murillo (Martínez Roca, 2006).

      Amor y muerte en Florencia, de Sarat Dunant (Grilalbo, 2004), es una novela histórica que, inspirada en hechos reales, describe el ambiente religioso de la ciudad y episodios de pasión, intriga y amores ilícitos en el siglo XV.

      Florencia en el cine

      Florencia se ha convertido en el marco ideal para un buen número de películas. Algunas de las escenas de Té con Mussolini (1999), de Franco Zeffirelli, transcurren en la plaza del Santo Spirito. Los jardines de Bóboli y el Ponte Vecchio también fueron elegidos por Roberto Rossellini para el film Paisà (1946), que en seis episodios relata la Segunda Guerra Mundial en Italia.

Fuente-Vini_Vanni.JPG

      Fuente Vini Vanni.

      El Ponte Vecchio y el Palazzo de la Signoria han sido protagonistas de la película Cosi’ come sei (1978), de Alberto Lattuada, con Marcello Mastroianni y Nastassja Kinski, lo mismo que Hannibal (2001), de Ridley Scott, con Anthony Hopkins y Julianne Moore, cuyo protagonista tenía su residencia en la Piazza della SS. Annunziata.

      La Piazza del Duomo sirvió de escenario a Jane Campion para que John Malkovich y Nicole Kidman pasearan en El retrato de una dama (1996). Otras películas que han contribuido a potenciar la imagen de la ciudad son Un amor en Florencia, dirigida por James Ivory en 1986, y Una habitación con vistas, del mismo director, adaptada de la novela del mismo nombre y rodada en 1985.

      Pero no siempre se trata de historias románticas: El monstruo de Florencia y El asesino está aún entre nosotros relataban la historia de un psicópata que cometió una serie de asesinatos en Florencia entre 1968 y 1985.

      Historia

      Florencia tiene un dilatado pasado. De origen etrusco, aquí también se establecieron los romanos. Julio César fundó Florentia en el 59 a.C. como lugar de retiro para los legionarios. En el año 570 los lombardos conquistaron el norte de lo que ahora se conoce como Italia y la región tomó el nombre de Tuscia, de donde podría derivar el actual Toscana.

      Con la coronación de Carlomagno en Roma el 25 de diciembre del año 800, los territorios de la Lombardía pasaron a ser condados francos. Durante un largo periodo de trescientos años, primero bajo la influencia del Sacro Imperio Germánico y más tarde con el poder transferido a las comunas autónomas (denominadas margraves, estructuras políticas intermedias entre el imperio y la ciudad), la vida en Florencia transcurrió entre largos periodos de prosperidad y otros de duras confrontaciones entre los partidarios del poder papal y los llamados patavinos, que se rebelaban contra el clero corrupto. Fue el embrión de lo que más tarde se convertiría en una lucha abierta entre güelfos, defensores del Papa, y gibelinos, que apoyaban al emperador germánico.

Pza_Annunziata2.JPG

      Estatua de Fernando I en la plaza de la Annunziata.

      En Italia en general y en la Toscana en particular, la pugna entre güelfos y gibelinos se convirtió en un enfrentamiento de las familias más influyentes por el control político, y en el fondo, en un forcejeo para hacerse con el control de una economía al alza con los mercados de la seda y la lana como telón de fondo (el florín de Florencia fue la primera moneda de oro de la Europa occidental). En un primer instante los güelfos se hicieron con el poder en Florencia mientras los gibelinos gobernaban Siena, Pisa y Lucca, entre otras ciudades toscanas. Las instituciones se democratizaron con representantes de los gremios y en 1255 se construyó el palacio del pueblo, bautizado luego como Bargello, actualmente sede de un importante museo de escultura.

      A partir del siglo XII, aún en plena lucha entre güelfos y gibelinos, Florencia expandió sus dominios por territorios de alrededor hasta convertirse en una de las ciudades más ricas y poderosas de Europa. Tras la Peste Negra que asoló la región en 1348, a finales del siglo XIV surgió el movimiento artístico denominado Renacimiento. Era la época en la que los Médici, banqueros del Papa, llegaban al poder después de una férrea lucha con la familia Albizzi. Una corriente humanista, con las figuras destacadas de Petrarca y Boccaccio, impregnó la sociedad mientras el comercio generaba muchos ingresos y el dinero fluía por doquier. Los Médici, además de poderosos gobernantes, se convirtieron en mecenas del arte en una ciudad donde un cuarto de la población se dedicaba a la industria de la lana.

      En 1494 el rey francés Carlos VIII conquistó Florencia y echó del poder a los Médici. La ciudad pasó a ser controlada por el dominico Jerónimo de Savonarola, un fraile puritano y dogmático que organizó quemas de libros, obras de arte y supuestos herejes en la Piazza Santa Croce. Esta represión duró cuatro años, hasta que Florencia se convirtió en república y el fraile en cuestión fue condenado a morir en la hoguera.

      En 1512 un ejército integrado por tropas españolas y pontificias ocupó la ciudad y devolvió el poder a los Médici. Cosme I fundó en 1569 el Gran Ducado de Toscana, siempre bajo tutela española. Se inició entonces otra época de esplendor económico y artístico, de la que se beneficiaron artistas como Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y Botticelli, y de la que dan testimonio las innumerables obras de arte que existen en museos e iglesias. En 1743, con la muerte del último de los Médici, el territorio quedó bajo influencia de Austria hasta que Napoleón derrotó a ese país en 1799 y coronó a su hermana Elisa como reina de Etruria. Tras el desastre napoleónico, una parte de la Toscana volvió a manos austríacas.

      A partir de 1860, la unificación de los distintos territorios permitió el nacimiento del reino de Italia, del que fue capital Florencia entre 1865 y 1871. Con la llegada del siglo XX la ciudad comenzó a ser descubierta por el turismo.

      Durante la Segunda Guerra Mundial fue ocupada por los alemanes entre 1943 y 1944, y padeció bombardeos de las tropas aliadas y destrucciones durante la retirada nazi. El 4 de noviembre de 1966 los barrios más cercanos al Arno se inundaron al desbordarse el río. Muchas obras de arte sufrieron desperfectos, entre ellas los fondos de la Biblioteca Nacional, situada cerca de la ribera. Este suceso, que provocó una ola de solidaridad internacional para salvar el patrimonio, propició la utilización de técnicas novedosas en el secado de incunables. Aún es posible ver hoy en día en determinados edificios la marca del nivel que alcanzaron las aguas, en algún caso de más de cinco metros de altura.


Скачать книгу