Fútbol. Detlev Brüggemann
1.Ocupación de uno mismo con el balón
2.Entrenamiento en círculo, entrenamiento en circuito
IX.Planificación y estructuración del entrenamiento
2.Organización del entrenamiento
X.Entrenamiento de niños y jóvenes: carencias actuales y puntos básicos
Prólogo
El Campeonato de Europa de 1988 ha suscitado el entusiasmo del mundo del fútbol. Ello se debe a que la mayoría de los equipos han exhibido un interesante fútbol ofensivo, con unas enormes ganas de riesgo. El ganador del Europeo de 1988 fue Holanda, y los expertos mostraron una unanimidad poco habitual: el verdadero campeón de Europa fue el fútbol ofensivo de calidad.
Los fundamentos decisivos de esta forma casi olvidada de jugar al fútbol se adquieren en los años de desarrollo, en las etapas infantil y juvenil. Gusto por el juego, creatividad y ganas de actividad son los componentes que siguen guiando, formando y perfeccionando a los jóvenes talentos, futuros componentes de la selección nacional; siempre con la condición, no obstante, de que se ofrezcan oportunidades para que los jóvenes futbolistas acumulen experiencia y puedan mejorar su juego hasta alcanzar la perfección técnica.
Este libro ofrece un amplio abanico de formas de entrenamiento adecuadas a los niños, y les plantea tareas polifacéticas y amenas que, sin duda, motivarán a los chicos y también a las chicas a salir de su cuarto y a dirigirse al campo de fútbol, a jugar y a continuar entrenando lo ya aprendido.
Así, este libro apoya la moderna concepción del entrenamiento según la cual capacidades tan importantes del jugador, como la capacidad de acción y la velocidad, deben aprenderse tanto en la teoría como en la práctica. Los equipos destacados en el Europeo han impresionado y convencido a la afición precisamente por estas capacidades.
Junto a las típicas indicaciones correctoras y su fundamentación táctica, con la ayuda de numerosas correcciones a modo de ejemplo, en este libro se trata por primera vez y de forma sinóptica la manera en la que el entrenador puede comentar con sus jóvenes alumnos los errores y las posibilidades de mejora, transformando estas explicaciones en un aprendizaje constructivo.
Quien lea el capítulo acerca de los cambios corporales, mentales y psíquicos que se suceden en el desarrollo de las etapas infantil y juvenil, capítulo escrito con una gran sencillez en la exposición, estará de acuerdo, sin duda alguna, con las consecuencias que se deducen para el entrenamiento y el contacto con los jóvenes futbolistas de los diferentes grupos de edad: el entrenamiento de juveniles no es un entrenamiento de adultos reducido, y el de infantiles no es un entrenamiento de juveniles abreviado.
No nos queda sino recomendar este segundo tomo de la serie Manual de Fútbol, como obra de referencia para el entrenamiento infantil y juvenil actualizado y como lectura de información exhaustiva, a todo aquél que se ocupe del cuidado y del entrenamiento de niños y jóvenes.
W. SCHEUERL
Presidente de la comisión de juventud
de la Federación Alemana de Fútbol (DFB)
Prefacio
Desde la temprana eliminación de la selección nacional alemana en el Mundial de 1998, un amplio sector de la opinión pública, tanto expertos como aficionados, se queja con expresiones similares de un fenómeno que ya se dejaba entrever hace muchos años, aunque para tranquilidad general había quedado oculto a corto plazo por el brillo de los éxitos conseguidos por los equipos alemanes, tanto clubes como selección: una pérdida creciente de calidad en el fútbol base alemán. El clamor por “organizadores de juego”, “jugadores creativos” y delanteros se escucha por todas partes. Si bien durante largo tiempo se atribuyó la causa a una evolución del juego en la dirección de una mayor velocidad y capacidad física, hoy los equipos y asociaciones, y la Federación Alemana como cabeza rectora visible, discuten las más variadas posibilidades de obtener una formación deportiva más eficaz e intensiva en el fútbol base en Alemania, y ello no sólo con la vista puesta en la pretendida organización del Campeonato Mundial en el propio país. Se exigen concepciones y estrategias nuevas. No obstante, no oímos decir nada sobre el análisis serio de las causas. Los métodos y pasos de eficacia duradera que ataquen el verdadero núcleo de los problemas y puedan efectuar una inversión progresiva de esta tendencia, desagradable no sólo para los actores del deporte, sólo pueden desarrollarse sobre la base de un análisis exhaustivo de los problemas actuales en el fútbol base.
El entrenamiento de niños y jóvenes debería concebirse en todo momento como un objetivo a largo plazo. La ciencia del deporte, y sobre todo la psicología evolutiva, nos han hecho ver desde hace tiempo que las capacidades motoras, mentales, psíquicas y sociales que distinguen en último grado al buen futbolista dependen, en cuanto a su asentamiento y calidad, en gran medida de que las condiciones de aprendizaje en la infancia y la juventud hayan sido favorables y adecuadas a la edad. Las carencias de estas etapas limitan claramente el rendimiento en años posteriores.
El fútbol, y por tanto el jugador individual, debe entenderse como un componente del conjunto de nuestra vida social. Los futbolistas jóvenes y muy jóvenes son niños en nuestra vida cotidiana. Esta sociedad, la vida de los niños y jóvenes y su posición respecto de las cosas de la vida han sufrido cambios en las últimas décadas. El auge de la economía y de la construcción, y el creciente bienestar, han cercenado oportunidades de aprendizaje importantes para la evolución deportiva, pero también para la evolución global de la personalidad; los jóvenes de antaño podían, en efecto, adquirir libre y despreocupadamente numerosas capacidades motoras, mentales y también sociales sin el constante “influjo” de los adultos. Bajo el influjo de una sociedad que gira marcadamente hacia el individualismo y modifica el entramado de valores sociales hasta ahora vigentes, en los niños y jóvenes de nuestros días se despiertan y se instalan nuevos deseos, necesidades e intereses. En nuestra sociedad se ha pasado a valorar el éxito como la única referencia de toda actividad.
Sin embargo, bajo el dictado de las expectativas de éxito de nuestro entorno es casi imposible llevar a cabo un entrenamiento organizado a largo plazo, de forma apropiada para el niño, y orientado hacia la evolución y el nivel de rendimiento de cada uno de los jóvenes jugadores. Dada nuestra compulsión por el éxito rápido, con orientaciones y esquemas tácticos suministrados constantemente por los adultos, se pierden necesariamente algunas condiciones del aprendizaje propias de la edad e importantes para el desarrollo de niños y jóvenes, como p. ej. las oportunidades múltiples y extensas de actuación autónoma, o la tolerancia de los adultos con los deseos de los niños, y también con sus errores y fracasos.
La presión anímica, la necesidad de satisfacer las expectativas de otros no cesan en ningún momento en el mundo de