Las claves del éxito. Daniel Cestau Liz

Las claves del éxito - Daniel Cestau Liz


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otro día, se hizo un nuevo experimento con otra rata del mismo tipo. En esta oportunidad, después de dejar a la rata en el agua por

      cinco minutos, se le lanzó una tablilla por la que pudo trepar.

      Si se lanza a esa misma rata poco después, sin la tablilla salvadora, el animal no muere de estrés. Aguanta nadando en el recipiente ochenta horas, como un campeón de resistencia, hasta su total agotamiento, animada por la esperanza de que en algún momento se le vuelva a arrojar la tablilla salvadora.

      Si esto hace la esperanza en un pequeño animal, qué no hará en un ser humano.

       LA EXPECTATIVA INFLUYE SOBRE LA CONDUCTA PROPIA Y LA DE LOS DEMÁS

      “La expectativa es la manera más indirecta de lograr esquemas de conducta deseados, que funciona mediante la creación de profecías que se autorrealizan. Si asignamos a los niños el atributo de ser excepcionalmente pulcros o gentiles, se sienten inclinados a actuar de tal modo para hacerse merecedores de estos elogios. Del mismo modo, si elogiamos a nuestros futuros vecinos por su gentileza, se sentirán obligados a responder a esta reputación y nos llevarán a casa las bolsas del supermercado o cortarán el césped de nuestros jardines cuando nos vamos de vacaciones”.

      Este principio fue ilustrado por el célebre escritor alemán Wolfgang Goethe: “TRATE A LAS PERSONAS COMO SON Y ELLAS PERMANECERÁN ASÍ. TRÁTELAS COMO SI FUESEN LO QUE PUEDEN SER, Y LAS AYUDARÁ A TRANSFORMARSE EN LO QUE SON CAPACES DE SER”.

       LA EXPECTATIVA ES UN FACTOR FUNDAMENTAL EN NUESTRO DESARROLLO PERSONAL

      Fue Aristóteles el primero en definir las cosas vivas no sólo en función de lo que son en un momento o en una situación dada, sino también por sus POTENCIAS o, lo que por naturaleza y en su PLENITUD, podrían llegar a ser.

      “El alma edifica lo que se le ha enseñado a esperar”.

      “Los anhelos de nuestro corazón y las aspiraciones de nuestra alma son algo más que sueños vagos o quimeras de la fantasía, puesto que, en verdad, son vaticinios, predicciones, heraldos y mensajeros de futuras realidades. Indican nuestra potencialidad anímica y miden la altitud de nuestro propósito y la categoría de nuestro valor moral”.

      “Lo que ardientemente anhelamos, y en conseguirlo ponemos todo nuestro esfuerzo, se convierte, tarde o temprano, en realidad”. “Nuestros ideales son el boceto de futuras acciones, la esencia de lo que esperamos”.

      “Se vigorizarán nuestras facultades en proporción a la intensidad de nuestros anhelos y pensamientos”.

      “El escultor sabe que su ideal no es quimera de su fantasía, sino pronóstico de lo que esculpirá en el mármol”.

       LA EXPECTATIVA NO ES ESPERAR EL FUTURO, SINO ACTUAR EN EL PRESENTE

      El gran pintor Vincent Van Gogh, quien se debatió en la pobreza y el sufrimiento diario, muriendo a temprana edad, le decía en una carta a su hermano Theo:

      “No me haría sentirme tan melancólico, hermano, si no hubieses agregado algo que me preocupa. Dices que aguardemos tiempos mejores. Tú sabes, es una de esas cosas de las cuales debemos cuidarnos. Esperar épocas mejores no debe ser un sentimiento sino una acción en el presente. Por la misma razón de que siento intensamente la esperanza de tiempos mejores, me arrojé con toda mi fuerza en el trabajo del presente sin pensar en el futuro”.

       EL PODER DE LA EXPECTATIVA EN EL RENDIMIENTO PERSONAL

      “Estamos siempre en condiciones de conseguir lo que esperamos, y quien nada espera, nada alcanza”.

      Ha dicho el Dr. Norbert Wiener: “Una vez que el hombre de ciencia ataca un problema del que él sabe que tiene una solución, entonces experimenta un cambio rotundo en su actitud hacia aquel. Ya ha logrado pasar la mitad del camino que ha de conducirle a la solución de la pregunta propuesta”.

      Experimentos realizados por los psicólogos R. Rosenthal y L. Jacobson confirman la eficacia de la “expectativa”. Tomaron un grupo de niños de primer grado y les adjudicaron resultados de test psicológicos falsificados, que se los hacían saber a sus maestros, sugiriendo que esos niños tendrían progresos espectaculares en el curso del próximo año. Los niños eran tomados completamente al azar. Al año, esos niños superaron al resto, mostrando, sin duda, que nos comportamos a la altura de la expectativa de los demás.

      Los alumnos de quienes se dijo artificialmente que “debían tener éxito”, progresaron más que los que permanecieron en el anonimato. En un año, por ejemplo, el cociente intelectual de una niña, pasaba de 61 a 106.

      Interrogados sobre estos casos interesantes, los profesores recalcaban la vivacidad de esas niñas, su curiosidad y originalidad.

      En cuanto a los alumnos cuyos nombres no habían sido “apuntados” al maestro, no sólo sus resultados fueron menos buenos que los de sus compañeros supuestamente superiores, sino que cuando demostraron ciertos progresos, fueron vueltos a llevar por el profesor al nivel que “debía” ser el suyo. COMO NO HABÍA SIDO PREVISTO, EL BUEN RESULTADO SE JUZGABA INDESEABLE.

      Dijo un profesor: “Si veo que un individuo tiene mucho potencial, le dedico atención especial para desarrollar dicho potencial. Cuando evoluciona, entiendo que mi evaluación original era correcta y lo ayudo aún más. Inversamente, los individuos a quienes considero dotados con menor potencial, languidecen desprovistos de consideraciones, se desempeñan con desinterés y justifican aún más mi falta de atención”.

      El psicólogo Robert Merton fue el primero en identificar este fenómeno como “profecía autocumplida”.

      También se lo conoce como el “efecto Pigmalión”, en alusión a la famosa obra de George Bernard Shaw, quien tomó el título de Pigmalión, un personaje de la mitología grecolatina que creía tanto en la belleza de la estatua que había tallado que logró que esta cobrara vida.

      El “efecto Pigmalión” funciona en muchísimas situaciones.

      Un ejemplo se presenta en las escuelas, donde la opinión de un maestro influye en la conducta del alumno.

       LA EXPECTATIVA DEBE EQUILIBRARSE CON LA PACIENCIA

       “ESPEREMOS LO QUE QUERAMOS, PERO SOPORTEMOS LO QUE VIENE”.

       Cicerón

       LA EXPECTATIVA SOBRE UNO MISMO ES LA MEJOR DE LAS EXPECTATIVAS

      Porque implica PONERNOS A LA ALTURA DE NUESTRAS POSIBILIDADES, ANTES DE PONERNOS AL NIVEL DE LAS CIRCUNSTANCIAS.

      Así lo expresaron algunos grandes autores:

       “LA COSTUMBRE DE ESPERAR EN NOSOTROS MISMOS ESTIMULA NUESTRAS MEJORES CUALIDADES”.

      Orison Swett Marden

       “NO AMEIS LO QUE SOIS, SINO AQUELLO EN LO QUE OS CONVERTIREIS”.

      Miguel de Cervantes

       “TODAS MIS ESPERANZAS ESTÁN EN MÍ”.

       Terencio

       “TODOS PODEMOS LLEGAR A VALER MUCHO MÁS DE LO QUE NOS DICEN O NOS FIGURAMOS QUE VALEMOS”.

       William James

       “...Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”.

       Hebreos 12:1.

       LA PACIENCIA

      El término “paciencia” tiene dos acepciones fundamentales: una, es la ‘virtud consistente


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