Las claves del éxito. Daniel Cestau Liz
ideas o recuerdos, y que puede traducirse en gestos, actitudes, risa, llanto, etcétera’.
Según Charles Darwin, las emociones se han desarrollado, en su origen, para preparar a los animales para la acción, en especial en una situación de emergencia.
Cada emoción está vinculada a elementos fisiológicos precisos: tanto la respiración como el tono muscular, la postura, los movimientos y las expresiones faciales. Las pautas fisiológicas o musculares habituales comienzan a determinar por sí mismas los estados anímicos.
Los elementos de una emoción son tres:
1) Una situación que genera sentimientos, ideas o recuerdos.
2) El estado de ánimo consiguiente.
3) La conmoción orgánica expresada en gestos, actitudes, risa, llanto...
Cuando usted dice: “Fulano me sacó de quicio”, supone que la emoción es el resultado directo de un hecho externo: lo que alguien hizo. Usted toma conciencia de la emoción, pero no de la interpretación automática de lo sucedido. No es posible reaccionar directamente a un hecho determinado: antes de reaccionar, tenemos que interpretarlo. Los sentimientos no surgen hasta tanto la mente no haya captado lo que sucedió y decidido su significado. Esa tarea es realizada por la mente empírica, y la lleva a cabo tan automáticamente que no nos percatamos de que la mente está funcionando. Todo lo que sabemos es que reaccionamos emotivamente a algo que sucedió.
Los terapeutas cognoscitivos Aaron Beck, Albert Ellis y Donald Meichenbaum, insisten, además, en que son los pensamientos los que determinan los sentimientos.
POR QUÉ SON IMPORTANTES LAS EMOCIONES POSITIVAS
Dice el Ing. Arturo Garibaldi Guarino: “La emoción desempeña en la mayoría de los hombres un papel mucho más considerable y decisivo que la sana razón, y mucho más que la inteligencia, preside el destino de los individuos, de las naciones, de la humanidad”. Si nos fijamos en los hombres y mujeres que son considerados como “magnéticos”, encontraremos que, casi invariablemente, son aquellos que tienen lo que se llama vulgarmente “alma”, o lo que es lo mismo, que inducen y manifiestan “sentimiento o emoción”. Revelan rasgos de carácter y naturaleza similares a los de los actores y actrices. Exteriorizan una parte de sí mismos, que parece afectar a los que se ponen en contacto con ellos.
George Vaillant, un psiquiatra que hizo el seguimiento de un grupo de estudiantes de Harvard desde los años previos a su graduación hasta la mediana edad, comprobó, con gran sorpresa, que quienes tuvieron el mayor grado de control emocional durante su época de estudiantes fueron, de adultos, las personas más felices, sanas y exitosas.
Esto es fácil de comprender: mientras la depresión o el miedo son estados pasivos, la confianza en sí mismo o el optimismo son activos.
LAS PRINCIPALES EMOCIONES NEGATIVAS
LA IRA
No es necesario comentar demasiado los efectos nocivos de esta emoción que nos perjudica tanto en nuestra vida familiar, como en la social y laboral.
Ha dicho de ella el filósofo Denis Diderot: “La cólera perjudica el sosiego de la vida y la salud del cuerpo, ofusca el juicio y ciega la razón”.
Y el poeta romano Ovidio, hace muchos siglos, señaló el enorme peligro de convertir los arranques de ira en un verdadero hábito emocional: “No os entreguéis por demasiado tiempo a la ira: una ira prolongada engendra odio”.
EL RESENTIMIENTO
El “resentimiento” es una resistencia mental a lo que ya ha ocurrido. La palabra misma procede de dos vocablos latinos: RE, que significa ‘repetición’, y SENTIRE, ‘sentir’. El resentimiento se basa, por lo tanto, en la “recreación” emotiva o en la vuelta a la lucha contra un suceso ocurrido. El resentido queda paralizado al tratar de cambiar lo imposible: el pasado.
El resentimiento conduce a la autocompasión: el peor de los hábitos emocionales.
No olvide el pensamiento del antiguo filósofo Diógenes: “Todo hombre es ofendido por sí mismo”.
El único consejo posible: no se quede “pegado” al pasado ni con el pensamiento (la causa) ni con el sentimiento (el efecto).
EL MIEDO
El temor, como todas las emociones, obedeció en los animales a un fin importante, en este caso, ser alertado para la defensa.
En el ser humano, el temor puede ser, en la atmósfera mental, lo que el anhídrido carbónico es en el ambiente material, porque ocasiona la asfixia mental, moral y espiritual y, a veces, la muerte de toda energía y la paralización de todo crecimiento orgánico, y de toda prosperidad individual.
La ansiedad es el temor de ser heridos o de perder algo. Sea el temor real o imaginario, el sentimiento es el mismo. La ansiedad varía desde la leve aprensión de quien prueba la temperatura del agua antes de nadar, hasta el pánico rayano en el caos de la persona totalmente incapaz de controlar sus funciones corporales. Entre estos dos extremos se encuentran los sentimientos de temor, miedo, irritabilidad, agitación, preocupación, impotencia, inseguridad, tensión, nerviosidad, cobardía, terror; todos ellos, grados diferentes de un sentimiento de incertidumbre en cuanto a la propia seguridad.
La pérdida de la estima también provoca ansiedad. Puede manifestarse como temor al fracaso, temor a ser descubierto como un individuo sin valor alguno o como temor al ridículo.
CÓMO ENCARAR EL MIEDO
- Ejercítese en la determinación. La determinación es un formidable antídoto contra el temor.
- No resista el sentimiento de miedo, pero tampoco permita ser paralizado. Como dice una famosa obra sobre el tema: “Tenga miedo y hágalo igual”.
- Pensar no vencerá el temor, pero la acción sí.
- “El mayor error que puede cometer el hombre, consiste en el temor de cometerlo”, decía Elbert Hubbard.
LA DEPRESIÓN
Cuando usted está deprimido, su cuerpo se moviliza (o se desmoviliza) para desconectarse. Y cuando se siente feliz, su cuerpo se moviliza para asumir compromisos y acciones positivas. Se activan determinados músculos para apoyar ciertas acciones, y su cerebro envía mensajes especiales a sus glándulas endocrinas (que controlan la producción y la liberación de hormonas) y a su sistema nervioso autónomo (que regula los órganos sobre los cuales usted no ejerce control voluntario, como el corazón y el estómago).
Dirigir la energía hacia afuera es el primer paso para romper el ciclo de la depresión que tiende a autoperpetuarse. La persona que se siente deprimida puede tener poca inclinación para salir y hacer algo. Estar deprimido consume una enorme cantidad de energía. Hacer del propio mundo un lugar habitable requiere energía, de la cual a la persona deprimida le queda poco para invertir. Es evidente que la persona deprimida y la feliz que contemplan el mismo paisaje otoñal reaccionan diferente con respecto al mismo mundo exterior. Si suponemos que los sentidos de ambas son normales, las impresiones sensoriales recibidas tienen que ser, en gran parte, las mismas. Con todo hay una gran diferencia en el mundo experimentado por cada una de ellas. La persona feliz contempla el paisaje y ve en él un reflejo de sus sentimientos positivos. La persona deprimida sólo halla en él razones adicionales para sentirse deprimida.
“EL QUE TEME PADECER, PADECE YA LO QUE TEME”.
Michel de Montaigne
EL PRIMER PASO PARA EL CONTROL DE LAS EMOCIONES ES COMPRENDER NUESTROS SENTIMIENTOS