El viaje de Tomás y Mateo. Lisandro N. C. Urquiza

El viaje de Tomás y Mateo - Lisandro N. C. Urquiza


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      Urquiza, Lisandro N. C.

      El viaje de Tomás y Mateo / Lisandro N. C. Urquiza. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Bärenhaus, 2020.

      Libro digital, EPUB

      Archivo Digital: descarga y online

      ISBN 978-987-4109-91-0

      1. Narrativa Argentina. 2. Literatura Juvenil. 3. Novelas. I. Título.

      CDD A863.9283

      © 2020, Lisandro N. C. Urquiza

      Ilustraciones de cubierta e interior: Natalia Cañás

      Diseño de cubierta e interior: Departamento de arte de Editorial Bärenhaus S.R.L.

      Todos los derechos reservados

      © 2020, Editorial Bärenhaus S.R.L.

      Publicado bajo el sello Bärenhaus

      Quevedo 4014 (C1419BZL) C.A.B.A.

       www.editorialbarenhaus.com

      ISBN 978-987-4109-91-0

      1º edición: diciembre de 2020

      1º edición digital: noviembre de 2020

      Conversión a formato digital: Libresque

      No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446 de la República Argentina.

       Sobre este libro

      Esta apasionante novela relata la historia de Tomás, un joven argentino que emprende un viaje de una semana a dos lugares referentes de Europa: París y Roma. En una de esas ciudades, y por la interacción del destino, conoce a Mateo, un compatriota que, al igual que él, llega a ese lugar huyendo de su pasado. Este encuentro casual iniciará una amistad que, inevitablemente, se irá convirtiendo en algo vertiginoso y trascendental para ambos.

      Con una narrativa sencilla y atrapante, Lisandro N. C. Urquiza nos lleva de paseo por una historia llena de diversos escenarios, lugares comunes y sensaciones encontradas.

      El viaje de Tomás y Mateo no es solo una ficción sobre una historia que pudo ser, es también una historia que busca visibilizar la diversidad e inspirar la liberación de los prejuicios.

       Sobre Lisandro N. C. Urquiza

      Lisandro N. C. Urquiza nació en Gualeguaychú, Entre Ríos. Siendo aún un niño, su familia se mudó a Buenos Aires por razones laborales. Su educación secundaria fue comercial con orientación en Lengua y Literatura. Más tarde se graduó en la Universidad Nacional de Luján como Licenciado en Administración. Con el paso de los años, y trabajando tiempo completo en una empresa financiera, comenzó a transitar en la literatura. Publicó en 2018 su primera novela Los chicos rubios. En 2019, la continuación, Oleg y los chicos rubios. El viaje de Tomás y Mateo es su tercer libro. Una historia independiente de las anteriores, aunque con algunos escenarios en común. Actualmente se encuentra trabajando en Tomás y Mateo, una nueva vida, de próxima publicación. Y la saga continuará con: Aurek y los aldeanos, Dionisio y el Rey y Nano, el Tropillero.

      CAPÍTULO 1

       DE BUENOS AIRES A PARÍS

       UNA FOTO

      Tomás se sentó un momento y esbozó una sonrisa tranquila. Por fin había llegado a su destino después de un viaje de varias horas en avión que lo trasladó desde Buenos Aires, en el cual solamente había tenido un momento de descanso —cuando se registró en el hotel— y, al cabo de media hora el transporte de la agencia de turismo ya lo llevaba rumbo a su primera excursión en la capital de Francia.

      Se encontraba sentado en las escalinatas que lo invitaban a ingresar a una de las máximas referencias arquitectónicas de París: la Catedral de Notre Dame. Desde esa ubicación, observaba todo lo que sucedía a su alrededor. En un momento dado, se entretuvo escuchando el relato del comunicativo guía de un grupo de turistas españoles, quien, en un idioma mezcla de español con francés, predicaba con mucha seguridad: “En esta época, París renace, con las avenidas ribeteadas de verde claro y los árboles en flor. Los días se alargan y se nota un pequeño aire a vacaciones, y el perfume del algodón de azúcar invade las avenidas. Los paseantes vuelven a descubrir los jardines y las orillas del Sena, a pie, en bicicleta o con patines”.

      —¡Lindo curro el del guía! —reaccionó Tomás verbalmente—. ¡Con las estupideces que les dice a los turistas, se debe estar llenando de plata!

      —¿Qué dijo? —le preguntó un hombre de avanzada edad. Evidentemente, tenía su oído bastante afinado, a diferencia de sus extremidades que se movían en cámara lenta.

      —¡Nada, nada, mi amigo! —se apuró a responder Tomás—. Solo era una reflexión.

      Junto a su esposa, el jubilado español pasó cerca de Tomás a la misma velocidad que una tortuga y, con una sonrisa, festejó el dicho del joven haciendo una “V” con los dedos índice y anular.

      Una vez que la pareja se alejó, el argentino de pelo amarillo se colocó los auriculares del teléfono, buscó en la playlist del aparato la canción “Freak of the week” y, luego de hacer esto, comenzó a revolver dentro de su mochila. Como si fuera la maleta mágica de Mary Poppins, sacó de esta un termo con agua caliente, un mate, una yerbera de latón y, para terminar de armar el “equipo matero”, una pequeña bombilla de alpaca. Volcó yerba mate en una pequeña calabaza hueca, la humedeció con un poco de agua caliente y, finalmente, enterró allí la bombilla.

      Así, como si estuviera en cualquier plaza de Argentina, comenzó el rito del mate. Sentado con las piernas cruzadas, Tomás se dedicó a disfrutar del paisaje y de su infusión calentita al ritmo de la música, que lo aisló por varios minutos del hormiguero de turistas que lo rodeaba.

      Algo le llamó la atención en medio de su observación y otra vez hurgó en la mochila. Sacó una pequeña bolsa de tela que originalmente había sido el envoltorio de una remera y que ahora se había convertido en estuche de una cámara de fotos. Dejó el termo y el mate en el peldaño sobre el que estaba sentado y tomó la cámara; esta no poseía otra tecnología más que la de tomar buenas imágenes para después poder bajarlas a una computadora. Hecho esto, comenzó a apuntar a diferentes objetivos y disparó a cuanta cosa lo sorprendía: paisajes, personas, situaciones, etc. Se detuvo un momento para cebar nuevamente un mate y rio al ver cómo dos turistas se peleaban por el lugar en la fila para ingresar. Riéndose por la cómica situación, se puso de pie y siguió tomando fotografías de todo lo que veía. ¡No era para menos: estaba visitando uno de los lugares más emblemáticos de París! Por supuesto, Tomás ignoraba que, con los años, ese lugar se convertiría en una sombra humeante y las imágenes que estaba capturando serían un tesoro de ese gótico y antiguo esplendor.

      Debió sacar medio centenar de fotos de un solo golpe: la Galería de los Reyes en la fachada principal, las gárgolas, las campanas nuevas, el rosetón del ala sur, las puertas de la fachada oeste y los arbotantes, una suerte de arcos gigantes cuyo nombre se enteró por el guía de turismo de los españoles. Tomás no tardó mucho en iniciar con él una charla pues, si algo caracterizaba al muchacho argentino era que sabía cómo hacerse entender en cualquier lugar al que iba, aunque desconociera el idioma. Su principal característica consistía en saber llegar a las personas. Utilizaba el lenguaje correcto para cada situación; no tenía problema en conversar con quien se le cruzara, siempre con educación y de manera ubicada. Era un argentino ciento por ciento —cosa fácil


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