El conflicto del agua. José Esteban Castro

El conflicto del agua - José Esteban Castro


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premisa inicial, que el agua y su gobierno son una problemática compleja, que en su conjunto exhibe propiedades y comportamientos que no son evidentes con la suma de las partes individuales (García, 2006).

      Nuestro punto principal, como señala el capítulo 1 de este libro, es partir de trabajos que abordan la problemática del agua desde la perspectiva de las ciencias sociales para de allí identificar los marcos conceptuales, las racionalidades y los observables de acción en el campo de la investigación sobre el tema; una primera etapa en la construcción de formas de coordinación interdisciplinar significativa, no meramente formal, que surge desde el reconocimiento mismo de quienes conforman el campo de conflicto, esto es, de los “sujetos epistémicos”, como los denomina Castro, y con lo cual nos referimos a acervos de conocimientos y a tradiciones de pensamiento, y no a actores individuales o colectivos,

      Un aspecto positivo de este escenario con diversos marcos y enfoques es que la urgencia práctica de lograr una comprensión más holística y rigurosamente científica de los conflictos por el agua y de la gestión del agua en general, ofrece actualmente nuevas oportunidades para el desarrollo de proyectos de carácter interdisciplinar que permiten establecer coordinaciones entre los campos disciplinarios aún desconectados, e incluso divergentes, involucrados en la investigación del agua.

      La idea de presentar los trabajos realizados para tesis sobre la problemática del agua pretende rescatar en un texto el esfuerzo individual e institucional orientado a desentrañar la naturaleza social del agua. Como se muestra en los capítulos de este libro, los enfoques teóricos y metodológicos no son uno ni únicos, responden a los intereses, preocupaciones y tradiciones intelectuales de cada autor, pero lo común es el interés por la dimensión social de la problemática del agua y la inquietud por las formas de gobierno existentes y/o los conflictos que ellas originan, particularmente cuando comenzó la transformación política, legal y administrativa de la gestión del agua a finales de los ochenta.

      El libro se ha organizado de acuerdo al aspecto que enfatizan los autores sobre el conflicto y gobierno del agua comenzando por el primero y concluyendo con el segundo. El carácter político del gobierno del agua y las relaciones de poder involucradas en el conflicto son transversales a todo el libro. Por ello el lector encontrará tres partes: “Conflicto, luchas y resistencias por el agua”, “Participación ciudadana y gobernanza del agua” y “El otro gobierno del agua”.

      Primera parte. Conflicto, luchas y resistencias por el agua

      Para Castro, en el capítulo 1, un enfoque verdaderamente interdisciplinar del conflicto por el agua debe esforzarse por hacer observables los procesos que crean y reproducen las desigualdades socioeconómicas y políticas estructurales, las cuales continúan determinando que un gran sector de la población mundial permanezca excluida, no solo de la participación sustantiva en el gobierno democrático del agua, sino también del acceso a los volúmenes de agua limpia esenciales para su supervivencia en dignidad. Un enfoque así requiere tratar los “conflictos del agua” como un objeto de conocimiento por derecho propio, lo cual constituye un paso crucial para transformar las condiciones inaceptables que caracterizan la gestión del agua a nivel global:

      […] los eventos de conflicto y gestión del agua, deben analizarse como partes de una confrontación social estructural de carácter más sustantivo, vinculada a la lucha social por la superación de las desigualdades cualitativas y cuantitativas que impiden que millones de personas tengan acceso pleno a las condiciones de vida civilizada. La comprensión y entendimiento del carácter multidimensional de ese proceso se han visto obstaculizadas por una racionalidad tecno-científica y burocrática que caracteriza a las formas dominantes de gobierno y gestión del agua y que históricamente ha contribuido a volver inobservable el carácter social del proceso.

      El autor se refiere en específico a los “conflictos por el agua en el medio urbano” y en el México contemporáneo, los cuales se basan en hechos reportados desde mediados de la década de 1980, tales como quejas de usuarios a través de los medios de comunicación y otros canales, hasta acciones violentas que incluyen ataques a la infraestructura de servicios de agua, a representantes de los organismos competentes y a otros actores en posiciones de poder respecto de la gestión del agua.

      Castro resalta la importancia de entender el carácter social y político del conflicto para poder analizarlo mediante un enfoque multidimensional e interdisciplinar, en el cual converjan los objetivos de las disciplinas técnicas y los de las sociales; asumiendo, por otra parte, que el gobierno entiende al conflicto con base en una racionalidad burocrática y administrativa que además de ser tecno-científica también está despolitizada. De este modo, el autor invita a superar el reduccionismo técnico que responde a un enfoque dominante y sesgado.

      De igual modo, como señala Karina Kloster en el capítulo 2 de este libro,

      […] un conflicto no puede existir en abstracto, es decir, no puede estudiarse sin referencia a un orden histórico que está en disputa. Y un orden, en tanto ejercicio de la victoria, es el resultado de una lucha que quedó definida y plasmada en las instituciones (Foucault, 1978, 1992, 1994). En este sentido, cuando hablamos de conflicto y orden, nos referimos al ejercicio de un poder que es posible observar en la construcción y establecimiento de determinadas instituciones y reglas; en la construcción de un cuerpo y un tipo específico de disciplinamiento y saber construidos a partir de la expropiación del poder de los cuerpos (Marx, Foucault, Marín).

      La reflexión de Kloster le permite hablar de diferentes grados en el nivel de toma de conciencia de los problemas, lo que supone que, a mayor capacidad de conceptualización acerca de los motivos que los originan, mejores son las capacidades de construir una alternativa viable para gestionar el recurso y comprender a quién dirigirse ante el agravio.

      Kloster sugiere partir del concepto territorio político del agua, esto es, la construcción del agua como un territorio de dominación, para así analizar los conflictos con los que se lucha en relación a la gestión y uso del recurso y la gestión de riesgos, en un contexto donde la dominación del Estado reduce la identidad ciudadana a una forma subordinada al mercado (consumo) y cuya corresponsabilidad se basa en el pago y cobro del servicio, y donde la ciudadanía ha materializado su insatisfacción en luchas por el agua mediante mecanismos de confrontación como acciones directas y toma de conciencia. Kloster argumenta que las luchas por el agua muestran las formas en que se ejerce el poder en tanto ejercicio de dominación, asegurando que “no es la falta de agua lo que genera conflictos, sino el modo en que se gobierna la escasez” (escasez social o construcción social de la escasez).

      En el capítulo 3, Gabriela Cabestany se posiciona respecto al carácter de los problemas actuales relacionados con el agua y reafirma que es posible estar de acuerdo con que los conflictos relativos a este recurso son técnicos y políticos (De Alba, 2007: 101) y que es probable que se han sobrevalorado los aspectos físico-naturales y técnico-económicos en el estudio de la escasez de agua en la ciudad, cuando la consideración de las dinámicas sociales y políticas pudieran ser igual de importantes (Castro et al., 2004: 340). Para explorar esta afirmación, la autora analiza los conflictos por el agua en el valle de México, la Ciudad de México y los municipios conurbados del Estado de México.

      Cabestany retoma el enfoque de la estructura de oportunidad política (McAdam et al., 1996; Tarrow, 1999; Tilly, 2004; Valocchi, 1996) y propone que las acciones colectivas no son una respuesta inmediata a una situación objetivamente desfavorable, sino que aquellas reciben la influencia de distintos elementos; uno sería el ambiente político en el que suceden (McAdam et al., 1996: 12). De igual modo, Cabestany analiza los conflictos en la Ciudad de México y el Estado de México observando el juego entre dos mecanismos explicativos del contexto político, delimitados por su opción analítica, la apertura del sistema político para la participación y la propensión y capacidad del Estado para la represión y su relación con el mayor o menor grado de forma contenciosa que adoptan las acciones en su ámbito de análisis.

      Cabestany concluye que el hallazgo sobre la concentración de mayores acciones disruptivas en los municipios conurbados y de su potencial explicación mediante las diferencias en los contextos políticos locales, permite subrayar


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