Estudios sobre la Filosofía Política de Francis Bacon. Teresita García González

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       La estrategia retórica de Francis Bacon para difundir su Nueva Ciencia

       Antonio Marino López

       I

       II

       III Breves consideraciones preliminares sobre la retórica

       IV La retórica en el primer Ensayo

       V Las tres apologías en The Advancement of Learning

       a) La apología frente a los teólogos

       Excurso sobre la caridad

       b) La apología frente a los políticos

       c) La apología frente a los sabios

       VI Conclusiones

       Apéndice: Ensayo de Bacon y traducción

       Bibliografía

      Reseña

      Los estudios reunidos en este libro comparten una pregunta: ¿Cómo surgió la gran revolución en la filosofía, la política y la ética conocida hoy en día como “Modernidad”? En ellos se exploran desde cuatro perspectivas diferentes los argumentos usados por el fundador del mundo moderno, Francis Bacon, para refutar, persuadir, demostrar y prometer que el hombre puede ser amo y señor de la naturaleza. Quienes cultivaran su nueva ciencia obtendrían longevidad saludable, seguridad y riqueza: los fines buscados por todas las sociedades modernas. En la perspectiva política se examina La Nueva Atlántida, en la cual se esboza una sociedad perfectamente moderna regida por sabios científicos. Por qué Bacon se considera más sabio que los filósofos de la antigüedad es la pregunta que guía al segundo estudio, en el cual se interpreta La Sabiduría de los Antiguos. La polémica contra la ciencia aristotélica escolástica es examinada en el tercero, y en el cuarto las estrategias retóricas para difundir su proyecto, centrando la atención en el Avance del Saber y algunos de sus Ensayos.

      Presentación

      Los cuatro estudios sobre la filosofía política de Francis Bacon presentados en este libro son los frutos del trabajo realizado en el Seminario de Filosofía Política del Programa de Investigación de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, UNAM. Todos comparten una de las preguntas recurrentes en dicho seminario: ¿cómo y por qué se inició esa gran revolución del pensamiento llamada “Modernidad”? Implícita en la pregunta se encuentra una amplia gama de interrogantes anejas que abarcan desde la difícil cuestión de la ruptura con las tradiciones clásicas y cristiana, las razones y motivaciones de los pensadores fundadores de la Modernidad, hasta la profundidad y claridad con la cual concibieron tanto la posibilidad de implementar como los beneficios que con su nueva ciencia esperaban otorgar a la humanidad. La esencia del proyecto moderno consiste en proponer una nueva concepción de la relación entre teoría y praxis o, en otros términos, entre filosofía y sociedad. Por primera vez se afirma que el filósofo no sólo puede sino que está obligado a realizar investigaciones que beneficien al género humano. Esta tesis se opone radicalmente a la de los filósofos de la antigüedad, quienes mantenían que la armonía de saber y poder, el filósofo-rey, era una quimera imposible de realizar. Es evidente que la tesis de los modernos sólo podría sostenerse si el poder de la inteligencia humana es mucho mayor de lo que concibieron los antiguos. Descubrir el poder de la inteligencia humana requería purificarla de los dogmas que la limitaban, tanto los de índole metafísica como los teológicos. Además, puesto que el propósito era incrementar el poder humano, era insoslayable demostrar que la razón más poderosa también sería más benéfica para la humanidad. Para ello se requería una revolución en la ética. Poner en marcha una revolución tan radical a su vez hacía indispensable una estrategia retórica para entusiasmar a quienes veían con buenos ojos las innovaciones sin despertar la desconfianza y la oposición de los ortodoxos y conservadores. Cumplir con ambos fines simultáneamente hacía necesaria una mezcla de argumentación explícita con indicios más o menos velados. Era menester mostrar la innovación como motivada por fines inobjetables. Francis Bacon fue el gran maestro de esta sutil retórica cuyo éxito se constata con las grandes transformaciones del mundo realizadas, conforme su teoría determinó a la praxis, durante los últimos cuatro siglos.

      Sólo atendiendo cuidadosamente a los diversos modos de presentación utilizados por Bacon en sus obras se puede penetrar hacia el núcleo de su pensamiento. Dado que sus obras están dirigidas a diferentes clases de lectores, y en cada caso se utiliza la retórica ad hoc, la tarea hermenéutica es compleja. Cada uno de los escritos presentados aquí aborda una de las obras del filósofo inglés, realizando una hermenéutica cuidadosa con la cual se hacen evidentes las modalidades de discurso aplicadas en ellas: Nueva Atlántida, La Sabiduría de los Antiguos, El Avance del Saber y los Ensayos o Consejos Civiles y Morales, son los textos interpretados.

      En su trabajo sobre la Nueva Atlántida, intitulado “Las leyes secretas de Bensalem, ciudad de la Nueva Atlántida”, Teresita García González explora cuidadosamente los pasajes ricos en alusiones y magros en explicaciones de esta obra, publicada póstumamente por William Rawley en 1627. En este libro Bacon describe a la sociedad que, según lo imagina, su nueva ciencia podría originar. Aunque usualmente se le ha considerado una utopía sin mayor relevancia para la comprensión de la doctrina política de Bacon, la interpretación presentada por Teresita García nos permite ver que la obra contiene indicaciones muy importantes para entender el tipo de leyes y costumbres necesarias para una sociedad regida por una élite de sabios científicos. Destaca como tema principal la adaptación del cristianismo a los nuevos órdenes de la sociedad; asimismo, se atiende de manera especial a la legislación respecto de la familia, cuya función principal se reduce a la reproducción. Bacon ciertamente parece creer que la sociedad de la Nueva Atlántida es la más feliz que puede haber entre los hombres. En su interpretación, Teresita García se pregunta en qué consiste esta felicidad y qué tan deseable es. Esta pregunta es de gran relevancia para quienes vivimos en las postrimerías de la Modernidad porque al comparar la felicidad baconiana con nuestras propias nociones podemos reflexionar más a fondo sobre la relación entre los fines imaginados por el padre de la ciencia moderna y la situación en que de hecho nos encontramos nosotros sus herederos después de cuatro siglos. Ciertamente, nuestro mundo, con sus abismales contrastes entre pobres y ricos, la crisis ecológica y la amenaza de guerra nuclear, en nada se parece a la sociedad soñada por Bacon. ¿Esta diferencia se debe a alguna deficiencia inherente en el proyecto o a la falla de las instituciones políticas gestadas por la Modernidad?

      En el ensayo “La sabiduría en la Sabiduría”, Luis Octavio García Mondragón se aplica, con amplia erudición y finísima sensibilidad hermenéutica, a recorrer los complejos laberintos construidos por Francis Bacon en su La Sabiduría de los Antiguos. En la superficie, esta obra parece meramente mostrar que los mitos de los verdaderos antiguos contienen una sapiencia


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