Drogas inteligentes. Juan Carlos Ruiz Franco
la droga —en el sentido que aquí damos al término, no según el significado negativo que suele atribuírsele— bien puede ser consustancial al ser humano. ¿Y acaso hay algo mejor que conocer a nuestra compañera inseparable?
1.6. Términos y conceptos importantes
1.6.1. La denominación «drogas inteligentes»
a) El término «droga»
El término «droga» es indudablemente feo. La mayoría de las personas, el hombre de la calle —término tantas veces utilizado para referirse a los no especialistas— lo asocia inmediatamente a delincuencia y marginalidad. Lo cierto es que la culpa no es suya, o al menos no toda. Los medios de comunicación no dejan de informarnos sobre delitos cometidos por personas supuestamente bajo los efectos de algún tipo de droga prohibida y perjudicial —o bien para podérsela costear—, la cual les impulsa a delinquir. De esta manera, el término ha adquirido una serie de connotaciones peyorativas que nunca antes tuvo (8).
Ésta es una cuestión demasiado debatida, que hemos citado antes, y de la que podríamos hablar y discutir sin parar, así que nos limitamos a señalar que posiblemente no sea la droga la que crea el problema, sino el uso que se hace de ella, que viene condicionado por una multitud de factores tales como la educación del sujeto, su entorno, la sociedad en la que vive y —por qué no decirlo— las legislaciones de los Estados, que son las que deciden si una sustancia es considerada maligna o benigna, perseguida o aceptada. Me gustaría remitir al lector a la magnífica y enciclopédica obra de Antonio Escohotado (9) para aclarar este asunto, si bien tratamos sobre él cuando afecta al nuestro, las drogas inteligentes.
b) Drogas menos inteligentes: las comúnmente aceptadas y consumidas por personas que dicen odiar las drogas
El alcohol
Las bebidas alcohólicas han sido y son comúnmente utilizadas y consumidas en nuestra cultura: el vino consagrado es la sangre de Cristo. Es cierto que la toma de una pequeña cantidad de alcohol produce desinhibición, lo cual nos permite olvidar por un momento la timidez, los problemas personales y los complejos, estado temporal que puede hacer salir la energía que llevamos dentro. Sin embargo, en cuanto se sobrepasa cierto límite, el alcohol produce depresión del sistema nervioso central, con marcada disminución de facultades físicas y psíquicas.
De lo que no cabe duda es de que el alcohol destruye la vita-mina B6, fundamental en la producción de neurotransmisores —los mensajeros de la actividad cerebral— a partir de los aminoácidos. También destruye la vitamina B12, por lo que se puede llegar a sufrir una anemia. Reduce los niveles de vitamina C, importante para la buena salud, y de ácido fólico, lo cual puede producir otro tipo de anemia. Por último, el alcohol hace disminuir los niveles de testosterona, por eso es tan difícil mantener relaciones sexuales estando ebrios, a pesar de que el consumo de una pequeña cantidad nos haga más extrovertidos y proclives a relacionarnos.
Bebidas alcohólicas
El tabaco
El tabaco, otra de las drogas legales, es también perjudicial. Produce una euforia momentánea debido a la estimulación dela nicotina sobre los receptores nicotínicos del cerebro. Pero después de esa estimulación artificial viene la caída, que puede evitarse tomando otra dosis, y así hasta el tabaquismo crónico, con sus problemas pulmonares y cardiovasculares. Esta droga destruye la vitamina B1, encargada de transformar los hidratos de carbono—uno de los principios alimenticios, contenido en patatas, cereales, pan, pastas y frutas— en energía, con lo que se dificulta la obtención de la fuerza necesaria para una buena actividad intelectual. Destruye también el ácido fólico, vitamina B6 y vitamina C, con los problemas que ya hemos comentado en el caso del alcohol.
Cigarrillos
Anticonceptivos
La píldora anticonceptiva es también perjudicial en la medida en que destruye vitamina B6. A esta acción nociva se debe el cansancio, depresión y apatía que muestran algunas mujeres, porque sus organismos no pueden, ante esta carencia, producir la cantidad de neurotransmisores necesaria para el equilibrio emocional (serotonina) y para la activación cerebral (dopamina y noradrenalina). También disminuyen los niveles de ácido fólico, vitamina C y vitamina B12. El mecanismo de la píldora es bastante simple: tomar hormonas femeninas para que, ante un exceso en el cuerpo, no se produzca la ovulación. Este exceso de hormonas femeninas produce una disminución en la ya escasa cantidad de testosterona que tiene la mujer, con lo que ve disminuidas su agresividad, capacidad de decisión, ganas de lu-char, competitividad, etc.
Opio en medicamentos legales
Hay que tener cuidado también con algunos antidiarreicos y antitusígenos —medicamentos para la tos— bastante populares, porque contienen opio o derivados suyos. Es curioso que el Papaver somniferum sea una droga perseguida, mientras que se incluye en especialidades farmacéuticas, sin que los gobiernos encarcelen a los laboratorios. Parece que nuestros Estados tienen que velar por nosotros, permitirnos tomar ciertas drogas cuando estamos enfermos y prohibírnoslas cuando lo que queremos es evasión. Da la impresión de que la consigna es evitar que busquemos diversión por métodos no legales que no incrementen el erario público.
En el caso de los medicamentos para la tos y los procesos catarrales, algunos no sólo contienen codeína —un opiáceo—, sino también seudoefedrina, un estimulante. Nuestro estado pastor (véase nota 7) tiene que velar por nuestra salud y prohibirnos las drogas perjudiciales, para que luego los defensores de la salud pública nos las prescriban, y así lo que antes era droga dañina queda ahora consagrado como medicina milagrosa. No hacía falta que la medicina oficial enseñara a la sabiduría popular que el opio es astringente y calma la tos, y menos que vengan a vendernos lo que antes nos habían prohibido, simplemente cambiándole el nombre y la presentación.
1.6.2 El término «nootrópico»
En este libro tratamos las denominadas «drogas inteligentes», traducción del término inglés smart drugs, comúnmente utilizado para designar este tipo de productos. Es también frecuente el uso de la palabra «nootrópico», que procede del griego noús (mente) y trópos (movimiento), dando a entender que se trata de sustancias que actúan sobre las capacidades cognitivas, moviéndolas o transformándolas para así mejorarlas. Es cierto que se trata de una definición muy amplia, y que podría aplicarse a muchas drogas, así que nos parece más apropiado decir que se trata de sustancias que mejoran y facilitan la inteligencia, el aprendizaje y el recuerdo de conocimientos, sin efectos importantes para el sistema nervioso central, y con escaso poder tóxico.
El término «nootrópico» fue acuñado por el farmacólogo Cornelius Giurgea en la década de 1970. Para el creador del vocablo, un nootrópico debería reunir las siguientes características:
1. Mejora del aprendizaje y de la memoria, especialmente si el metabolismo neuronal está alterado por una carencia de oxígeno, electrochoque o problemas relacionados con la edad.
2. Facilitación del flujo de información entre los hemisferios cerebrales.
3. Mejora de la resistencia general del cerebro a daños físicos y químicos.
4. Estar libre de cualquier otro efecto psicológico o fisiológico, es decir, no presentar ningún tipo de propiedad no deseada (10).
Estos criterios citados, sobre todo el de facilitar el flujo entre hemisferios cerebrales, pueden parecer vagos o absurdos a los estándares científicos. Sin dejar de reconocer que las propiedades atribuidas