La Revolución francesa y Napoleón. Manuel Santirso
LA REVOLUCIÓN FRANCESA
Y NAPOLEÓN
LA REVOLUCIÓN FRANCESA
Y NAPOLEÓN
El fin del Antiguo Régimen y el inicio de la Edad Contemporánea
Manuel Santirso
La Revolución francesa y Napoleón
© 2019, Manuel Santirso
© de esta edición, Shackleton Books, S.L., 2021
@Shackletonbooks
Realización editorial: Bonalletra Alcompas, S.L.
Diseño de cubierta: Pau Taverna
Diseño de tripa y maquetación (edición papel): Kira Riera
Composición ebook: Víctor Sabaté (www.igludelibros.com)
© Fotografías: Todas las imágenes son de dominio público excepto las de la página 24-25 de la edición en papel (lenisecalleja.photography/Shutterstock). Icons by Icons8.
© Cartografía de los apéndices: Geotec
ISBN: 978-84-1361-014-6
Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento y su distribución mediante alquiler o préstamo públicos.
Índice
El Antiguo Régimen y la monarquía absoluta en Francia ~ 1754-1789 ~
La competición por las colonias (1756-1783)
La reacción nobiliaria (1787-1789)
La revolución y la Asamblea Nacional ~ 1789-1792 ~
Las reformas de la Asamblea Nacional Constituyente
Formas revolucionarias de encuadramiento y organización
De Varennes a la Asamblea Legislativa
La fase radical: la Convención ~ 1792-1795 ~
La Convención montañesa y el Terror
La revolución se propaga: el Directorio ~ 1795-1799 ~
Las campañas militares en Europa
Las repúblicas hermanas y el despertar nacional
La fase napoleónica ~ 1799-1815 ~
Las realizaciones del Consulado
De Tilsit a Leipzig pasando por Bailén
Fontainebleau, Viena, Waterloo… Santa Elena
Introducción
Las edades históricas son una pura convención, una forma de pautar el devenir humano, por definición continuo, y jamás comienzan o terminan un día concreto. Sin embargo, el tópico escolar de que la Edad Contemporánea se inicia el 14 de julio de 1789 con la toma de la Bastilla encierra parte de verdad. Cierto, la historia no se atiene a cortes tan drásticos, pero aún resuenan las palabras del escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe, que ante las fuerzas desplegadas en la batalla de Valmy de 1792 no pudo menos que exclamar «aquí y ahora comienza una nueva era de la historia universal».
Sin ir tan lejos como él, hoy sabemos que en las últimas décadas del siglo xviii y las primeras del xix se gestó un cambio drástico en la historia humana. Naturalmente, la Revolución francesa no produjo semejante mutación por sí sola, pero fue una pieza imprescindible de esa bisagra histórica. Aportó la instauración consciente de los principios de libertad —individual—, igualdad —ante la ley— y propiedad —privada—; también, aunque solo después de un largo recorrido, el de fraternidad.
La Revolución francesa, en efecto, no fue patrimonio exclusivo de la burguesía, una clase social en embrión que se formaría al compás del proceso revolucionario, de las libertades que implantó y de las reglas económicas que impuso. También perteneció a los campesinos, la inmensa mayoría de la población entonces, y a la plebe de las ciudades. Todos reaccionaron ante el colapso del Antiguo Régimen que, después de una última etapa de esplendor, se alzaba como un obstáculo para el crecimiento y el progreso. Los insuperables problemas financieros de la monarquía de Luis XIV, el precedente de la Revolución estadounidense de 1776 y una