E-Pack Los Fortune noviembre 2020. Varias Autoras

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no se había creído esa historia, y se lo había dejado bien claro en un larguísimo mensaje de voz. Su madre no vivía en otro mundo, después de todo. Ella también se había enterado de la desaparición de William Fortune, y ya le había recomendado a su hija que aprovechara bien el tiempo que iba a pasar al lado de su jefe en esos momentos difíciles. Deanna se había enfadado tanto esa vez que sí le había devuelto la llamada, pero no había conseguido gran cosa con ello. Gigi había vuelto a acusarla de abandonarla cuando más la necesitaba y Deanna se había sentido más culpable que nunca, así que finalmente le había dicho a su madre que se buscara un psicólogo y que no volviera a llamarla hasta que lo hubiera encontrado.

      En ese momento sonó el timbre de la puerta y todos se sobresaltaron. Isabella fue a abrir rápidamente y en cuestión de segundos regresó acompañada de Ross. El detective buscó a Lily con la mirada y no tardó en encontrarla. La prometida de William se había quedado inmóvil, con los brazos alrededor del vientre. Todo el mundo se puso en pie…

      —Han encontrado el coche —les dijo Ross. Jeremy fue junto a Lily, como si creyera que iba a desmayarse.

      —¿Y? —preguntó Lily, con la cara pálida.

      —No hay rastro de él —su voz sonó cauta y Deanna advirtió la mirada que intercambiaba con sus primos.

      —¿Dónde está el coche? —preguntó Lily. Su voz ya no sonaba tan fuerte.

      —A las afueras de Haggarty.

      Deanna se sobresaltó al oír el nombre del pueblo. Darr lo había mencionado el día de la boda. Había dicho que un accidente había ocurrido muy cerca de allí. Un accidente mortal… Lily soltó el aliento bruscamente y se tapó la boca con la mano. Un momento después, casi se desplomó. Isabella dio un grito, saltó de la silla y fue hacia ella.

      —Se ha desmayado. Tenemos que tumbarla un poco —dijo Jeremy—. Tengo sales en mi maletín.

      —Llévala a nuestro dormitorio. Es el más cercano. Yo te llevaré el maletín —Isabella salió casi corriendo de la habitación, guiando a Jeremy.

      Deanna los vio marcharse. El corazón le latía tan fuerte que podía sentir cómo retumbaba la sangre dentro de su cabeza. Ni siquiera se dio cuenta de que le había agarrado la mano a Drew hasta que sintió que él cerraba los dedos alrededor de los suyos propios.

      —La policía no ha establecido ninguna conexión entre ese accidente y el de William —dijo Ross, contestando a la pregunta que todos tenían en la mente—. Todavía —su voz sonaba siniestra—. El otro coche no mostraba signos de haber colisionado con otro vehículo. No encontraron restos de otro vehículo cuando buscaron entre los árboles. Al parecer ese coche perdió el control en una curva e impactó contra unos árboles antes de caerse por un barranco. Las autoridades todavía sostienen que ha sido un accidente con un sólo vehículo implicado. El Mercedes de William, en cambio, está al fondo del barranco, a cierta distancia. Está en un sitio de difícil acceso. Hay mucha maleza y árboles. Una pareja de excursionistas lo encontró de milagro. No es un lugar muy frecuentado.

      —Quiero ver el coche —dijo Drew abruptamente.

      J.R. asintió.

      —Yo también —dijo Ross—. Y quiero hablar con la policía de Haggarty y con la pareja que encontró el coche. Quiero hacerlo lo más pronto posible, cuando todavía lo recuerden todo.

      —Entonces vamos —dijo Drew sin más dilación.

      —¿J.R.?

      J.R. se volvió a tiempo para ver regresar a Isabella.

      —¿Cómo está Lily?

      —Ya está recuperando la consciencia. Jeremy quiere que guarde reposo durante un rato. Tiene la tensión muy alta y la está amenazando con darle un sedante si no se tranquiliza —miró a Deanna y a Drew y después a su marido—. ¿Puedo hablar contigo un momento?

      J.R. frunció el ceño y fue tras ella.

      —¿Sabes si el coche de papá está muy dañado? —le preguntó Drew a Ross.

      Éste último sacudió la cabeza.

      —Los investigadores se dirigían hacia el lugar cuando me llamó mi contacto de la policía de Haggarty, así que no se sabe nada todavía. Quiero ir para allá antes de que anochezca para verlo todo con mis propios ojos. Ya ha llovido desde el accidente, así que no sabemos si quedarán muchas pruebas.

      J.R. volvió justo a tiempo para oír las últimas palabras de Ross.

      —Id Drew y tú. Yo tengo algo que hacer aquí.

      —¿Y eso es más importante que averiguar dónde demonios está papá? —le preguntó Drew en un tono de enojo.

      Deanna trató de apretarle la mano, pero él la fulminó con una mirada.

      —Ahora mismo, sí —dijo J.R. en un tono de calma—. Tengo que llevar a mi mujer a la ciudad para que vea a su médico.

      Drew masculló un juramento.

      —Lo siento, hombre. ¿Se encuentra bien?

      —Cree que está embarazada.

      Deanna soltó el aliento bruscamente.

      —Si lo está, no quiero que corra ningún riesgo.

      Drew asintió con la cabeza.

      —Claro —le dio una palmadita en el hombro a su hermano mayor—. Un bebé, ¿eh? —le dijo, sonriendo—. Eso sería una muy buena noticia.

      J.R. estaba un poco pálido, pero su sonrisa fue sincera.

      —Ya lo creo —dijo, asintiendo.

      Ross también sonreía.

      —Me tendré que acostumbrar a verte cambiando pañales —le dijo a su primo.

      —Bueno, primero tenemos que asegurarnos de que no pase nada esta vez —dijo y salió del salón—. Llamadme en cuanto sepáis algo —gritó desde el pasillo.

      —¿Esta vez? —Ross miró a Drew, pero éste sacudió la cabeza.

      —Isabella perdió a un bebé hace algunos meses —dijo Deanna tranquilamente. Como J.R. ya les había dicho algo, no sentía que estuviera traicionando su confianza. Además, Isabella tampoco le había dicho que fuera estrictamente un secreto.

      —¿Y tú cómo lo sabes?

      La desconfianza de Drew se le clavó en el corazón. Los demás no tenían por qué verla como una simple secretaria que fingía ser su prometida. Él lo sabía, pero los demás no.

      —Isabella y yo hemos hecho buenas migas desde que llegué.

      —Las mujeres hablan mucho —dijo Ross, simplificando las cosas. Será mejor que vayamos en coches distintos a Haggarty. Yo me quedaré más tiempo que tú seguramente. El terreno es un poco accidentado. Llévate uno de los todoterrenos — miró a Deanna de arriba abajo—. Y poneros botas si las tenéis.

      Deanna dio un paso adelante en cuanto Ross abandonó la habitación. Había dado por sentado que iría con Drew.

      —¿Quieres ir? —le preguntó éste. Su voz sonaba escéptica.

      Hubiera sido muy fácil decirle que no quería ir. Tenía muchas cosas que resolver para Fortune Forecasting. Sin embargo, en el fondo sí quería ir con él. Quería estar a su lado pasara lo que pasara.

      —¿Tú quieres que vaya? —le preguntó, levantando la barbilla.

      —¿Por qué estás enfadada?

      —No estoy enfadada —le dijo, sabiendo que no era del todo verdad. En realidad sí que estaba un poco molesta después de comprobar que él sólo la veía como una simple secretaria.

      ¿Cómo había sido tan tonta como para pensar algo distinto?

      —¿Sí o no? Tu primo nos espera


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