El hombre que fue jueves. G. K. Chesterton
en el río, en el bastón de verduguillo y el revólver que estaban sobre la mesa. En cuanto la elección se dio por irrevocablemente concluida y Syme recibió sus credenciales, todos se pusieron de pie y se mezclaron en la estancia. Syme, sin saber cómo, se encontró de manos a boca con Gregory, que lo contemplaba con asombro y con odio. Ambos callaron. Al fin Gregory pudo articular:
—¡Es usted un demonio!
—Y usted —contestó el otro— es todo un caballero. —Usted —decía Gregory temblando—. Usted me ha metido en esto; usted fue el que...
—Sea usted razonable —dijo Syme—. Si a eso vamos, ¿quién me trajo a mí a este parlamento de demonios? Usted me hizo jurar, antes que yo a usted. Yo creo que los dos hemos hecho lo que creíamos que estaba bien. Pero diferimos de tal modo en nuestro concepto del bien, que entre nosotros no puede haber la menor concesión. Entre nosotros no puede haber más que el honor y la muerte.
Después se cubrió con la capa y se embolsó la botella.
—El bote espera —dijo Mr. Buttons interponiéndose—. Tenga usted la bondad de seguirme.
Con pasos de guarda nocturno de almacén, Mr. Buttons condujo a Syme por un pasadizo estrecho y blindado. El agonizante Gregory les seguía, pisándoles los talones.
Al cabo del pasadizo, Buttons abrió una puerta que dejó ver, bajo la luna, la plata y azul del río, como en un escenario de teatro. Muy cerca de la salida esperaba el bote de vapor, masa oscura y pequeña que parecía un dragoncito con un ojo rojo encendido.
Ya a punto de subir, Gabriel Syme se volvió al ensimismado Gregory.
—Ha cumplido usted su palabra —le dijo cortésmente, la cara escondida en la sombra—. Es usted un hombre de honor. Le quedo a usted muy agradecido. Y ha cumplido usted su palabra hasta en un sentido muy especial. Me prometió usted una cosa al principio de todo esto, que también me ha cumplido usted.
—¿Qué cosa? —preguntó Gregory, que tenía un caos en el alma—. ¿Qué cosa le prometí a usted?
—Una noche muy divertida —dijo Syme. Y subió en el bote, que al instante se puso a andar. Syme hizo un saludo militar con el bastón.
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