Desafíos en la formación de psicólogos de las organizaciones y el trabajo. Группа авторов
aprendiz capta lo que es una ciencia y el contenido de aquella que él eligió para su trabajo profesional. Esa visión sistemática capacita al estudiante para comprender la profundidad, el avance, la aplicación y las limitaciones de ese campo de conocimientos, y lo instrumentaliza para la acción profesional.
Este paso de la capacitación profesional hacia el acceso amplio, totalizante y articulado del estudiante a una ciencia, como la psicología, lo pone en interlocución con autores y profesionales, y con sus propios conocimientos ya acumulados, de tal manera que forma su capital intelectual, fomenta su reflexión crítica para dar más consistencia a ese capital y ofrece oportunidades de evaluaciones concretas y de intervenciones en problemas cuya solución depende de insumos científicos y técnicos. De esa visión sistemática de la ciencia que él estudia surge una referencia necesaria para las evaluaciones que la acción profesional demandará de él, a partir de la cual podrá percibir los movimientos del fenómeno estudiado en el mundo. La formación de esta referencia es una actividad de largo plazo y siempre abierta a avances. La capacitación profesional proviene de la articulación de esas actividades, de la interlocución con autores a través de lecturas y debates, de la actuación sobre los problemas, articulada y dinamizada por la reflexión del propio estudiante. La capacitación profesional depende de un tiempo de maduración, porque no es un aprendizaje limitado a secuencias de procedimientos funcionales en los cuales el individuo recibe informaciones nuevas y las acumula. La capacitación es un proceso que requiere el protagonismo creativo en una acción de largo plazo, construida a partir de la participación activa del estudiante (Furedi, 2004) mediante su reflexión.
El conocimiento es una cognición significativamente distinta de la acumulación de informaciones. Consiste en la integración creativa entre comprensiones adquiridas anteriormente, en un proceso acumulativo y confrontativo con nuevos contenidos, que son regularmente expuestos al individuo. El conocimiento es un instrumento crucial de la comprensión crítica del mundo. El espectro de actividades llamadas didácticas, propuesto en las escuelas, es una herramienta para generar una reflexión de cuya revisión y comprensión surge un proceso continuo de aprendizaje. Ese proceso es llevado a cabo a través del protagonismo reflexivo e interiorizado del estudiante, que enriquece su capital intelectual, en busca de profundización y expansión de la comprensión del mundo. La comprensión es una elaboración del individuo que lo capacita para percibir y entender los eventos en su articulación con distintos contextos. La captura de los eventos articulados como totalidades, en sus diferencias, interfaces e impactos, favorece la producción de sentido a partir de los movimientos, las causalidades y los cambios que se observan en el mundo. Es, además, un requisito crucial de la intervención profesional, porque expone no solamente las cadenas de causalidades, sino también las cadenas de razones que explican las causalidades constatadas. Construida desde esa línea, la capacitación profesional es un proceso sin punto de llegada, en el cual nuevos conocimientos fomentan más reflexiones, de las cuales resultan la evolución y maduración de la comprensión.
Por lo tanto, el conocimiento no es un mero conjunto de informaciones que uno adquiere y que puede ser, más tarde, remplazado por otro, sino que es una totalidad, continuamente reconstruida con la llegada de nuevos datos e ideas que son rearticuladas en nuevos sentidos para dar cuenta de su complejidad a través del protagonismo reflexivo del alumno. El conocimiento es un instrumento de la comprensión y, a su vez, esta se configura como un instrumento de la intervención profesional. La formación profesional del psicólogo, como la de otros profesionales, es el resultado de la exposición del alumno a actividades didácticas articuladas para la secuencia: conocer para comprender, comprender para poder intervenir e intervenir para comprender mejor. Hoy, el avance de la inteligencia artificial es interpretado por algunos individuos como una forma de conocimiento, porque integra informaciones y maneja cadenas de causalidades; pero no hay señales de que produzca comprensión de las cadenas de razones que explican las cadenas de causas.
La formación profesional ocurre en un proceso a largo plazo de desarrollo, expansión y profundización de la comprensión. Ese proceso requiere la interacción sistemática entre el aprendiz y la masa de conocimientos y procedimientos construida en su trayectoria de aprendizajes y de experiencias. La adquisición de nuevos conocimientos no simplemente remplaza, acumula o expande, implica, además, impactos en la comprensión que el individuo desarrolla, la reformula y por lo tanto la hace evolucionar. Esa reformulación no es una actividad meramente mecánica y funcional, sino siempre creativa, porque demanda alguna reelaboración, principalmente enriqueciendo las cadenas de razones que explican los eventos. La reformulación no está libre de obstáculos. Los prejuicios, las intenciones y la resistencia pueden dificultar la integración de conocimientos y la elaboración de comprensión. Por ese motivo, la formación profesional puede ser optimizada a través del apoyo de preceptores, en las diferentes etapas. Estos profesionales, por fuerza de su experiencia, pueden estimular al alumno para que reflexione, cree, observe y critique, prácticas que sirven de insumo para la interlocución. El preceptor es un recurso que enriquece la identificación de sesgos y de otros obstáculos que impiden al aprendiz reconocer e integrar nuevos conocimientos y los motivos que sostienen esos obstáculos. En resumen, el pregrado es una etapa en la que el aprendiz es expuesto a una visión totalizante y sistemática de alguna ciencia, con la que su aprendizaje puede ser monitoreado, y su reflexión puede ser estimulada para capacitarlo en un proceso acumulativo y profundizar su comprensión de la realidad, que fundamenta su potencialidad de intervención profesional en las necesidades y los problemas de la sociedad.
En pocas palabras, el pregrado capacita y articula la permanente interlocución del alumno con fuentes de conocimiento a través de las cuales es motivado para llegar a la reflexión crítica, que es el combustible de su emancipación intelectual. Esta es una competencia que posibilita la evaluación de la validez y las interfaces de los conocimientos que fundamentan su comprensión de la realidad, de las críticas y de los avances ofrecidos por sus interlocutores. La amplia diseminación de las llamadas fake news es señal de la debilidad en la búsqueda de la emancipación intelectual de las personas. La emancipación intelectual es adquirida como proceso de maduración durante todo el pregrado y siempre puede ser profundizada. De Charms (1968) llama a esa competencia de seguridad ontológica, que él define como la confianza crítica que un individuo desarrolla con su propia capacidad de comprender teorías y la certeza de que es capaz de evaluar su aplicación. La seguridad ontológica nace de la crítica de la comprensión que el individuo tiene de los problemas humanos, de la fuerza y las limitaciones de los instrumentos profesionales y de su propia competencia para decidir sobre caminos que los explican y ofrecen soluciones. Hoy, en la transición de los empleos hacia el trabajo autónomo precario y de las tareas de las máquinas u oficinas hacia las plataformas de apps, la POT avanza en la investigación del diseño de las tareas en el contexto de la infosfera (Floridi, 2019) y de la sociedad, cada día más interconectadas con la dimensión simbólica; ambas complican la organización del trabajo, debido a que las tareas no llegan diseñadas en sus operaciones, como ocurrió con las líneas de producción, sino que son creadas en plataformas constituidas por herramientas-sistemas.
Dentro de esa posibilidad de seguridad ontológica que el pregrado abre para el estudiante, la práctica profesional es un mecanismo precioso, porque en ella el alumno puede encontrar elementos para la validación de la comprensión que fundamenta su seguridad. Mientras que, carente de sistematización, el aprendizaje profesional durante la pandemia generada por la covid-19 energizó ese proceso en las diversas categorías de los profesionales de la salud, por la demanda del reexamen de su comprensión. Para buscar seguridad, el estudiante y el profesional perciben que la continuidad de su formación es un requisito insustituible, ya que el conocimiento y la comprensión no son estáticos, sino que están sujetos a nuevas contingencias que requieren una reelaboración de su comprensión y su capacitación, como se constató con las confrontaciones de opiniones y de priorización que los profesionales de la salud enfrentaron para salvar vidas ante los riesgos producidos por la covid-19. Esa continuidad puede ocurrir de muchas formas, con la práctica profesional, la investigación científica y los complementos de la formación, como la especialización y la maestría. Estas posibilidades son etapas avanzadas en las cuales el estudiante es expuesto a miradas sobre aspectos complejos y controvertidos de los problemas, en interfaz con análisis políticos y filosóficos. Estas