Gazapo. Gustavo Sainz
su casa, su abuela que le regaña, y el eco del pasado: “La misma perorata de siempre y yo de cabrón, pensando en otras cosas: nalgas por todas partes, senos por todas partes, bocas pintadas, muslos blancos detrás de las mallas de rombos delicados” (86). La vieja, siempre presente en la casa (89), encarna muchísimos celos, frustración y culpabilidad que Menelao exorciza mediante la muerte de ella; no sólo lo hace una vez, sino dos veces. La primera vez ella se muere tendida sobre la hierba del parque de Chapultepec, y después fallece en un embotellamiento de tráfico; lo importante es que en ambos casos Menelao se sueña el autor inocente de su imaginada muerte, por haberla llevado de paseo, etc., y de esa forma intenta disminuir simbólicamente su vida anterior y de borrar el peso psíquico de su niñez, manteniendo al mismo tiempo las manos limpias de más culpabilidad, por imaginaria que sea.
Ahora bien, si aceptamos el credo de E. M. Forster, al sostener éste que el fondo de toda novela se basa en el tiempo, nuestro esquema nos permite vislumbrar lo que, para nosotros, encierra el verdadero meollo de Gazapo.8 Entendemos que el eje prefigurativo (A) representa en su totalidad el tiempo futuro, y que (B) comprende el conjunto de elementos en el pasado, con el cual Menelao experimenta una especie de equilibrio, una precaria crisis temporal entre pasado y futuro, coyuntura desarrollada para caracterizar la serie de confrontaciones entre él y Tricardio.
Representando su estado transitorio e inestable, entre el pasado y el futuro, la trascendencia de este conflicto (C) refleja una esencia incompleta, fluida, algo que no encaja todavía, Menelao mismo, personaje central de la novela. Éste oscila entre el apartamento y su casa, entre el estado adulto y la niñez, entre el valor y el temor, y entre el anhelo. Sentimos, como él siente más que nadie, que aún le falta una personalidad que sea propiamente suya; hasta su nombre sufre un constante vaivén, creando un tono humorístico: Mentolado, Melachupas, Melomeas, Melenas, Melanio, etc. Además, asume gestos, posturas, actitudes, ora de algún profesor pedante, u ora de Humphrey Bogart (10) o Drácula (40); por lo tanto, está en constante crisis consigo mismo porque se siente suspendido entre un pasado que temerosamente intenta descarar y un futuro de posibilidades que apenas alcanza a soñar. Este estado de tenue equilibrio es tan agudo para Menelao, que no se permite el lujo de admitir sus derrotas en las peleas en las cuales se enfrenta. Sólo sabemos que aparecen moretones, un ojo morado, etc. Incluso inventa un ataque de un policía que le dice: “Yo ya te partí la madre una vez…” (154). Por otra parte, repite, adorna y exagera sus supuestos triunfos y los lleva como una corona.
Su estado de crisis no sólo responde a esta encrucijada, endémica en todo adolescente, sino que exacerba en (A) y (B) este arreglo esencialmente tripartito. Vamos a examinarlos en orden reverso. La situación doméstica (B) le ha ocasionado otro origen de crisis, que es la pérdida de seres amados y un traslado brusco; recuerda los conflictos familiares (124, 149); se siente rechazado por su padre (16, 27-29); ve a su madrastra como una intrusa (27, 160, 173); y a pesar de cierto desprecio a su madre que vive en su departamento, al final indica que “me acuerdo mucho de mamá” (171,186). El otro factor causante de la crisis es (A) la serie de semiseducciones que realiza el joven, las que son en realidad “cachondeos” interrumpidos, no porque Gisela se niegue, sino porque Menelao “se raja”, temeroso ante la enormidad de sus fantasías. Pone barreras, inventa pretextos y sucesos comprometedores para no consumar el acto, mientras anuncia a sus amigos que “se acuesta (lo que es verdad si sólo se piensa en la postura horizontal) con ella”. Sus logros son de tipo onanista ya que no hace el amor con Gisela.
Estos tres factores críticos representan también los enfoques generativos de la multiplicación del hilo narrativo.9 Aunque las bifurcaciones de la acción parecen ilimitadas, son variantes de un número limitado de alternativas que se agrupan alrededor de los tres ejes ya mencionados. Son resoluciones parciales de la crisis: victorias personales o desquites que, reales o soñados, resultan ser más o menos satisfactorios en los casos dados. Conste que las resoluciones no son ni tajantes ni perentorias; dejan ver que Menelao se muestra recatado no sólo con respecto al sexo, sino que, como dándose cuenta de su disposición crítica en esos momentos, se frena con respecto a su familia —no corta el ombligo—, y hasta trata de hacer las paces con Tricardio.10 De ahí que sean resoluciones sólo en el sentido de que equilibran el balance pasado-futuro para que éste no se tire ni por un lado ni por otro. En este aspecto el relato termina tal y como comienza; el equilibrio continúa como antes y los dos tiempos siguen en pugna sobre el eje del presente. Como un equilibrista de circo, Menelao sigue andando a tientas sobre el alambre de su crisis temporal, con pasos para atrás y para delante, malos pasos y tropezones, hacia la plataforma de enfrente que tal vez alcance con la madurez o que tal vez no alcance nunca.
En resumidas cuentas, creemos haber hecho evidente que la estructura y la temática de Gazapo sí tienen diseño y que se vinculan a lo largo de la narración; que en efecto se trata de un ramaje temático-estructural sobre el cual cuelga un montaje de hojas episódicas, nada azarosas si se consideran en su totalidad.
De acuerdo, señor Sainz, usted no escribió su novela “a la trompa talega”.
*Artículo publicado originalmente en Nueva Narrativa Hispánica, vol. 3, núm. 2, 1973, p. 237-244.
1 Vicente Leñero, “La narrativa joven de México”, Mundo Nuevo, núm. 39-40, septiembre-octubre de 1969, p. 18.
2 Gustavo Sainz, Gazapo, 4ª ed., México, Joaquín Mortiz, 1967.
3 “La novela de los nuevos”, Mundo Nuevo, núm. 22, abril de 1968, p. 6.
4 Op. cit., p. 6.
5 Op. cit., p. 5.
6 Op. cit., p. 4.
7 Las páginas corresponden a la cuarta edición.
8 E. M. Forster, Aspects of the Novel, Nueva York, Harcourt, Brace & World, 1954, pp. 27-32.
9 En el plano psicológico afirma Maurice Debesse en La crisis de originalidad juvenil (Buenos Aires, Nova, 1955) que “por orden de frecuencia, los hechos que más a menudo provocan la crisis [de pubertad psicológica] son los siguientes: muerte o alejamiento de un ser querido, brusco cambio de vida, aspiración frustrada y el primer desengaño amoroso” (p. 34). Citado en Raúl Vera Ocampo, “¿Complejo generacional en la nueva novela latinoamericana?” Mundo Nuevo, núm. 38, agosto de 1969, p. 79. Lo subrayado es mío.
10 Mauricio de la Selva, “Gazapo”, Cuadernos Americanos, núm. 25, 1966, p. 259.
Este libro
es para
mi padre,
y para
don Joaquín Díez-Canedo,
mi primer editor
GAZAPO (d. despec. de célt. gaz, liebre, conejo) M. I. Conejo nuevo. 2. fig. y
fam. Hombre disimulado y astuto. 3. fig. y fam. Embuste o mentira grande.
Elías Zebolo, Miguel de Toro y Gómez,
Emilio Isaza y otros escritores españoles y americanos,
Diccionario Enciclopédico