La experiencia como hecho social. Jorge Eduardo Suárez Gómez

La experiencia como hecho social - Jorge Eduardo Suárez Gómez


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      La experiencia como hecho social

      Ensayos de sociología cultural

      Santiago Carassale Real

      Liliana Martínez Pérez

      (coordinadores)

      Índice

       Estudio introductorio: experiencia, cultura y observación

       Santiago Carassale Real, Liliana Martínez Pérez

       Primera parte La cultura como operación y acción simbólica

      1  La obsesión participante. Ensayo sobre el método Federico Gobato

      2  Ocultamiento, privacidad y experiencia Jorge Lavín García

      3  Preguntas peligrosas. Sobre la (re)presentación, la entrevista y la violencia simbólica en la investigación Luis Manuel Hernández Aguilar

       Segunda parte La cultura como estructura de significados y performance

      1  Calderón y el juego de la guerra. Performance cultural y política Lucio Israel Cervantes Porrúa

      2  Habitar la historia: lecturas y transgresiones del monumento conmemorativo Carlos Nazario Mora Duro

       Tercera parte La cultura como experiencia temporalizada

      1  Testimonio de Judith Eufemio Franco Pimentel

      2  Regímenes de historicidad: entre la experiencia y la expectativa Jorge Eduardo Suárez Gómez

       Los autores

       Notas

       Créditos

      Estudio introductorio: experiencia, cultura y observación

       Santiago Carassale Real, Liliana Martínez Pérez

      Este libro se enmarca en el campo de la sociología cultural y sus artes, sus modos de hacer y de representarse. La (a)puesta fundamental pretende subrayar el ejercicio paralelo entre la experiencia investigada y la experiencia de investigar. Esta clave enfatiza en dos posibilidades: por un lado, la experiencia que constituye contenidos informativos; por el otro, la experiencia del observar y del escribir sobre lo que se observa. Aunque estas alternativas se mantienen diferenciadas, aquí se sostiene un juego contrapuntístico que busca generar un espacio de observación diferente en las ciencias sociales: un zigzagueante ir y venir entre las dos posibilidades de la investigación de las ciencias sociales: lo investigado y la investigación.

      La cultura, como objeto de investigación, ha sido abordada desde distintas perspectivas y disciplinas de las ciencias sociales —en particular, la antropología, la historia y la sociología— con la intención de definir y orientar (delimitar y encaminar) el contenido y el quehacer de las investigaciones culturales. En tal sentido, esta introducción propone un apretado balance de las conceptualizaciones clave en torno a la cultura, a la manera de un mapa que describe y localiza los fundamentos que sostienen las distintas indagaciones analíticas agrupadas en este libro, así como el horizonte de expectativas que ha guiado el seminario Sociología e Historia Cultural y el Programa de Acción de Línea Sociología en la Frontera en el que se emplazó este esfuerzo colectivo.

      La cultura como operación y acción simbólica

      Desde una perspectiva sociológica, Niklas Luhmann propone comprender la cultura como un concepto histórico cuya emergencia sitúa a partir de la segunda mitad del siglo xviii. Se trata de una operación que consiste en una observación de segundo orden, observación de observaciones, que sustituye las preguntas orientadas al qué se observa por las dirigidas al cómo se observa, algo propio de la modernidad enfrascada en comparar sociedades (Luhmann, [1995] 1997).

      De este modo, el concepto de cultura aflora históricamente a partir del giro que significó observar observadores; preguntarse cómo los observadores observan y comparar estas observaciones con las realizadas por otros observadores. Según Luhmann: “muchos campos sociales se empezaron a observar con la observación de segundo orden y con los conceptos que esto requería […] Esto es válido, por ejemplo, […] para el nuevo concepto de ideología con el fin de observar la conducción del observador observado mediante ideas (Beachtung der Steuerung der beobachteter Beobachter durch Ideen), que son tomadas por ello (no importa por qué razón)” (Luhmann, 1997: 14).[1]

      Aparece así un interés por la comparación (observación de observadores), el cual se pone de relieve a partir de un concepto de cultura “que está tomado del círculo ordenado de los temas de lo comparable y que expresamente así se presenta” (Luhmann, 1997: 16).

      Este conocimiento comparativo, visible como cultura, relativiza la religión mediante su comparación con otras religiones, lo que no conduce, sin embargo, a que la cultura ocupe el lugar jerárquico que antes tenía la religión.

      Asimismo, el lenguaje es objeto de comparación y estos intereses de comparación lingüística apuntalan el papel de la cultura, ya que por medio del lenguaje todo es intercambiable y, por tanto, comparable lingüísticamente. En este caso, de lo que se trata es del lenguaje escrito, dado que “con la escritura, las exteriorizaciones pueden ser formuladas de manera más libre y menos comprometida socialmente ya que se deslindan más de las situaciones sociales en las que los presentes reaccionan corporalmente y con ello perciben cómo se los percibe en la realidad” (Luhmann, 1997: 17).

      Por ello, la cultura ocupa un metanivel, en el cual permanece indeterminada con respecto a las relaciones de orden social (Vorrangverhältnisse), al igual que los valores indeterminados, a la vez que debe ser compatible con diferentes prioridades.

      De este descubrimiento se puede extraer una comparación triple, no solo porque lo comparado tiene que ser diferente, sino también porque debe ser elegido el punto de vista de la comparación (la cultura como observación), debe garantizarse la igualdad de lo comparado a pesar de la diferencia (observación de observadores) y debe asumirse la contingencia de la comparación.

      Desde una perspectiva antropológica, Clifford Geertz propone anclar el concepto de cultura a la interacción simbólica socialmente situada, a partir de un ejercicio interpretativo (Geertz, 1973, 1992).

      El concepto de cultura […] es esencialmente un concepto semiótico. Creyendo con Max Weber, que el hombre es un animal suspendido en redes de significación que él mismo ha urdido, tomo la cultura como esas redes, y el análisis de estas, por tanto, no como una ciencia experimental en busca de leyes sino como una interpretación en busca de sentido. Esa es la explicación que busco, interpretar expresiones sociales en su enigmática


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