Álvaro d'Ors. Gabriel Pérez Gómez
target="_blank" rel="nofollow" href="#ulink_f12558a7-5b0d-5b20-89f3-5e71d1345e8b">[125] Catalipómenos, cit.
[126] Luis Jiménez de Asúa (1889-1970). Catedrático de Derecho Penal en la Universidad Central de Madrid. Fue elegido diputado a las Cortes Constituyentes por el PSOE y presidió la comisión parlamentaria encargada de elaborar la Constitución de la Segunda República (1931). También fue vicepresidente de las Cortes salidas de las elecciones de febrero de 1936 y ostentó el cargo de Presidente de la República en el exilio, entre 1962 y 1970.
[127] Epistolario R. G., Pamplona, 6-VI-1998. El atentado se produjo a la puerta de la casa de Jiménez de Asúa el 13 de marzo de 1936. Tres individuos dispararon con pistolas contra el catedrático y diputado, resultando muerto el policía Jesús Gisbert, destinado al servicio de escolta del político. Un día después, con motivo de su entierro, unos agitadores instigaron a las masas al incendio de la iglesia de San Luis de los Franceses. Los estudiantes que atentaron contra Jiménez de Asúa eran falangistas: Alberto Ortega Arranz, Guillermo Azúa y Alberto Aníbal (los dos últimos lograron fugarse a Francia en una avioneta). Álvaro d’Ors conocía a Alberto Ortega que no murió en Madrid, sino en una «saca» de presos que se hizo en la cárcel de El Dueso (Santander) el 7-XII-1936, donde cumplía una pena de 21 años y seis meses por asesinato. Para el tema del atentado, vid. Alejandro CORNIERO Álvarez, Diario de un rebelde, Barbarroja, Madrid, 1991, p. 150. Por lo que se refiere a Ortega, vid. José Luis GONZÁLEZ GULLÓN, DYA. La Academia y Residencia en la historia del Opus Dei (1933-1939), Rialp, Madrid, 2019.
[128] C. P., p. 7.489.
[129] Se conservan dos trabajos sobre esta materia: Nota sobre la naturaleza jurídica de los derechos de autor, por Álvaro d’Ors Pérez-Peix, estudiante del Seminario de Derecho Civil y alumno libre del primer curso de dicha asignatura. Madrid, II-1935, y Nota al artículo 1.145 del Código Civil. Álvaro d’Ors Pérez-Peix, alumno libre del primer curso de Derecho Civil.
[130] La violencia y el orden, cit., p. 26.
[131] Como ha quedado dicho, era tío de su amigo Juan Barnés González de la Calle. Catedrático de Latín, era además una de las pocas personas en España que sabía sánscrito. Con barba negra, era un hombre grave, muy cuidadoso de su lenguaje y cumplidor de su oficio. «Don Pedro Urbano González de la Calle, extraño tipo de humanista, parecía por su aspecto un severo alfaquí, flaco y espiritado. Yo creo que en aspecto e ideas era el último krausista que ha existido». Julio CARO BAROJA, Los Baroja (Memorias familiares), cit., p. 157. Tras la guerra civil se exilió a Colombia y finalmente a Méjico, de donde no quiso ya volver a España: «Un día en una fiesta, Don Urbano coincidió con un ministro español que le dijo que ya podía volver a España porque Franco había perdonado a los republicanos. A don Urbano se le puso la barba de punta y le contestó: “lo que hace falta saber es si yo le he perdonado a él”, se dio la media vuelta y se fue». Mercedes DEL AMO, “Una mañana con la arabista Manuela Manzanares de Cirre”, Revista de la Consejería de Educación de la Embajada de España en Rabat (XIV), 2003, p. 14.
[132] Véase, por ejemplo, El Sol de los días 10-II-1934, p. 4 y 7-IV-1934, p. 4.
[133] Víctor d’ORS (en colaboración con Carlos d’ORS), Notas para la elaboración de una biografía de Eugenio d’Ors [Original inédito].
[134] Véase, por ejemplo, la glosa “Divorcio y bastardía”, ABC, 12-VI-1932, p. 7. Recogida en Nuevo Glosario (II), Aguilar, Madrid, 1947, p. 785.
[135] Vid. infra, OTOÑO-INVIERNO DE 1938. OFICIAL PROVISIONAL. El gobierno de Franco derogó la ley del divorcio, estableciendo en una disposición transitoria que, a instancia de parte, podían anularse las sentencias de divorcio firmes dictadas por tribunales civiles respecto de matrimonios canónicos, como era el caso de Eugenio y María.
[136] Durante la República, que le asqueaba, vivía más en París que en Madrid. Epistolario R. G., Carballedo, 4-VIII-1995. Tras el divorcio cambió el piso de la Rue du Jasmin por otro en el número 4 de la Plaza Emmanuel Chabrier.
[137] De cualquier forma, la muerte de Eugenio d’Ors en 1954, cuando Álvaro ya era padre de 6 hijos de corta edad, permitió que esta situación quedara bastante desdibujada para la familia d’Ors-Lois, ya que apenas tuvieron contacto con él. Desde 1944, yo no tuve muchas ocasiones de hablar con mi padre. A Santiago vino una vez, y conoció, en su cuna, a Miguel, el único nieto que llegó a ver. Epistolario R. G., Pontevedra, 6-X-1992.
[138] Por ejemplo, siguió muy de cerca los pasos que dio su amigo el romanista Gabrio Lombardi en la campaña que emprendió por el «no» en el referéndum sobre el divorcio en Italia, en mayo de 1974. También vivió con especial intensidad la aprobación de la correspondiente ley que vio la luz en mayo de 1981, en España. En el mismo sentido, le gustaba hacer un pequeño test para saber si una persona era “de izquierdas” o “de derechas” y que consistía en elegir entre divorcio y prostitución, entre revolución y guerra, y entre aborto y pena de muerte. A su juicio, los partidarios del divorcio, la revolución y el aborto serían típicos representantes del pensamiento izquierdista, mientras que el resto de las opciones (prostitución, guerra y pena de muerte), a pesar de ser males en sí, no afectarían a la estructura misma de las instituciones sociales. Serían «males menores», aunque su posición sobre el «mal menor» era muy clara: No me avengo al «mal menor». Aspiro al «bien mayor», aunque siempre me quede en el «bien menor». Pero, el «mal», el «mal» no se puede desear aunque sea menor que otro posible. Esto me dificulta actuar en Política... y colaborar en muchas cosas. C. P., p. 6.939. La idea misma de que se puede optar por el mal en razón de que puede haber otro mayor, que siempre lo hay, no sirve más que para debilitar la coherencia de nuestra fidelidad. Epistolario M.C.A., Pamplona, 29-I-2000.
[139] Catalipómenos, cit. Mis cuadernos-diarios, con tantas cosas vagas, intuiciones, notas de erudición, suspiros de la oración... Epistolario R. G., Pamplona, 19-V-1999.
[140] Estas lecturas dejan traslucir claramente su preferencia por el mundo clásico griego y latino (entre otros muchos, ARCHI, Il trasferimento della proprietà nella compravendita romana; HAMBIDGE, Dynamic Simmetry. The Greek Vase; Wilamovitz, Die Galliamben des Kallimachos und Catulus; PREISENDANZ, Papyrusfunde und Papyrusforschung; o BOSSIER, Ciceron et ses amis) aunque tampoco faltan libros de otros ámbitos temáticos (SCHRAMM, Donoso Cortés. Leben und Werk eines spanischen Antiliberalen; NEWMAN, Apologia pro vita sua).
[141] Por ejemplo, sobre el significado de algunas palabras de la obra de Varrón, particularmente de las Saturae Menippeae.
[142] Así, por ejemplo, sobre las incantationes en la obra de Plinio (p. 3s.), de Marcelo (p.5-7), o de Virgilio (p. 7); sobre las Epistulae de Séneca (p. 11-13 y 30-31); «sobre la fecha del proceso de la mujer de Arezzo» defendida por Cicerón cuando era adulescentulus (p. 42-44); o un largo comentario (p. 48-57 y 60-66) sobre la clasificación de las cosas (rerum divisio) desde el punto de vista jurídico.