La era de Stalin. David L. Hoffmann
la ciudad dieron la bienvenida al monumento de Stalin con tanto entusiasmo. Algunos meses después, unos encapuchados usaron una sierra para decapitar la estatua. Pocos días más tarde, la estatua decapitada fue completamente destruida mediante una bomba casera. Allá donde estuvo la estatua de Stalin hoy solo queda un pedestal vacío.
Pocos personajes históricos inspiran tanta adoración y aversión como Iósif Stalin, dictador de la Unión Soviética desde 1928 a su muerte en 1953. Bajo su mandato, la Unión Soviética pasó de ser un país agrario y subdesarrollado a una superpotencia militar que derrotó a la Alemania nazi y rivalizó con Estados Unidos por la dominación mundial. Pero esta transformación tuvo lugar mientras se aplicaba una violencia de Estado masiva, un verdadero baño de sangre. Los métodos estalinistas incluían deportaciones, encarcelaciones y ejecuciones. Literalmente millones de ciudadanos soviéticos sufrieron arrestos, pasaron hambre o murieron como resultado de las políticas estalinistas. Aunque Stalin modernizase la Unión Soviética y cambiase el curso de la historia mundial, lo hizo a un coste humano exorbitante.
Para quienes estudian la historia soviética, no hay problema más intrincado que el del estalinismo. ¿Cómo es que la Revolución de Octubre de 1917, que parecía prometer la igualdad y la liberación de los seres humanos, desembocó no en una utopía comunista, sino en una dictadura estalinista? ¿Cómo se pasó de este intento de crear una sociedad perfecta a los campos de prisioneros del Gulag, a las purgas sangrientas y a una represión estatal sin precedentes? Para responder a estas cuestiones, es imperativo estudiar los orígenes de los métodos estalinistas y examinar la combinación de fuerzas que llevó al establecimiento de semejante sistema político represivo. También es importante discutir las consecuencias del estalinismo; el impacto que tuvo en las vidas de los soviéticos y el sufrimiento que les infligió.
Antes de empezar a explicar qué causó el estalinismo, detengámonos un momento a definirlo. El estalinismo fue un conjunto de doctrinas, políticas y prácticas propias del gobierno soviético durante los años en que Stalin estuvo en el poder (1928-53), políticas caracterizadas por una coerción extrema empleada con el fin de la transformación económica y social. Entre los aspectos particulares del estalinismo estuvieron la abolición de la propiedad privada y el libre comercio; la colectivización de la agricultura; una economía planificada por el Estado y una industrialización rápida; la completa aniquilación de las llamadas clases explotadoras, mediante expropiaciones y encarcelamientos; una amplia represión de los considerados enemigos, incluyendo a los del propio Partido Comunista; un culto a la personalidad que deificaba a Stalin; y un poder dictatorial de Stalin virtualmente ilimitado sobre todo el país.
¿Qué causó el estalinismo? La explicación más simple es que fue el propio Iósif Stalin, su propia sed de venganza, su habilidad en las luchas intestinas, el modo en que acumuló poder y su excesivo recurso a las coerciones. Stalin fue un dictador implacable, alguien que firmó personalmente las condenas a muerte de miles de personas y que ordenó operaciones de la policía secreta que resultaron en innumerables arrestos y ejecuciones. Nadie pone en cuestión la culpa o la responsabilidad de Stalin en la violencia de Estado de su época. Y no cabe duda de que como dictador disfrutó de una autoridad indisputada dentro de la Unión Soviética. Como explicación histórica, no obstante, culpar solamente a Stalin de los crímenes del estalinismo resulta incompleto. El Estado soviético fue un colosal aparato burocrático supervisado por el Partido Comunista, que tenía más de un millón de miembros. Los otros líderes, los compañeros de Stalin en el Partido, compartían no solo sus creencias marxistas-leninistas, sino la mayor parte de su visión del mundo, en la que se subrayaba la lucha de clases y la necesidad de combatir a los enemigos internos. Si bien Stalin desempeñó un papel crucial en el sistema que lleva su nombre, una comprensión suficiente del estalinismo ha de ir más allá de los pensamientos y las acciones de una sola persona[1].
Otra posible explicación es que el estalinismo derivó de las tradiciones autocráticas rusas, en la medida en que tanto el gobierno zarista prerrevolucionario como la dictadura estalinista se caracterizaron por su dominio autoritario, el uso extensivo de los poderes policiales, el desprecio por los derechos individuales y el control estatal de la información[2]. Es cierto que la autocracia zarista fue una monarquía absoluta que negaba a sus súbditos derechos y libertades básicas. Los siglos de dominio autocrático no ayudaron al establecimiento de tradiciones democráticas y por lo tanto no existía una base para el desarrollo de instituciones representativas. Este legado contribuyó al autoritarismo del Estado soviético. Al mismo tiempo, cualquier tipo de ecuación fácil que relacionase el zarismo con el socialismo soviético resultaría muy engañosa. No es solo que ambos sistemas se basasen en ideologías diametralmente opuestas, sino que su grado de intervención en la sociedad fue drásticamente distinto. Mientras la policía zarista envió a unos pocos miles de prisioneros políticos a un exilio administrativo (durante el cual vivieron mezclados con la población de Siberia), la policía secreta soviética bajo el mandato de Stalin encarceló a varios millones de «enemigos de clase» y «enemigos del pueblo» en campos de prisioneros del Gulag. El gobierno zarista no ambicionaba reconfigurar a la población o moldear a sus individuos, como fue el caso del gobierno soviético, y en consecuencia su intervención social fue limitada. Así pues, junto a la personalidad de Stalin, las tradiciones políticas rusas contribuyeron al estalinismo, pero tampoco lo explican del todo.
Para entender el estalinismo, es importante considerar el contexto geopolítico en el que surgió. En 1900, el Imperio ruso había quedado muy atrás respecto a los países más desarrollados de Europa occidental. Rusia era un país desproporcionadamente agrario al que le faltaban las factorías, las florecientes ciudades y el extenso trazado del ferrocarril que caracterizaban al Reino Unido, Francia y Alemania. La mayoría de la población rusa era pobre y analfabeta. Su ejército carecía de una artillería adecuada, de municiones y buques de guerra. Para poder competir económica y militarmente, Rusia necesitaba industrializarse rápidamente[3]. ¿Pero cómo podría realizarse esto? En Europa occidental, este proceso se desarrolló durante un siglo y estuvo basado en un capitalismo de libre mercado. Así pues, un enfoque gradual no permitiría a Rusia alcanzar niveles similares, y además muchos observadores rusos sentían repulsa por la explotación y el antagonismo de clase que acompañó a la industrialización capitalista.
El hecho de que Rusia fuese un país de desarrollo tardío significó que su intelligentsia pudo apoyarse en una crítica prexistente del capitalismo industrial[4]. Los izquierdistas de Europa occidental habían condenado las desigualdades capitalistas y habían propuesto varias alternativas etiquetadas como «socialismo», que en general perseguían la igualdad económica y política de los trabajadores. Una rama del pensamiento socialista era el marxismo, basado en los escritos del filósofo alemán Karl Marx. Marx consideraba que la revolución proletaria violenta era el medio para acabar con el sistema capitalista y establecer el socialismo. Muchos intelectuales rusos se sentían atraídos por el marxismo por su crítica científica del capitalismo y su convicción de que el socialismo era inevitable. El ala más radical de los marxistas rusos, los llamados en su día bolcheviques, luego comunistas, terminó haciéndose con el poder en la Revolución rusa de 1917.
Aquí tenemos, pues, otra posible explicación para el estalinismo: la ideología marxista[5]. Lenin, Stalin y otros líderes soviéticos eran marxistas —empleaban categorías marxistas y contemplaban el mundo en términos de la lucha de clases[6]—. Creían que la historia progresaba según la línea temporal marxista y que desembocaría en el socialismo y finalmente en el comunismo. Y pensaban que, en tanto vanguardia del proletariado, el Partido Comunista podía impulsar a la Unión Soviética en un proceso de transformación económica y social. El sentido de progreso histórico de los líderes soviéticos guiaba sus políticas culturales y nacionales[7]. En este sentido, el marxismo permeó el pensamiento de los líderes comunistas y desempeñó un papel crucial en el sistema soviético.
No obstante, las ideas marxistas no explican por sí solas la génesis del estalinismo. El marxismo carecía de un proyecto para construir un Estado socialista. De hecho, los escritos de Marx solo aportaban una vaga descripción de cómo sería la vida bajo el socialismo. Es cierto que Marx consideró que la revolución proletaria violenta era el medio de acabar con el viejo orden, pero no abordó en ningún