Consagración personal a San José. Santiago Arellano Librada

Consagración personal a San José - Santiago Arellano Librada


Скачать книгу
aviso sobrenatural ocurre a Santa Celia, ¿Cuánto más no ocurriría a la Santísima Virgen? ¿Cómo sería la confirmación que ella tuvo, para saber que era José el destinado para él?

      La beata mística Ana Catalina Emmerich cuenta lo siguiente:

      Hasta aquí esta mística. María vio en aquella flor blanca, el signo sobrenatural de quién estaba destinado a ser su esposo virginal.

      Pero podemos imaginar cómo irían después hablando poco a poco de sus llamadas respectivas y dedicarían tiempo a la oración. Ellos se confían, callan y oran. José no se cansa de mirar a María y María de mirar a José. Han renunciado a la entrega carnal, pero no a la dulzura de la presencia física y a la comunión de proyectos. A través de José, María presiente el poder creador del Señor, el sentido profundo de una laboriosa actividad. José a través de María, ve reflejada la inmensa ternura divina y el valor de la contemplación y la entrega. Se complementan y cada uno aporta al otro. Armonía del modo masculino y femenino en comunión y en riqueza de matices, sin dominios ni tensiones.

      Después de un tiempo de conocimiento y discernimiento, una ceremonia oficial sellaría su acuerdo, lo que se llaman los esponsales. A partir de ese momento estaban oficialmente desposados.

      El P. Caffarel, explica cómo eran los desposorios de la época:

      Cuanto bien puede hacernos considerar este noviazgo, tan lleno de bondad ternura y pureza. Son el modelo de todo noviazgo. Aprender a amar así. Hemos de pedirle a San José que cuide el camino de los noviazgos, en primer lugar, haciendo que se conozcan los novios. Este santo es también muy bueno consiguiendo novio o novia. Una chica a la que acompaño espiritualmente desde hace años, me decía que hace unos meses había dejado cojo a San José colocando debajo de su imagen un papelito que decía: «Regálame un San José». Y así ocurrió. San José le regaló un chico majísimo y ya tienen fecha de boda.

      Meditemos hoy en el precioso y casto noviazgo entre José y María, y pidamos en un momento de oración y con el rezo del Santo Rosario, que se nos conceda un amor tan limpio y una intimidad tan profunda. Además, añadamos la gracia especial que pedimos durante este mes de San José.

      San José esposo de la Virgen María, padre y custodio de la Sagrada Familia, celestial Patriarca del Pueblo de Dios, ruega por nosotros.

      Que Dios te bendiga querido lector, y hasta mañana si Dios quiere.

      25. Henri Caffarel, Op. cit., 26-29

      26. Hélène Monguin, Santos de lo ordinario. Louis y Zélie Martin, padres de Santa Teresita de Lixieux, (Madrid: Homolegens, 2009), 31.

      27. Ana Catalina Emmerick, Visiones y revelaciones completas, tomo 2. (Asociación para la difusión de los relatos de A. C. Emmerick), 68-69.

      28. Henri Caffarel, No temas recibir a María, tu esposa: el matrimonio de la Virgen y San José, Vol. 211 (Madrid: Ediciones Rialp,1993), 32-33.

      Día 7

       Vocación de San José, dudas y anuncio

      Muy querido lector:

      Dentro de 24 días nos consagraremos a San José. Qué alegría saber que al unirnos a él, nos unimos de un modo especial también a la Santísima Virgen María, su esposa y junto con ellos podemos ser más perfectamente consagrados al Corazón de Cristo.

      Vamos a meditar hoy la vocación de San José, sus dudas y discernimiento. El texto del Evangelio de san Mateo 1, 18 nos dice: «Ahora bien, el origen de Jesús como Mesías fue así: desposada su madre María con José, antes que ellos convivieran llegó a estar encinta por obra del Espíritu Santo». (Mt 1,18-19).

      La ley común entre los que se disponen al matrimonio, dice que hay que contárselo todo. El ángel en la anunciación no pidió a María que callara. ¿Cómo no iba María a contar la confidencia divina con aquel que Dios había designado para ser su esposo?

      Estoy seguro que María con profunda emoción le contó a San José la visita del ángel, su diálogo con él y el misterio de la encarnación virginal del Hijo de Dios. María le reveló la maravilla y ambos guardaron silencio recogidos ante el misterio.

      Dice el Padre Caffarel:

      Yo no puedo pensar que José dudase de la virginidad de María. Unos ojos tan limpios en una niña tan inocente, una confidencia tan gozosa y sobrenatural.

      Con el Padre Luis María Mendizábal que así nos lo explicaba, yo creo que después de un rato San José con lágrimas en los ojos, le debió decir a la Virgen que Él no se sentía digno de acoger un misterio tan grande; que necesita rezar y pensar. San José conoce como buen judío los textos sagrados y aún más los de su antepasado David. Debió recordar el momento cuando iba a entrar el arca en su casa, no se sintió digno y dijo: «¿cómo voy a llevar a mi casa el arca de Yahvé?» (2 Sam 6,2-11).

      El rey David la hizo llevar a casa de Obededóm el sacerdote, que ahí sabrían tratarla. San José, cree que lo mejor es que María vaya a casa de su prima Isabel donde el sacerdote Zacarías sabrá tratarla. José se pone triste por tener que perder a María, al menos hasta que vea algún signo de Dios, sobre lo que tiene que hacer. María entiende, tampoco sabe qué hacer, pero con pena acepta lo que su prometido le pide. Y ahí sigue el texto de San Mateo: «María se levantó y por la zona montañosa, marchó aprisa hacia la región de Judá, a casa de Zacarías» (Mt 1,39-56). Estoy convencido de que San José le acompañó por aquellos caminos tan peligrosos.

      Me alegró mucho ver sobre el techo del convento viejo de San Giovanni Rotondo (donde vivió y murió el Padre Pío), una pintura en que se muestra como San José acompaña a la Virgen hasta la puerta de Zacarías e Isabel.

      San José, volvería a Nazaret. Se levanta pronto a rezar, se va a trabajar y lleva en el alma el deseo de hacer la voluntad de Dios; así tres meses de dolor. Y uno piensa en su bondad, en que está dispuesto a hacer la voluntad de Dios, aunque le pida que le entregue lo que él más ama, es decir a María. Con su razonamiento humano, él llega a pensarlo.

      Así nos dice el texto del Evangelio: «José, su esposo, como era justo y no quería


Скачать книгу