El socialismo y la cuestión obrera. Fernando Martínez López
embargo fue en el espacio urbano donde nació y consolidó el socialismo a finales del XIX y primeros años del XX.
2. LAS PRIMERAS SOCIEDADES OBRERAS SOCIALISTAS
Las ideas del obrerismo socialista germinaron en la ciudad de Almería entre el mundo de los oficios de barrileros, panaderos, tipógrafos, barberos, albañiles, esparteros, carpinteros, sombrereros, pintores, trabajadores del puerto, etc.11 La clase obrera almeriense como identidad colectiva se fue forjando en un proceso cuyos protagonistas no fueron precisamente los nuevos trabajadores industriales, sino los artesanos y los obreros de los oficios clásicos, escasamente sometidos a las formas productivas —mecanización y grandes establecimientos— de un capitalismo industrial prácticamente inexistente en la ciudad. Irrumpe con fuerza al declinar el siglo XIX y el lenguaje de clase, los conceptos de explotación y emancipación, los nuevos mitos, rituales y símbolos, expresión de una nueva identidad, fueron tomando carta de naturaleza en la ciudad de Almería. En ese proceso de configuración de la identidad obrera desempeñaron un papel relevante la Agrupación Socialista, las sociedades obreras de resistencia y el humus de la cultura cívico-radical que forjó la cultura republicana.
Si algunos obreros y campesinos de Adra, Dalías y Berja se vincularon a las ideas internacionalistas-anarquistas de la AIT durante el Sexenio Democrático y la década de los años ochenta y noventa, los obreros de «las artes y los oficios» de la ciudad de Almería se incorporaron a la práctica societaria durante la década de los ochenta del siglo XIX gracias al impulso de socialistas y de republicanos. Las primeras noticias de sociedades obreras vinculadas a hombres e ideas del socialismo las encontramos a principios de esa década en la capital de la provincia, en donde no había cuajado ninguna Federación obrera adherida a la Internacional en los años del Sexenio Democrático.
La conexión entre toneleros malagueños y barrileros almerienses desde los orígenes de esa actividad productiva en la provincia pudo ser con toda probabilidad la vía de penetración de las ideas societarias en la capital. Tal vez los toneleros malagueños, de larga tradición societaria, animaran a los barrileros almerienses a constituir la sociedad de resistencia que nos encontramos en 1880 e incluirse conjuntamente en la Federación de oficio. Contó con 182 socios y entre ellos empezaron a sobresalir las figuras de José Cruz y de Francisco Godoy Calvo, que será más tarde, en 1892, el primer presidente de la Agrupación Socialista.
Los barrileros no estuvieron solos en la nueva andadura societaria. Los tipógrafos habían constituido una Sociedad en 1882 con 41 socios que estuvo representada en el Congreso constituyente de la Federación Tipográfica Española celebrado en Barcelona a finales de septiembre de ese año.
Ambas sociedades tuvieron una vida efímera. La de barrileros no aparece representada en el Congreso de la Federación celebrado en 1885. Debió de desaparecer después de la represión sufrida por una huelga que impulsó en noviembre de 1883. La de tipógrafos había desaparecido en vísperas del II Congreso Tipográfico, celebrado en 1884. Juan José Morato señala los problemas de ésta y otras sociedades al indicar que «en Almería, en Valladolid y en otras secciones poco firmes, los noógrafos, ya que no dividir, lograron perturbar tanto que desaparecieron las Secciones de Almería y Valladolid».12
Las dos sociedades pueden considerarse como los primeros núcleos obreros de la provincia de Almería impulsados por planteamientos socialistas, gracias al trabajo organizativo del malagueño Rafael Salinas, fundador del socialismo malagueño y «apóstol» del socialismo andaluz.13 Salinas, tonelero de profesión, vinculado al núcleo madrileño de la Internacional dirigido por Pablo Iglesias en los años del Sexenio Democrático, llegó a Almería en busca de trabajo en el otoño de 1882, después de haber estado en la cárcel de Málaga por organizar una huelga de toneleros. En Almería conocía dirigentes de la sociedad de barrileros, probablemente a Francisco Godoy, y pronto le dieron trabajo.
En Almería permaneció hasta noviembre de 1883. Con motivo de una huelga organizada por la sociedad de barrileros, el gobernador civil ordenó detenerlo y enviarlo a Málaga por «conducción ordinaria».14 Durante su estancia en la ciudad, Salinas mantuvo sus contactos con el núcleo socialista madrileño y trabajó en la organización de sociedades obreras. Su presencia coincidió con un cierto movimiento asociativo y de agitación de las clases trabajadoras. Así, se constituyó la ya referida Sociedad de Tipógrafos, cuya afinidad socialista queda puesta de relieve al delegar en Pablo Iglesias su representación para el I Congreso Tipográfico de 1882. Los oficiales del gremio de panaderos se asociaron en noviembre de 1882 para procurar mejoras de sus salarios. Los barrileros cobraron fuerza y se atrevieron a ir a la huelga en 1883.15
Este incipiente movimiento asociativo de resistencia de las clases trabajadoras de la ciudad apenas duró tres años (1880-1883). Cayó víctima de su debilidad y de la represión ejercida por unas autoridades que, por regla general, ordenaban la detención de los dirigentes obreros siempre que se iniciaba un movimiento reivindicativo. Con motivo de una reunión de los oficiales de panaderos «la autoridad —señalaba La Crónica Meridional— ha intervenido en el asunto y ha detenido a varios de los promotores de este movimiento de agitación que se observa en nuestras clases trabajadora».16 La represión por tanto se ejerció de manera preventiva con el objeto de quebrar la moral obrera. En estos momentos la represión y la persecución personal se hacían sin ningún tipo de escrúpulos violentándose el respeto a los derechos individuales consagrados en la Constitución de 1876.
Rafael Salinas mantuvo posteriormente los contactos con el núcleo almeriense que había impulsado las sociedades de resistencia y contribuyó sin duda a sembrar las ideas societarias y socialistas en Almería. En 1888 adelantaba en El Socialista que pronto quedaría organizada una Agrupación socialista en Almería «pues a la fecha hay bastantes compañeros, entre ellos alguno muy significado aquí por sus ideas avanzadas, que estando conformes con el Programa del Partido Socialista Obrero, se disponen a formar aquella y trabajar con todas sus fuerzas para que en esta capital la masa obrera se separe por completo de todos los partidos burgueses y ocupe el puesto que le corresponde en las filas socialistas revolucionarias».17 La organización socialista germinará definitivamente en la capital en los primeros años de la década de los noventa.18
3. LA CELEBRACIÓN DE LOS PRIMEROS DE MAYO EN ALMERÍA
El movimiento asociativo de resistencia se reactivó en los inicios de los noventa en la capital. Al amparo de la Ley de Asociaciones de 30 de junio de 1887 redactaron sus reglamentos algunos gremios de la capital como los barrileros, carpinteros, peluqueros y panaderos. Los ecos del Congreso obrero de París de 1889 llegaron a Almería y la agitación internacional en pro de la jornada de ocho horas reanimó a los obreros más conscientes que volvieron a impulsar la actividad societaria en torno a los primeros de mayo, lo que produjo un paulatino pero ininterrumpido afianzamiento del movimiento obrero almeriense.
La burguesía almeriense temió la movilización obrera en aquel primero de mayo de 1890. El peligro rojo asomó a las columnas de los periódicos locales, en las conversaciones, en los rumores y en las medidas de seguridad. Desde mediados de abril el diario La Crónica Meridional fue insertando diversos artículos e informaciones nacionales e internacionales sobre la cuestión obrera y las aspiraciones de los trabajadores en el que iba a ser el primer 1 de mayo reivindicativo de la clase obrera internacional. Había una clara intención por parte de la prensa diaria de rebajar el «clima revolucionario» con el que se presentaba aquel primero de mayo y para ello no dudó en dar a conocer las recomendaciones, reivindicaciones y exigencias del Partido Socialista a escala nacional y anunciar que los socialistas españoles no desencadenarían la huelga el día primero de mayo sino que promovían una manifestación pacífica el día 4, que era domingo, y por tanto que no se iba a dejar de trabajar.
No gustaron a La Crónica Meridional, decano de la prensa diaria almeriense, los alardes de concentración de fuerza pública llevadas a cabo por el gobernador civil en determinadas zonas de la capital y la provincia, especialmente los centros mineros y fabriles, pues los consideraba innecesarios dada la escasa organización de los obreros almerienses. En cualquiera caso, la prensa local insistió en que la débil organización de la clase obrera