Facundo de Zuviría. Patricio Colombo Murúa

Facundo de Zuviría - Patricio Colombo Murúa


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tiempo. El esfuerzo pecuniario de incorporación de las nuevas materias de estudio y la bibliografía de apoyo fue solventado con fondos provenientes de su propio peculio, mientras preparaba las nuevas currículas educativas para su aprobación.

      Si mis deseos se realizan —escribe el deán Funes— no dirán los que cursan en estas aulas que he abusado de su juventud y de su paciencia, haciéndolos aprender aquellas cosas, de que no se pueden hacer uso en ningún estado de la vida.

      Funes fue ese gran Maestro que tenía muy claro el fin de la enseñanza: formar personas capaces de alcanzar la plenitud humana y de forjar en ellas una personalidad virtuosa y recia que les permita afrontar la responsabilidad de construir su propia vida y realizar su proyecto vocacional.

      Cuando sobrevino la Revolución de Mayo Funes fue elegido diputado por Córdoba ante la Junta Grande de Gobierno. A pesar de las grandes responsabilidades que debió afrontar en virtud de ese cargo político y que cumplió con gran valor cívico, no abandonó su tarea de concluir la iniciada empresa de reformar la universidad cordobesa. En efecto, trabajó intensamente en la modificación de los planes educativos vigentes y presentó el nuevo esquema el 4 de marzo de 1813.

      Las reformas curriculares propuestas reconocían un espacio al pensamiento enciclopedista del siglo XVIII —se refería en sus fundamentos a la dupla de «las luces de la razón y la religión propagados por la enseñanza pública», que debían ser las palancas de un progreso victorioso y sostenido— y se reducía significativamente el rigorismo escolástico ligado a la cosmovisión tomista.

      En esos claustros renovados del Colegio Monserrat y posteriormente en la Universidad de Córdoba se formó el joven Zuviría, quien había tenido acceso a las obras de los autores clásicos griegos y romanos, cuya lectura le provocaban una especial fruición. Pero también frecuentó los textos iluministas de Diderot, Jean Le Rond d’Alembert, Voltaire, Juan Jacobo Rousseau, Montesquieu y las obras de la pléyade de pensadores que prepararon la gran eclosión de las revoluciones americana y francesa.

      En el momento en que Facundo de Zuviría se matriculaba en el convictorio de Nuestra Señora de Monserrat, esta institución aseguraba la continuidad entre el nivel educativo propedéutico y la universidad, articulando el tránsito entre el nivel medio y el universitario en una planificada trayectoria formativa que permitía a sus egresados adquirir una renovada y perdurable plenitud académica.

      El Colegio de Monserrat y la Universidad de Córdoba fueron el alma mater studiorum de Facundo Zuviría y de una gran pléyade de universitarios que se desempeñaron como grandes figuras políticas durante el momento fundacional de la Argentina. En tiempos posteriores, los egresados de esta universidad honraron y sirvieron al país con su sapiencia y su gran idoneidad profesional, tanto los que consagraron su vida al servicio público como los que optaron por desempeñar su actividad en el ámbito privado.

      Simplemente y a modo de ejemplo, se puede señalar el caso del Dr. don Dalmacio Vélez Sarsfield que en su tiempo fue uno de los más prominentes juristas de América del Sur y al mismo tiempo, uno de los más destacados hombres públicos argentinos de su tiempo.

      El Dr. David Saravia Castro recoge el valioso testimonio de Gregorio Baigorri —rector de la Universidad de Córdoba— sobre el sobresaliente desempeño intelectual y la irreprochable conducta de Zuviría en esa casa de altos estudios.

      Baigorri también recuerda vívidamente las excepcionales condiciones literarias de Zuviría y las testimonia así: «Nos ha cabido el placer de presidir en la calidad de Rector y Cancelario de la Universidad algunos brillantes actos literarios de este excepcional joven».

      Esta vocación por la creación literaria, Zuviría la asumió con alegría y como algo que sería constante a lo largo de su vida. En sus inicios él desarrolló esta actividad casi exclusivamente para su goce personal, pero con el andar del tiempo se convirtió en uno de sus recursos intelectuales más valiosos, especialmente durante las peripecias y soledades de su largo destierro en Bolivia.

      Otro rasgo espiritual que caracterizó claramente la personalidad de Zuviría fue su devoción profunda, su piedad cristiana practicada sin beneficio de inventario y que se expresó en sus hábitos religiosos cumplidos regularmente y sin ostentación. Baigorri dice, refiriéndose a la faceta religiosa del joven estudiante salteño:

      Durante los tres años de sus estudios universitarios, libró la dirección de su conciencia a un virtuoso eclesiástico; y fuese por mandato de este o por voluntad suya, Zuviría frecuentó semanalmente los sacramentos de la Penitencia y Eucaristía.

      El 8 de diciembre de 1810 el joven Zuviría accedió al grado de Maestro en Artes. El 13 de diciembre de 1812 obtuvo el Doctorado en ambos Derechos. Sin demora, retornó —muy bien formado intelectualmente— a sus amados lares salteños poco tiempo después de la decisiva victoria de Salta, lograda por el general don Manuel Belgrano el 20 de febrero de 1813 sobre el ejército realista conducido por don Pío Tristán.

      En esta etapa de su vida, Zuviría, recién obtenidos sus doctorados, emprendió su carrera pública en Salta al ser elegido como miembro de la Asamblea Electoral del año 1814, cargo desde el cual propició la elección de don Martín Miguel de Güemes para el cargo de gobernador de la provincia de Salta.

      A partir de ese momento recorrió un largo trayecto en diversas funciones. En el ejercicio de esas responsabilidades se desempeñó siempre con una manifiesta vocación de servicio, un generoso desinterés y un patriotismo ejemplar. Estas virtudes se completaban con su lúcida inteligencia reflexiva y su gran capacidad de concentración, que él dedicaba a resolver los más intrincados problemas que se presentaban en el trajín de sus quehaceres cotidianos.

      En esta sucinta biografía, solo nos ocuparemos de señalar las funciones más relevantes que desempeñó el Dr. Zuviría. Cabe señalar que en todos los cargos que ejerció, aun en aquellos de menor importancia, él cumplió con la misma firme responsabilidad y con idéntica pasión patriótica.

      Este listado abarca el período comprendido entre los años 1814 y 1831, momento funesto en el que Zuviría debió exiliarse en Bolivia tras la derrota de la Liga del Interior, que nucleaba a los unitarios.

      Se subraya que, a lo largo de toda su actuación pública, Zuviría dejó una huella perceptible de su iniciativa y de su gran talento creativo, desde su iniciación en el servicio político, que como se ha dicho sucedió cuando fue elegido miembro de la Asamblea Electoral que apoyó al general Martín Miguel de Güemes en 1814.


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