Elige solo el amor. Sebastián Blaksley

Elige solo el amor - Sebastián Blaksley


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descubrir, por medio de ella, que no has afectado en nada a la creación que has creado en unión con la Madre de la vida.

      Nada que sea verdad puede ser atacado, ni siquiera cambiado. La verdad es eternamente verdad, no cambia, no puede ser obliterada. Nada que no sea semejante a sí misma puede siquiera acercarse a ella, porque nada que no sea verdad puede ser real, y la verdad es la única realidad.

      III. Verdad y unidad

      La verdad solo se une al amor y este a ella. Esto se debe a que el amor es su fundamento, siendo una unidad. Ninguno ha sido creado antes que el otro. No existe un lugar donde uno exista y el otro no. Tampoco existe un lugar donde uno termine y comience el otro. El amor y la verdad son el continuo de la realidad divina.

      Lo que es eterno no tiene ni un principio ni un final. Esto es lo que hace que en Dios no pueda existir condición alguna. El amor es incondicional. De esto se desprende fácilmente, el porqué de la necesidad de soltar la costumbre de pensar de modo condicional. Si amas a algunos en razón de alguna condición de ellos, estate por seguro de que no estás amando en absoluto. El amor no hace acepción de persona, ni de condición, simplemente no sabe nada de límites.

      ¿Puedes comenzar a entender por qué se te pide que reflexiones, o mejor dicho observes, cuán poco amor se les da a veces a aquellos seres que, a pesar de tener una forma diferente a la tuya, son tan santos como tú, tus hermanas y hermanos? ¿Crees que las flores no van al cielo? Te equivocas.

      Todo retorna al amor, desde donde surge. Nada se pierde en la creación. No existen las pérdidas. No hay un solo hijo de Dios que no retorne al amor que le dio su existencia. Del amor vienen y al amor volverán.

      Créeme cuando te digo que, si caminas en la presencia del amor, ni siquiera las serpientes te morderían. Ninguna cosa que sea ponzoñosa hincaría sus dientes sobre ti.

      A medida que vas recorriendo el camino de la vida en el tiempo, como el Cristo viviente que vive en ti, tu cuerpo compacto va siendo dejado a un lado. El ser sutil que eres, el cual se encuentra velado para muchos, e incluso a veces para ti, comienza a dar un paso hacia adelante y ya no eres aquel que fuiste.

      Ahora te pido de todo corazón que aceptes que tienes el poder de hacer milagros y de traer el cielo a la tierra. Ese poder procede de Cristo y dado que él es la identidad creada por Dios, la cual compartes en verdad con todo lo creado, entonces no existe razón alguna para creer que algo que es propio de la capacidad crística, no sea tuya también.

      Nada de lo que es de Dios puede ser ajeno a ti, pues ya no vives tú, sino que es él quien vive en ti. Sabes que la oración es el vehículo de los milagros, y has visto ya los que por tu intermedio se han realizado. Sabes que puedes obrar milagros. Esta es otra de las capacidades de la que debes hacerte cargo.

      Recuerda cuando hablamos de tomar la cruz y seguirme, y de la explicación que te fue dada por medio de la cual se te invita no a sufrir, sino a hacerte cargo del ser divino que eres en verdad. Toma consciencia del poder de obrar milagros que vive en ti. No puedes decir que vives en la verdad sino aceptas el poder de Cristo en ti, un poder sin condiciones.

      Quizá te preguntes por qué hablamos del poder de hacer milagros, el cual reside en ti como unidad que eres con Cristo, cuando estamos hablando del amor incondicional, y por sobre todo de amar todas las cosas en Dios, incluyendo a todos los seres de la tierra. La respuesta a esto es que se te pide que obres el milagro de la unión de lo divino y lo humano en la realidad presente en la que vives. Jesús demostró que su poder procedía de una fuente que no era del mundo, sino del Dios todopoderoso. Ya no necesitas hacer eso, pero sí necesitas servir a la humanidad, llevando el amor de Dios al mundo.

      IV. Verdad y milagros

      Los milagros son un servicio a la humanidad. En efecto, este es el servicio que debes dar al mundo, porque el mundo necesita sanación. Sabes cómo hacerlo. Sabes que cada vez que te unes en oración con tu ser (lo cual puedes hacer a cada instante de tu vida) el poder milagroso del amor de Dios fluye naturalmente.

      Puedes pedir milagros específicos o no. Incluso puedes no pedirlos en absoluto. Nada de eso importa. El poder de hacer milagros, cuya fuente es siempre el amor, no dejará de manifestarse por ello.

      Hermano, lo que se te está pidiendo es que dejes de ponerle límites a lo que eres. Se te pide que ames todas las cosas. Se te pide que abras las compuertas de tu ser ahora mismo, para que el océano de amor infinito de Dios, el cual reside en tu corazón y se expresa de múltiples maneras, incluyendo los milagros, comience a derramarse en toda la creación con más fuerza que nunca.

      Se te está pidiendo que inundes la tierra con los milagros del amor. Se te pide que sanes al universo entero por medio de la oración que es unión con el Cristo viviente que vive en ti, es decir, por medio de la oración de la verdad. Se te exhorta a que abandones la limitación. Se te pide que vivas como Cristo te enseñó a ti y al mundo entero.

      Demuestra la incondicionalidad del amor para que seas más consciente del que eres en verdad. Así es como el amor que desde ti se desprenderá, llamará a otros a unirse a este.

      Cuando se te pide que aceptes que tienes el poder de hacer milagros y de traer el cielo a la tierra, lo que se te está pidiendo es que aceptes incondicionalmente que puedes vivir en la verdad, que puedes vivir sin miedo. Esto es lo mismo que decir que aceptes que puedes ser aquí, ahora y siempre el Cristo viviente que vive en ti.

      Aceptar el poder de Dios en ti es parte del hacerte cargo del nuevo ser que eres. Este tipo de aceptación es también una forma de confianza ilimitada en el amor que eres. Es algo en lo que te debes ejercitar. No en el sentido de esforzarte, sino en el sentido de aceptar activamente.

      Hasta la llegada de esta obra habías visto a la aceptación en relación con algo que no te gustaba, es decir, que no aceptabas previamente y que debías pasar a aceptar. Esa etapa formó parte del camino hacia la trascendencia de la aceptación.

      Si bien puedes argumentar que no necesariamente aquello que no aceptabas tenía que ser algo que no te gustaba, lo cierto es que a estas alturas del camino sabes que todo lo que se niega tiene que hacerlo por alguna razón.

      La negación no es un acto involuntario, es un mecanismo de protección surgido del miedo. Sabes que la razón por la que algo que es verdad se niega nunca puede ser el amor. Esto se debe a que, y conoces que, nadie niega aquello que ama y sabe que es amoroso para consigo mismo, propiciándole todo tipo de benevolencias. La negación de algo que es verdad procede de una falta de amor a la verdad.

      Dado que ahora no estamos viviendo en los tiempos del engaño, en que la vida se movía al compás de su danza insensata, sino que hemos retornado a la verdad y, por ende, nos movemos al ritmo del deseo de amar y ser amados, no es necesario seguir usando ningún tipo de mecanismo de negación.

      No hay peligros a la vista. El camino está despejado. El cielo se presenta diáfano, limpio y sin nubarrones. Todo ha retornado a la luz. Las tinieblas se han disipado y la niebla evaporado.

      Lo que se te está diciendo, es que en el pasado creaste un mecanismo en tu mente para protegerte de aquello que creías que era verdad, poderoso, y que además te haría daño. ¿Cómo no ibas a protegerte de ello, si fuera real? Aquí tienes otra amorosa oportunidad para ser compasivo contigo mismo y con tus hermanas y hermanos.

      Deja de juzgarte y echarte la culpa por lo que un día negaste, por miedo de enfrentarlo cara a cara. Nada de eso existe ya. Se ha ido para nunca más volver. Ese ídolo de barro que un día tanto te atemorizó, fue desintegrado por la lluvia de gracias que desde el cielo cae constantemente sobre tu ser, regándolo con las aguas de las santidad.

      Ahora vivimos en aquello que está más allá de la aceptación. El proceso de aceptar lo que no te gustaba, para poder trascenderlo, ya ha finalizado. Hoy comienza, literalmente, aquello que la aceptación activa te ha traído como bendición, junto a los santos regalos del perdón que ha sido dado y recibido. Hemos avanzado mucho. Hemos trascendido las limitaciones.

      Aceptamos la santidad que


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