La Filosofía en Quito colonial 1534-1767. Samuel Guerra Bravo
de Artes con hasta número de veinte estudiantes, y acabado aquel se propsigió otro, y juntamente una lición- de Theulugía Moral, que se empeco el año de noventa y cuatro y se prosigue, sucediendo en esto de los estudios lo mismo que en los otros de la Comp., de donde salen muchos sacerdotes muy aprovechados en letras y virtud. Historia General de la Compañía de Jesús, t.II, p. 310) 17
De aquí deducimos que el padre Juan de Frías fue el primer jesuita que enseñó Filosofía en Quito. Este jesuita nació
en España el año de 1560 y entró en la Compañía el de 1578, en Villagarcía donde tuvo por maestro de novicios al P. Baltasar Alvares, Habiendo pasado joven a América, fue enviado a Quito, y fue el primero que hizo profesión de cuatro votos en nuestra iglesia de San Jerónimo, el 30 de Enero de 1600, recibiéndola el P. Rector, Diego Alvarez de Paz… Murió en el Perú el 31 de Agosto de 1634. (Jouanen, 1943, pp. 59-60)
El padre Frías de Herrán fue también el primer Rector del Colegio de Quito (Mateos, 1944, t.I, p.31) y a partir de 1594, igualmente, el primer jesuita que enseñó formal y académicamente Teología, aunque antes de 1589 ya había dado un curso de Teología Moral sin formalidades académicas.
En materia de estudios filosóficos los jesuitas no fueron pioneros, pero fueron los que organizaron los estudios escolásticos en Quito “con todas sus formalidades y requisitos de lecciones, repeticiones, actos privados y públicos”. Los estudios adquirieron un carácter público del que habían carecido. Capitalizaron así casi medio siglo de inicios, de primeras experiencias, de estudios particulares puestos por las comunidades religiosas para los aspirantes a sacerdotes. Al darle carácter público, los jesuitas incrustaron la Filosofía en el marco total de la cultura vigente en Quito, sacándola del estrecho margen de requisito indispensable para la formación sacerdotal.
4.6. Los contenidos medievales y las inquietudes renacentistas de la Escolástica
La falta de documentos sobre este período impide formular apreciaciones precisas. Con todo, se puede afirmar sin mayor temor de equivocarse que los contenidos filosóficos de la Escolástica, que se implantó en Quito durante la segunda mitad del siglo XVI, eran todavía medievales. Igualmente, el método con que se impartía la Filosofía y los textos más utilizados por nuestros profesores –como, por ejemplo, la “Introducción a las Categorías de Aristóteles” de Porfirio- responden a la más genuina tradición medieval.
El Concilio de Trento y la Contrarreforma cerraron las puertas en España y América a los nuevos planteamientos filosóficos formulados por el Renacimiento, los mismos que intentaban apartarse de los dogmas cristianos. Esto obligó a la Escolástica española y americana a cerrarse en un círculo vicioso del que no saldrá sino a mediados del siglo XVIII, cuando los escolásticos se den cuenta de que su filosofía académica no era más que un esqueleto de conceptos sin vitalidad ninguna ni entronque histórico.
En este primer período, pues, la Filosofía colonial quiteña reproduce los contenidos de la Filosofía medieval europea y encuentra en Santo Tomás su presentante máximo, junto con los comentadores de Aristóteles que surgían dentro de las diferentes vertientes escolásticas.
Sin embargo, la Escolástica, impedida más por la Historia que por la Filosofía, tuvo que abrir brechas a las inquietudes renacentistas –sobre todo humanísticas- que se filtraron a propósito de las pugnas en torno a la legitimidad de la conquista, colonización y trato que se daba a los indígenas.
La labor de los obispos en favor de los indios –principalmente fray Pedro de la Peña y fray Luis López de Solís- tiene importancia filosófica dentro de este horizonte. Igualmente, las diferentes representaciones que se elevaron al rey reclamando un trato justo para los indios, sobre todo la carta de fray Antonio de Zúñiga a Felipe II dirigida el 15 de julio de 1579, en la que habla de los abusos que los españoles cometían en estas tierras. Finalmente, la Filosofía de este periodo tuvo una clara aplicación social en la Revolución de las Alcabalas y allí se reveló una vez más como saber de cristiandad dominadora.
La Escolástica de tintes humanísticos surgía en Quito al margen de las aulas escolares. No era una Filosofía sistemática como la Escolástica académica, pero, diseminada en alegatos más bien jurídicos, era una vertiente importante –que necesita ser estudiada a fondo- orientada hacia realidades sociales que descuidaba la Escolástica de las escuelas.
13 El 17 de julio de 1573 se trató en la sesión del Cabildo de la ciudad de Quito sobre la fundación del Monasterio de San Agustín (Libro de Cabildos de la Ciudad de Quito, vol. VI, p.44) y el 23 de julio de 1574 el Cabildo discutió la adjudicación de terreno al Convento de dicha Orden (p. 173).
14 La carta completa del padre Zúñiga al Rey puede verse en Herrera, 1927,. pp. 40-62.
15 El padre Manuel Rodríguez (1684, p.29), siguiendo al padre Lira, pone la fundación en el año 1585.
16 Este nuevo colegio de los jesuitas quedaba en la actual calle García Moreno, frente a la Iglesia de La Compañía.
17 Citas similares pueden verse t.I, p 27 y t. II, p. 306.
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