La Filosofía en Quito colonial 1534-1767. Samuel Guerra Bravo
fundación del convento de San Pablo de Quito, jamás se interrumpió en él aquella gloriosa serie de hombres eminentes, falange inmensa de sabios, hombres aptísimos para regentar, no digo una cátedra de filosofía, sino aun de Teología y demás materias que suelen ser asunto de las escuelas. (Crónicas Franciscanas de las Provincias del Perú, t. I, p. 94.)
Por este mismo tiempo floreció el padre “Fray José Fernández Velásquez, natural de Quito… Un anotador de la Crónica del P. Córdova asegura que el P. Velásquez fue catedrático y que con su enseñanza ilustró su religión y honró las provincias del Perú; que fue, finalmente, un Escoto Americano” (Herrera, 1927, p 7).
Sin embargo, estos y “otros muchos notabilísimos Franciscanos que florecieron en Quito por su sabiduría” (Compte, 1885, p. 94), florecieron solamente en el último cuarto del siglo XVI y principios del siglo XVII. Esto parece reforzar nuestra hipótesis de que los estudios de Filosofía y Teología se establecieron en el Convento Franciscano en el último cuarto del siglo XVI.
4.4. Los mercedarios y la Filosofía
Los mercedarios participaron también del entusiasmo que despertó en Quito las clases de Teología y Gramática puestas por fray Pedro de la Peña en 1566. En una declaración acerca de la vida, costumbres y celo apostólico del obispo Pedro de la Peña, fray Juan de Zamudio afirma que él, como Comendador del Convento, “manda todos los días sus frailes vayan a la Iglesia mayor de Quito, a oír una lección de Casos de Conciencia que en ella se lee por orden del Sr. Obispo”. (Monroy, 1943, p. 164)
Fue tanto el entusiasmo despertado por estas clases que el padre fray Andrés Gómez, que gobernó el convento mercedario de Quito de 1569 a 1573, en una carta dirigida al rey el “último de Marzo de 1569” hace un balance de la situación cultural de Quito y dice:
En todo hacemos lo que podemos y haremos con el buen celo que al servicio de V.M. todos tenemos y haremos siempre lo mejor. Anímanos mucho el bien Prelado que V.M. envió a esta iglesia, con su doctrina, buena vida y ejemplo es dechado para todos nosotros; en una cosa tenémosle en más, la ignorancia que ordinariamente había por acá, suplió y proveyó la conciencia del Prelado con el estudio de la Teología y Gramática que aquí nos ha puesto, don de frailes de todas las órdenes y seglares vamos a oír y nos aprovechamos. (En Colección Vacas Galindo, 1950, vol. VII)
Los mercedarios organizaron su noviciado quiteño en el último cuarto del siglo XVI y con él los estudios necesarios para la carrera sacerdotal. El padre fray Mateo de la Cuadra, provincial de Perú, en carta del 25 de abril de 1579 agradece al rey Felipe II el haber enviado a Perú importantes religiosos de los que estaba algo escasa la provincia mercedaria. Dice el padre De la Cuadra (1943, p. 163):
De los religiosos que vinieron, fue nuestro Señor servido de llevarnos los dos más escogidos, el uno en púlpito y el otro en letras; los que quedaron se han repartido en los conventos de esta Provincia para Predicadores y lectores, porque en esta casa de los Reyes y en la de Quito y Cuzco, se han puesto estudios de Gramática, Artes y Teología…
Igual que las otras órdenes, los mercedarios impusieron en su convento el estudio de la Filosofía como un requisito en la formación de los futuros sacerdotes. Pablo Herrera (1927, p. 11) nos ha rescatado, aunque sin mayores detalles, algunos nombres de mercedarios que se distinguieron en esta época:
El Convento de la Merced de Quito tuvo también en esos tiempos otros religiosos de gran importancia por su saber. Tales fueron los Padres Fr. Rafael de la Cueva, Comendador en 1583, Fr. Juan de León, Fr. Pedro de Santa María, Fr. Diego Dávila, Fr. Juan Castro, Fr. Andrés Ramos.
4.5. Los jesuitas y la Filosofía
En 1540 San Ignacio de Loyola fundó la Compañía de Jesús con el objetivo específico de detener el avance del protestantismo, es decir, con el objetivo común de la España de entonces: propagar la fe católica.
Los jesuitas llegaron al Perú en 1568. En Quito se establecieron definitivamente en 1586 (Cfr. Jouanen, 1943, t I. pp. 42 y 43)15, aunque desde 1575 o 1575 residían ya en esta ciudad (Velasco, 1973a, pp. 106-106; 114-115) y quizá pueda anticiparse a 1572 la venida de los primeros jesuitas a la Real Audiencia de Quito (Jouanen, 1943, p. 36).
Entre los fundadores oficiales que llegaron a Quito en 1586 figuraba “el P. Juan de Hinojosa, que acababa de leer con toda satisfacción un curso de Artes en el Colegio de Lima e iba destinado al mismo oficio en Quito.” (Jouanen, 1943, p. 42).
En 1587 ocurrieron en Quito violentas erupciones del Pichincha seguidas de temblores de tierra y un fuerte terremoto. En 1589 la ciudad fue asolada por una peste de viruelas que se extendía por Sudamérica desde Cartagena. Los jesuitas tuvieron que ejercer su apostolado en estas duras circunstancias y el exceso de trabajo llevó a la muerte al padre Hinojosa por julio de 1589, poco antes de dar inicio al primer curso de Filosofía para el que venía destinado.
Los jesuitas han considerado siempre la enseñanza como uno de sus principales ministerios y muy poco después de haberse instalado en Santa Bárbara pensaron abrir un colegio para la instrucción de la juventud quiteña. Para esa época la fama de los educadores de los jesuitas era de dominio público y esto “hace que muchos eclesiásticos, aún de avanzada edad, y Religiosos de diversas Ordenes le pidan con insistencia (al padre Frías Herrán) que les dicte la teología moral. Se ve por eso precisado a dar principio a una cátedra de teología moral, dentro de las estrecheces de la Casa de Santa Bárbara, dictando a petición común la materia de Poenitentia” (Velasco, 1973a, p 118).
Por otra parte, los jesuitas abrieron el curso de Gramática latina en 1588. A este curso debía seguir el de Humanidades, Retórica y Poesía. Aunque no hay indicios seguros, es probable que el curso de Gramática latina, precedido de unas “Reglas para conocer las calendas”, que consta al principio de un volumen que reúne varios tratados teológicos, se trate del primer curso del primer curso de Latín dictado en Quito por los jesuitas.
Una vez concluido el curso de Retórica y Poesía en 1589, los jesuitas se vieron precisados a abrir el curso de Filosofía para la continuación de los estudios. Por esos mismos días los jesuitas se pasaban de San Bárbara a su nuevo colegio16 donde había mayor comodidad para los estudios. Dice el padre Velasco:
Concluído lo más necesario en el Colegio nuevo de los jesuitas de Quito y sirviéndose en parte de las fábricas antiguas del sitio comprado se dispusieron las aulas para las cátedras de estudio… A pocos días del mismo mes (de Enero de 1590) se dio principio al curso de Filosofía, con universales demostraciones de gusto. Entraron a él innumerables discípulos con la novedad de ser el primero. Concurrieron no sólo de la provincia y del Reino de Quito, sino también del nuevo Reino de Granada, donde todavía no conocían jesuitas ni estudios; y lo que más es, de todas las órdenes Regulares establecidas muchos años antes en el Reino. Enviaron su propia juventud los Dominicos, Franciscanos, Agustinos y Mercedarios, y continuaron después por largo tiempo, hasta que se pusieron en términos de ser maestros en sus respectivas Casas. (1973a, p 120. Cfr. Velasco, 1973b, 118-119)
Este párrafo ha provocado algunas polémicas entre los historiadores ecuatorianos y, sobre todo, entre los miembros de las órdenes aludidas. Por todo lo que llevamos dicho hasta aquí podemos deducir con claridad que este curso de filosofía fue ciertamente el primero dictado por los jesuitas, pero de ningún modo el primero dictado en Quito, como parece afirmar el padre Velasco. Jouanen (1943, p. 59) es más mesurado y preciso cuando dice:
Se dio principio al curso de filosofía en Enero de 1590, con universal aplauso de toda la ciudad y con cuarenta discípulos desde el primer día. Con la novedad, además de los alumnos que habían terminado sus cursos de Latín y Letras Humanas, entraron también otros de varias ciudades, no sólo del Reino de Quito, sino también en Nueva Granada, y algunos jóvenes de otras órdenes religiosas, de suerte que el número de los estudiantes de filosofía de aquel primer curso era considerable… Desde el año de 1590, se estableció el curso de filosofía con todas las formalidades y requisitos