El peronismo y la consagración de la nueva Argentina. Carlos Piñeiro Iñíguez
trabajadores de la carne en la cancha de Dock Sud. Me acompañaron Capozzi y mi chofer Rovito [...]. Alrededor de seis mil obreros vivaban a Peter, lo abrazaban, lo llevaban en andas”. Mercante iba de uniforme, y los trabajadores le iban abriendo paso “muy desganadamente” para llegar al palco. “Nadie me molestó, pese a que me miraban con odio”. Según le relataría a su hijo, Mercante “emprendió el regreso a su automóvil, pistola en mano”. La huelga fue levantada ese mismo día, siendo el propio Peter quien promovió que así fuese, habiéndose obtenido lo reclamado. No mencionó la intervención de Perón o, en general, del Ministerio de Guerra para resolver el conflicto, pero al decir de Mercante, todos sabían de ella109.
Mercante y Perón harán referencia a que esa acción y la presencia de otros gremialistas que empezaron a visitar el edificio de Viamonte y Callao preocupaban al jefe de la Policía, coronel Ramírez, quien advertía a sus camaradas “¡Ojo con esos dos que están llevando comunistas al Ministerio!”. De las actas del GOU de esos complicados días de agosto a octubre de 1943, en cambio, no surge que fuese el miembro N.° 18 y coordinador del GOU, que aparece formando bloque con Perón, sino en todo caso Gonzalito, Ducó y Menéndez los más inquietos por las actividades extraoficiales de la dupla que actuaba desde la Secretaría. En todo caso, el testimonio del dirigente ferroviario Monzalvo señala que, después de algunas entrevistas con Mercante, inquietos por la falta de respuestas, a través de contactos con un oficial de la Policía fueron a ver al coronel Ramírez, y que fue este quien los citó para que “al día siguiente, a las siete de la mañana, lo esperáramos en el Ministerio de Guerra. Así lo hicimos. Era el viernes 24 de setiembre de 1943. Cuando llegó el coronel Ramírez [...] de inmediato preguntó si estaba Juan. Le respondieron que sí” y los llevó al 4.º piso y les presentó a Perón110.
Es significativo que Perón y Mercante prestasen atención al movimiento sindical en esos días de fines de setiembre, cuando, como se recordará, el GOU estaba inmerso en la discusión de un posible golpe en caso de que se abandonase la neutralidad, al tiempo que Perón y sus allegados estaban enfrentando la oposición de marinos y de jefes del Ejército. En su primera entrevista con Perón, los ferroviarios le plantearon sus inquietudes: libertad de agremiación e independencia sindical; creación del Ministerio de Trabajo; aumento general de salarios; programa de vivienda obrera; cooperación económica para financiar el Hospital Ferroviario. Perón tomó nota y les dijo que volvieran a verlo tres días después, el mismo lunes 27 en que, según el plan registrado en las actas del GOU, debía provocarse la crisis total de gabinete o, en su defecto, el golpe. Mercante y Perón recibieron a los sindicalistas a las 9 de la mañana de ese día, y como recordaba Monzalvo, Perón “deliberadamente tomó asiento en el brazo del sofá, con lo que quitó solemnidad a la entrevista”. En esta ocasión quedaron planteadas dos cuestiones: la insistencia en convertir al DNT en ministerio, y el cambio de interventor en la Unión Ferroviaria. Según Monzalvo, de esa reunión de apenas 14 minutos sacó dos conclusiones: que “Perón tenía la virtud de dejar satisfechos a sus interlocutores sin prometerles nada”, y “que el coronel Perón era el cerebro conductor del movimiento revolucionario”. La siguiente reunión, con Mercante, tuvo lugar en otra fecha significativa: el 14 de octubre, es decir, cuando comenzaba a superarse la crisis política, con la salida del gabinete de los ministros pro-rupturistas. El día 20, el presidente Ramírez recibió a la excomisión directiva de la Unión Ferroviaria, que concurrió en pleno a la entrevista, y tres días después, Mercante era designado nuevo interventor del gremio. El 27 de octubre Perón asumía como presidente del Departamento Nacional del Trabajo, en reemplazo del coronel Giani y reteniendo el cargo de jefe de la Secretaría del Ministerio de Guerra111.
En su discurso de asunción al frente del DNT, las palabras de Perón podían sonar similares a las del ministro Gilbert y del coronel Giani meses antes: “Entiendo que el sindicato bien realizado es una de las bases fundamentales de la organización racional del Estado moderno” y, para que así fuese, “debe basarse en tres puntos esenciales: dirigentes capacitados que representen a los auténticos trabajadores [...]; absoluta disciplina gremial; defenderse contra la política, ejerciendo únicamente funciones específicas, vale decir, custodiar única y celosamente los intereses gremiales”. Dentro de ese marco, el gobierno sería “respetuoso de las instituciones obreras”. Pero, ya al día siguiente de hacerse cargo, empezó a mostrar las diferencias. Convocó a una reunión de dirigentes de la CGT, la USA y veintidós sindicatos, con cuidadosa exclusión de los comunistas, y les anunció el proyecto de reemplazar al DNT por un ministerio o secretaría. Y declaró al periodismo que sus observaciones lo llevan “a la conclusión de que la dependencia no está capacitada para organizar ni coordinar en forma eficaz los intereses de patronos y obreros”, por lo que se necesitaba otro organismo, “con amplias atribuciones legales y de orden técnico, con funciones ejecutivas y facultades tan amplias como las de un ministerio”. Pero la clave estaba en una frase a la que posiblemente se prestó poca atención en ese momento, aunque contenía un programa que se llevaría a cabo casi al pie de la letra: “El coronel Perón cree que es esencial la organización del sindicalismo nacional, al que se le confiará en el cuerpo que se proyecta la dirección integral de los intereses gremiales y promover su armonización con los de los patronos”112.
Si, como se le atribuye al presidente Ramírez haber dicho, sus camaradas de armas consideraban que la repartición laboral era un “juguete sin interés del que pronto se aburrirá”, pronto comprobarían la magnitud de su equivocación113.
1 GOU, “Bases - Plan de Unificación”, sección “II. Plan de acción - 4. Bases de acción”, punto e); citado en POTASH, Robert A. (compilación, introducción y comentarios), Perón y el G.O.U. Los documentos de una logia secreta, Buenos Aires, Sudamericana, 1984, p. 30.
2 ORONA, Juan V., La Logia Militar que derrocó a Castillo, Buenos Aires, edición del autor, 1966, p. 90.
3 Respectivamente, se encuentran en RIAL, Américo y BRIEBA, Rodolfo J., “Una mirada sobre la Revolución del 4 de junio de 1943 (Una Revolución, no un golpe)”, [en línea]. Dirección URL: http://historiadelperonismo.com/una-mirada-sobre-el-4-de-junio-de-1943/ [Consulta: 8.5.2018]; FRAGA, Rosendo, ¿Era inexorable la Revolución de 1943?, Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas, 2013, pp. 12 y ss.; DEVOTO, Fernando J., “Para una reflexión en torno al golpe del 4 de junio de 1943”, Estudios Sociales (Universidad Nacional del Litoral), vol. 46, N.º 1, primer semestre de 2014, [en línea]. Dirección URL: http://bibliotecavirtual.unl.edu.ar/ojs/index.php/EstudiosSociales/article/view/4475/6814 [Consulta: 8.11.2017], p. 174.
4 “Al Pueblo de la República Argentina”, proclama revolucionaria del 4 de junio de 1943, en La Nación, 5 de junio de 1943. Una reproducción del volante conservado en la Biblioteca Nacional, en GASIÓ, Guillermo, El Jefe del Estado Mayor de la Revolución. 4 de junio de 1943 - 9 de julio de 1943, Buenos Aires, Teseo, 2013, p. 92; y en RIAL, Américo y BRIEBA, Rodolfo J., “Una mirada sobre la Revolución del 4 de junio de 1943…”, op. cit.
5 FRAGA, Rosendo, ¿Era inexorable la Revolución de 1943?, op. cit., pp. 5 y 7-12.
6 Cfr. GASIÓ, Guillermo, “Sanidad militar y conciencia social en el Ejército (1939-1945)”, en GASIÓ, Guillermo, El vínculo de unión. Ejército, Policía y Pueblo en los orígenes del Peronismo, Buenos Aires, Teseo, 2012, pp. 53-100.
7 Cfr. RAPOPORT, Mario, Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003), Buenos Aires, Ariel, 2005, pp. 275-277 y 283-286; MURMIS, Miguel y PORTANTIERO, Juan Carlos, Estudios sobre los orígenes del peronismo, edición definitiva, Buenos Aires, Siglo XXI,