Ukelelala. Salva Rey

Ukelelala - Salva Rey


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en casa y empezar a cantar y tocar con sus hijos. Para ello, te ofrezco una serie de pautas y consejos y algún que otro cuento.

      Si no tienes hijos, este manual te servirá igual. Piensa en cómo puede ir la próxima cena con tus amigos, o tu pareja, si de repente te presentas con tu ukelele y, sin darle demasiada importancia, te marcas un par de temas durante la sobremesa...

      ¿Vamos allá?

      2. ¿Qué es un ukelele? Breve historia del instrumento y algunas curiosidades

      ¿Qué es un ukelele? Esta pregunta puede invitar a hacernos otras: ¿de dónde viene? ¿A qué familia de instrumentos pertenece? ¿Qué papel ha jugado en el devenir de la música desde su aparición?

      Aunque es posible que te plantees también otra pregunta: ¿Y por qué necesito saber yo todo esto? Bien, pues quizás porque como te dispones a empezar a tocar un instrumento nuevo y vas a pasar mucho tiempo con él, mejor que te empiece a caer bien de entrada. Y una buena manera de empezar a crear un vínculo afectivo entre el ukelele y tú es averiguar qué tienes entre manos.

      De todas las preguntas, la más sencilla de responder es la relativa a la familia: el ukelele es un instrumento de cuerda pulsada, de la familia del laúd.

      La pregunta acerca de su origen es un poco más laboriosa de responder. La historia del ukelele es relativamente reciente y su expansión se ha producido a una velocidad vertiginosa. Al contrario de lo que sostienen algunos tradicionalistas hawaianos, el ukelele no se ha tocado en las islas del archipiélago desde los albores de los tiempos. Todo parece indicar que podemos fechar con bastante exactitud la génesis del ukelele y quiénes fueron sus padres.

      Manuel Nunes, José do Espírito Santo y Augusto Días eran tres lutieres de la isla de Madeira (Portugal). El archipiélago era parada obligatoria en la travesía atlántica para abastecerse de agua potable y alimentos frescos. Madeira también disponía, como su topónimo nos indica, de una gran reserva natural de madeira, y no es de extrañar que a lo largo de los siglos floreciera una discreta industria de construcción de instrumentos, concretamente instrumentos pequeños y transportables, lo suficiente como para que un marinero pudiera colgarlos del gancho de la hamaca en su travesía.

      No deja de ser curioso que nuestros tres lutieres de Madeira viajaran hasta el punto más lejano al que podían viajar en este planeta y que su destino final fuera otra isla: Hawái, adonde llegaron a finales de agosto de 1879. Escogieron bien, ya que allí encontraron un entorno muy favorable, pues la música autóctona no disponía de ningún instrumento de cuerda pulsada. Además tuvieron la suerte de contar con el apoyo del penúltimo monarca hawaiano, el rey Kalakaua, que al parecer gobernaba con cierta desidia pero se dedicaba en cuerpo y alma al mecenazgo y promoción de las artes tradicionales del archipiélago. El rey Kalakaua murió en 1891, y en 1893 un golpe de estado introdujo en Hawái la república, que no fue otra cosa que un subterfugio para acelerar la anexión a los EE. UU. Tan poco sutil fue la injerencia que, en 1993, el presidente Bill Clinton firmó una «resolución de disculpa» en la que pedía perdón por del derrocamiento del reino y su posterior anexión fuera del amparo de la ley.

      Desde Madeira, los portugueses trajeron unas pequeñas guitarras de cuatro cuerdas llamadas machetes o cavaquinhos que gozaron de un éxito extraordinario en Hawái. Sin embargo, cuando empezaron a producirlos en la isla con los materiales autóctonos, se vieron forzados a introducir algunos cambios en su diseño. Dado que no había mucho donde escoger en cuanto a maderas locales, se decidieron por utilizar la de koa (un tipo de acacia que hoy en día está muy cotizada para la construcción de ukeleles).

      Como esta madera se deterioraba rápidamente bajo la tensión de las cuerdas metálicas que se utilizaban en el cavaquinho, se optó por una afinación más grave y «reentrante» (la cuerda más grave se subió una octava) y por el uso de cuerdas de tripa (que hoy en día se han sustituido casi completamente por cuerdas de nailon o fluorocarbono). Así nace el ukelele, a través de un rediseño del cavaquinho portugués con madera hawaiana. En los años siguientes, su ascensión será meteórica. No es de extrañar que le pusieran el nombre de «ukulele» o «ukelele», que literalmente significa «el regalo que vino hasta aquí». Seguramente el ukelele es el mejor embajador que ha tenido y que jamás tendrá la cultura hawaiana.

      El salto hacia el continente americano llega en 1915, cuando se celebra en San Francisco la Panama-Pacific International Exposition, organizada para celebrar (y promocionar) la reciente inauguración del canal de Panamá. De repente, el Atlántico y el Pacífico quedan conectados en una latitud muy propicia para que Hawái se convierta en un enclave privilegiado de las nuevas rutas marítimas que se abren hacia Asia y Oceanía.

      Por tanto, tiene cierta lógica que Hawái se presentara a lo grande en aquella feria. En el pabellón hawaiano hubo conciertos por parte de George E. K. Awai y su Royal Hawaiian Quartet. También compareció el constructor y virtuoso del ukelele John Kumalae.

      Decir que el ukelele causó sensación es poco. En cuestión de meses, los compositores que trabajaban en el bullicioso Tin Pan Alley de Nueva York —la meca de la música popular— ya estaban componiendo canciones con y para ukelele. No tardaron en adaptar el instrumento a sus necesidades. Una de las cosas de las que se dieron cuenta enseguida fue que los matices de algunos acordes de jazz no se apreciaban en la escala del ukelele hawaiano, por lo que decidieron alargar la escala del instrumento. Así nació el ukelele «tamaño concierto» y, un poco más tarde, el «tenor».

      En los años veinte, la expansión del ukelele es fulgurante. En Japón llega hacia finales de la década, por no hablar de Europa, adonde muchos visitantes de la feria de San Francisco regresan encandilados. Incluso mi abuela, perdida en una remota zona rural de Alemania, tiene un ukelele a finales de los años veinte, y con él bajo el brazo se marcha a hacer de au pair a Escocia.

      Después de la Segunda Guerra Mundial, la introducción masiva del plástico lo cambiará todo. No solo cambiará nuestra manera de consumir, vestir y comer, sino que también influirá en cómo se fabricarán los instrumentos musicales a partir de ese momento, cuya producción pasará de artesanal a industrial. Está claro que la mecanización y automatización del proceso de fabricación le restaron romanticismo y calidad al acabado, pero permitió que el instrumento pudiera venderse a un precio muy inferior.

      Mario Maccaferri fue pionero en la introducción del plástico en el mundo de la música. Este guitarrista, lutier e inventor, que se hizo famoso por diseñar la guitarra favorita del legendario Django Reinhardt, introduce el ukelele «Islander», fabricado en plástico inyectado a partir de 1949. En 1969 —cuando se interrumpe la producción— había vendido millones de unidades. Su atractivo precio —5,95 dólares de la época— fue determinante para el éxito1.

      Desde Marilyn en Con faldas y a lo loco, hasta Elvis en su serie de películas hawaianas de los años sesenta, Hollywood incorpora el ukelele y el exotismo de la cultura hawaiana hasta convertirlos en un auténtico fenómeno popular.

      La Cocktail Nation de finales de los años cincuenta recibe con los brazos abiertos ese exotismo y lo transmuta en una versión libre y occidentalizada que llegará hasta nosotros como telón de fondo de la música lounge con el nombre de «cultura tiki».

      Este nuevo auge en la popularidad del archipiélago a finales de los cincuenta también tiene un trasfondo político. El 21 de agosto de 1959, Hawái se convierte en el 50.º estado de la Unión. No es de extrañar que Hollywood se vuelque en la promoción de las islas y en 1961 se estrene Blue Hawaii (Amor en Hawaii, en España), en cuyo póster promocional podemos ver a Elvis tocando un ukelele soprano enfundado en unos shorts… muy ajustados y muy cortos.

      El subtexto de la película nos dice que, si eres joven y pretendes estar a la última, no te queda más remedio que ir a Hawái. Y si os van estas cosas, sabed que tanto el uke que utilizó Elvis en Blue Hawaii como el de Marilyn en Con faldas y a lo loco eran de la marca Martin, famosa por sus guitarras desde el siglo XIX y que empezó a producir ukeleles en los años veinte. El de Elvis se subastó en 2015 por 10.379 dólares norteamericanos. Aunque en ambos casos no se puede ver la marca a simple


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