El fin del imperio cognitivo. Boaventura de Sousa Santos
mente conoce, solo la razón es transparente con relación a lo que se conoce y, por tanto, solo la razón merece credibilidad. Las epistemologías del Sur están en las antípodas de esa posición, lo que plantea cuestiones que por ahora casi no se han identificado.
17. ¿Cómo desmonumentalizar el conocimiento escrito y promover la autoría? El conocimiento escrito, en general, y el conocimiento científico, en particular, son conocimientos monumentales. Debido a ello, son fatalmente inadecuados para dialogar o conversar con otros conocimientos, un objetivo que subyace al concepto de epistemologías del Sur como tal. De ahí la tarea metodológica de la desmonumentalización.
18. El problema del archivo. ¿Cómo se pueden recuperar las experiencias y las memorias de modos de actuar y de realidades del pasado que estuvieron sujetas a la exclusión abisal llevada a cabo por el pensamiento abisal occidentalocéntrico? A través de la sociología de las ausencias y de la sociología de las emergencias, las epistemologías del Sur abren el archivo del presente. ¿Pero qué ocurre con el archivo del pasado, sin el cual no será posible ningún archivo del futuro?
La tercera capa de problemas tiene que ver con las pedagogías posabisales que las epistemologías del Sur preconizan y que constituyen las formas a través de las cuales estas epistemologías se convierten en un nuevo sentido común para nuevos públicos subalternos y contrahegemónicos más amplios, empeñados en prácticas transformadoras progresistas.
19. El problema de la traducción intercultural. ¿Cómo articular y mantener un diálogo entre diferentes saberes que, en algunas situaciones, se basan en culturas diferentes?
20. El problema de la educación popular. ¿Cómo desarrollar, hacer proliferar y sostener contextos que conduzcan al autoaprendizaje colaborativo a través del cual se practiquen las ecologías de saberes conforme prácticas transformadoras comúnmente acordadas?
21. El problema de la descolonización de la universidad. ¿Cómo refundar la universidad sobre la base de la primacía del principio de la justicia cognitiva?
22. ¿Cómo relacionar la educación popular y la universidad a través de la ecología de saberes y de la artesanía de las prácticas?¿Cómo reconocer conocimientos que nacieron o están presentes en luchas sociales mientras duran estas luchas y tras su fin, independientemente de los respectivos resultados?
Los problemas pertenecientes a la primera capa se tratarán en el capítulo 2 (1-3), en el capítulo 3 (4 y 5), en el capítulo 4 (6 y 7) y en el capítulo 5 (8-11). La segunda capa de problemas se discutirá en el capítulo 6 (12), en el capítulo 7 (13-15), en el capítulo 8 (16) y en el capítulo 9 (17 y 18). La tercera capa de problemas se analizará en el capítulo 10 (19), el capítulo 11 (20) y el capítulo 12 (21 y 22).
Capítulo 1
RECORRIDOS PARA LAS EPISTEMOLOGÍAS DEL SUR
Los instrumentos principales de las epistemologías del Sur son los siguientes: la línea abisal y los varios tipos de exclusión social que crea; la sociología de las ausencias y la sociología de las emergencias; la ecología de saberes y la traducción intercultural; y la artesanía de las prácticas.
Exclusiones abisales y no abisales
He defendido que la ciencia moderna, en especial las ciencias sociales modernas, incluyendo las teorías críticas, nunca han reconocido la existencia de la línea abisal (Santos, 2014a: 118-134; 2017a: 159-178). Las ciencias sociales modernas han concebido la humanidad como un todo homogéneo que habita en este lado de la línea y, por tanto, que está totalmente sujeta a la tensión entre regulación y emancipación. Es evidente que la ciencia moderna reconoció la existencia del colonialismo histórico, basado en la ocupación territorial extranjera, pero no reconoció el colonialismo como forma de sociabilidad que forma parte de la dominación capitalista y patriarcal y que, por ello, no terminó cuando el colonialismo histórico llegó a su fin. La teoría crítica moderna (expresión de la máxima conciencia posible de la modernidad occidental) concibió la humanidad como un dato y no como algo a lo que se aspira. Creía que toda la humanidad podría emanciparse a través de los mismos mecanismos y según los mismos principios, reivindicando derechos junto a instituciones creíbles basadas en la idea de igualdad formal ante la ley. En el centro de esa imaginación modernista se halla la idea de humanidad como totalidad construida sobre la base de un proyecto común: derechos humanos universales. Esa imaginación humanista, heredera del humanismo renacentista, fue incapaz de entender que el capitalismo, una vez combinado con el colonialismo, sería intrínsecamente incapaz de abdicar del concepto de lo subhumano como parte de la humanidad, es decir, de la idea de que existen algunos grupos sociales cuya existencia social no se puede regir por la tensión entre regulación y emancipación, simplemente porque no son completamente humanos. En la modernidad occidental no hay humanidad sin subhumanidades. En la raíz de la diferencia epistemológica hay una diferencia ontológica.
Tanto en este campo como en otros, Frantz Fanon está inevitablemente presente. Contribuyó con las denuncias más elocuentes de la línea abisal entre la metropolitanidad y la colonialidad y del tipo de exclusiones que esta provoca. Asimismo, es quien mejor formula la dimensión ontológica de la línea abisal, la zona de no ser que esta crea, la «cosa» en la que se transforma el colonizado, que «se convierte en hombre en el proceso mismo por el cual se libera» (1968: 37). Inspirándose en Fanon, Maldonado-Torres propone el concepto de colonialidad del ser como paralelo a los conceptos de colonialidad del poder y colonialidad del conocimiento. Según él, «las relaciones coloniales de poder dejaron marcas profundas no solo en las áreas de la autoridad, la sexualidad y la economía, sino también en el entendimiento general del ser» (2007: 242). «La invisibilidad y la deshumanización son las expresiones primarias de la colonialidad del ser […]. La colonialidad del ser se vuelve concreta en forma de sujetos liminares, que definen, por así decirlo, el límite del ser, es decir, aquel punto en el que el ser destruye el sentido y la prueba hasta el punto de la deshumanización. La colonialidad del ser produce la diferencia colonial ontológica, y presenta una serie de características existenciales fundamentales y de realidades simbólicas» (2007: 257).
La línea abisal es la idea fundamental que subyace a las epistemologías del Sur. Marca la división radical entre formas de sociabilidad metropolitana y formas de sociabilidad colonial que ha caracterizado el mundo occidental moderno desde el siglo XV. Esta división crea dos mundos de dominación, el metropolitano y el colonial, dos mundos que, aunque sean gemelos, se presentan como inconmensurables. El mundo metropolitano es el mundo de la equivalencia y la reciprocidad entre «nosotros», aquellos que son como «nosotros», completamente humanos. Existen desigualdades sociales y de poder entre «nosotros» que son susceptibles de crear tensiones y exclusiones; sin embargo, en ningún caso pueden poner en duda «nuestra» equivalencia y la reciprocidad básicas. Es por ello que, dichas exclusiones son no abisales. Se generan debido a la tensión entre la regulación social y la emancipación social, así como a los mecanismos creados por la modernidad occidental para gestionarlas, como el Estado liberal, el Estado de derecho, los derechos humanos y la democracia. La lucha por la emancipación social siempre es una lucha contra exclusiones sociales generadas por la forma actual de regulación social con el objetivo de sustituirla por una forma