Su Lobo Cautivo. Kristen Strassel
rosas en la cama sin hacer. Me subí e inhalé su cálido aroma a tarta de manzana.
—Oh no, ahí no. Trina se rio, apartando mi trasero juguetonamente—. Tienes tu propia cama.
Estaba claro que toda su vida era el refugio. No tenía ni idea de cómo relajarse. Puso la misma emisora de radio que escuchaba todo el día mientras preparaba la cena, cantando sus favoritas. Al darse cuenta de que se había olvidado de traerme comida, puso más hamburguesas en la sartén. Esa cabaña era el paraíso.
Después de la cena, se instaló en el sofá con el ordenador.
Nunca paraba. Salté a su lado, acurrucándome en el hueco de su cuerpo caliente. Se apoyó en mí, y mientras se iba quedando dormida, tiró un montón de papeles de adopción sobre su regazo.
Bostezó de camino a su dormitorio.
—Deja que te enseñe la suite de invitados.
Había una mullida cama de perro en una esquina. La olfateé; no era el primero en usarla. Esto no era nada especial para Trina. Solo era un paso intermedio antes de llevar a los perros a sus verdaderos hogares. O devolver lobos al bosque.
—Las chicas pensaban que no debía llevarte a casa, ya que no eres exactamente un perro, pero me alegro de haberlo hecho. Me siento segura contigo aquí. Dulces sueños, Humo.
Me acosté en la cama del perro, escuchando cómo su respiración se iba haciendo más profunda al ritmo que se quedaba dormida. Me pasaban muchas cosas por la cabeza y no podía dormir. Tal vez si la observara, descubriría cómo no asustarla al convertirme en hombre. Ya no se sentiría tan segura después de eso.
—¡No! —Trina daba vueltas en la cama. ¿Estaba llorando?— No me dejes.
Su pesadilla se intensificó, parecía negociar con alguien para poder mantener a alguien cerca de ella. No lo estaba consiguiendo. Puse mis patas en la cama. Quería protegerla, o al menos hacer que saliera de ese sueño.
Trina abrió un ojo, y se dio cuenta de que la miraba.
—Ah, eres tú —murmuró, aparentemente sin recordar su pesadilla—. Sube aquí, Humo.
No tuvo que decírmelo dos veces. Me metí en la cama y dejé que Trina me rodeara con su brazo.
No te dejaré, Trina.
No recuerdo la última vez que dormí tan profundamente.
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