Bajo el drago. Horst Uden
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El autor, Eugen Kuthe (seud. Horst Uden), nació en Silesia (Alemania) en el año 1898 y falleció en 1973. Después de la Primera Guerra Mundial abandonó su tierra natal y se afincó en Málaga (España). Desde aquí emprendió múltiples viajes a Canarias, Sudamérica, Alemania, Austria, pero siempre regresaba a Andalucía, su patria elegida. Visitó las islas Canarias en la década de los años 30, escribió «Bajo el drago», la presente colección de leyendas canarias, y la novela histórica «El rey de Taoro», que se convirtió en best séler en lengua alemana.
Plano del archipiélago canario y trazado de la ruta del autor
Horst Uden
Bajo el drago
Leyendas y tradiciones
de las islas Canarias
Título del original en Alemán: Unter dem Drachenbaum. Legenden und Überlieferungen von den Kanarischen Inseln
Este libro no podrá ser reproducido, ni total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito de la editora.
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Bajo el drago. Leyendas y tradiciones de las islas Canarias
© 2010-2019 Editorial Verena Zech, Santa Úrsula (Tenerife)
Texto: Horst Uden
Traducción: Guillermo Sans Huelín
Diseño de la portada: Karin Tauer
ISBN 978-84-933108-3-7
eISBN 978-84-948381-5-6
A mi distinguido amigo y mentor don Francisco P.
Montes de Oca García, Cronista Oficial de Canarias y
Académico Correspondiente de las Reales de la Historia
y Bellas Artes de San Fernando, en gratitud.
Horst Uden, 1940
Índice
El cantar de los cantares de los antepasados
SAN BORONDÓN, la isla fantasma
«Solo nos queda el Océano,
que baña los benditos campos;
Icemos las velas para contemplar
las magníficas islas…»
(Horacio, Oda XIV. Ad Populum Romanum)
La leyenda primitiva
En la quebrada y bravía cordillera marginal que, cual muralla inaccesible, limita al país ibérico hacia el Norte, vivía la ninfa Pyrene como guardiana del sagrado manantial que cual cinta de plata se precipitaba por los elevados riscos para caer en el pequeño estanque, rodeado de bosque, sobre el que mecían sus altivas cabezas los nenúfares blanco-amarillentos. Tendida en actitud ensoñadora junto a la orilla, se reflejaba su cuerpo níveo en las aguas suavemente onduladas. Mariposas de múltiples colores revoloteaban sobre ella cual si fuese una flor, y una de ellas se posó con las alas extendidas sobre su brazo, semejando un adorno vivo, que brillaba con reflejos azules