Teoría de las distribuciones. René Erlín Castillo

Teoría de las distribuciones - René Erlín Castillo


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taller llevado a cabo en el preuniversitario de educación popular tuvo como mediación artística el cuento “La noche de los feos”, de Mario Benedetti (s. f.).19 Lo desarrollamos en dos momentos: el primero consistió en hacer una descripción de sí mismo y de un compañero, que fuese mucho más allá de lo que el sentido de la vista deja ver (colores, tonos de voz, sexo, estaturas). Mediante este ejercicio de escritura, los estudiantes lograron construir sentidos del compañero que tenían en frente, a partir de la interpretación del rostro, las miradas, los gestos, lo no visible. Allí tuvo lugar la autoobservación, el reconocimiento mutuo y el encuentro consigo mismos en la mirada y en el ser del otro. De este modo, sabemos de nosotros mismos mediante la palabra que el otro nos ofrece, que nos hace salir de sí, para volver con una mirada de extrañamiento.

      En el segundo momento, “De la sensibilidad al pensamiento”, cada uno elaboró una pregunta a partir del texto escrito en el momento anterior. Una persona se preguntaba: “¿Qué es la fealdad? ¿Qué pueden generar las percepciones en nuestra realidad?”. La pregunta abre un camino de indagación a partir del encuentro sensible y estético del estudiante, donde la fealdad, a pesar de ser un tema aparentemente acabado y con un significado dado de antemano, se presenta ante él como algo que necesita entender, más allá de sus definiciones precedentes. Vemos con esto que la relación de deseo que el sujeto entabla con el saber procede de la inquietud que resulta de un extrañamiento o desacomodo, propiciada por un otro que pretende ponerlo en riesgo para que decida qué camino tomar.

      El tercer y último momento, la “Creación”, consistió en que los asistentes construyeran un final alterno al cuento, con base en las conversaciones de la sesión anterior, las preguntas elaboradas por cada uno y el escrito que resultó de la experiencia estética. Las construcciones realizadas ponen de manifiesto que la sensibilidad y la experiencia estética son la puerta de entrada al saber y al deseo por comprender los asuntos esenciales de la humanidad.

      De nada sirve pensar si el miedo no nos permitirá expresar nuestras ideas, y cuando comience a pasar el tiempo, no habrá más que lamentarnos porque no compartimos lo que pensábamos. Puede que muchas veces creamos que el tiempo nos quita lo más preciado, pero en realidad somos nosotros quienes no lo aprovechamos.

      El miedo se convierte en un arma de poder que subyuga y calla. Pocas veces nos cuestionamos lo dicho por otros, porque se nos ha educado para el silencio, haciéndonos creer que lo que tenemos para decir no es válido.

      Después de esta socialización, escuchamos la melodía Explosive,

      La música me hizo sentir una sensación de desespero; esa música emite misterio, energía, aventura y la relaciono con este apartado [fragmento de Ana F.], porque ella, al escribir, me hace sentir que está en la búsqueda o en un afán de compartir lo que siente y lo que le sucede día a día. Además, es algo muy curioso, cómo dos cosas (la música y el texto) que no se hicieron para lo mismo se pueden relacionar y darnos similares sensaciones.

      En este primer momento era trascendental comprender la importancia de la escritura y, principalmente, de la escritura de un diario como posibilidad de contarnos y de irnos encontrando a nosotros mismos por medio del otro y del arte; poder ver, en la escritura, una forma de buscar el orden de ese mundo caótico que nos desborda desde los sentidos.

      En el tercer y último momento, el de la “Creación”, trabajamos en torno a la elaboración de una pregunta y de una puesta en escena de la novela de Turguéniev, entendida como la construcción de un texto escrito en prosa, poesía, una canción, una pieza musical o teatral, entre otros. Un grupo de estudiantes escribió el siguiente poema en prosa:

      Este grupo narró, desde la voz del protagonista de la novela, Vladimir Petrovich, sus interpretaciones sobre lo que a él le acontece y, de paso, lo que ellos como adolescentes pueden sentir ante estos problemas. Estas mediaciones estéticas (literatura, música) posibilitaron, en los jóvenes, una apertura de horizontes y les mostró otras formas de desplegar su creatividad y de manifestar su subjetividad.

      Lo que se podría vivenciar de otra manera

      ¿Qué nos señalan otras voces? ¿Qué sentidos encontramos en su discurso?

      En la búsqueda bibliográfica pretendimos encontrar investigaciones que vincularan la experiencia estética, el deseo de saber y la música y la literatura al ámbito educativo. A pesar de no hallar trabajos investigativos que abarcaran estas temáticas, lo que descubrimos en el estado del arte y el marco referencial nos dio elementos para hacer una elaboración propia a la luz de nuestra pregunta de investigación e instaurar un diálogo entre saberes como la filosofía, el arte, la pedagogía, la didáctica y el psicoanálisis, y la práctica que realizamos en cada contexto educativo.

      Comencemos por el concepto de experiencia estética. Para Ariza y Giraldo (2011), la experiencia estética es posible cuando ocurren tres situaciones: el sujeto se dispone al recibimiento de la obra literaria; avanza en la comprensión, la interpretación y la resignificación, al darle sentido a la obra, y comunica lo que descubrió, bien sea en forma oral o acudiendo a otros medios. No obstante, en la misma línea de Jauss (1992), consideramos que no es suficiente con que el sujeto reciba la obra y la interprete, pues la dimensión formativa del arte está propiamente en el momento en que aquel se siente afectado por la obra, interpreta no tanto la obra, sino lo que le acontece en el encuentro con ella, y hace de ese acontecimiento una pregunta, un objeto de deseo de saber de sí, de la obra y del mundo. Pretender darle un lugar a la experiencia estética desde su dimensión formativa en los contextos educativos es volcar la mirada sobre la importancia de la sensibilidad en las formas en que un sujeto conoce, conceptualiza y piensa el mundo.

      De manera similar, Ponty (2003) asume la sensibilidad como una puerta de entrada al conocimiento, en tanto el sujeto se constituye de impresiones estéticas provenientes del mundo que lo rodea y, al pasar por su cuerpo y sentidos, se instalan


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