Nínive. Henrietta Rose-Innes
con más aparejos de los que había traído.
No obstante, tal vez sólo resolvió que era hora de partir. Katya sospechaba que Len se sentía hastiado de trabajar con ella, ahora que había crecido. Katya ya no estaba tan ansiosa por complacerlo, aunque tampoco se afanaba demasiado en discutir con él. Comenzaba a percatarse de su propio aburrimiento, y de la fatiga que le depararían los años que tenía por delante, trajinando con Len en el asiento del conductor. Len cada día más empapado en whisky, sus viajes cada día más azarosos y accidentados. En determinado momento, le empezó a repeler el tufo a matanza que impregnaba a ambos. Quería limpiarse. Y quería inmovilidad: un sitio al cual pertenecer, y que le perteneciera.
Además de la maleta, Katya heredó un par de redes, trampas y cosas por el estilo, cosas que conservó. Y dos calzoncillos de Len, que no conservó. Frunce la nariz ante el recuerdo acre.
Zintle hizo el mismo gesto cuando rememoró a Len Grubbs, el exterminador, y Katya empatiza con ella. Es la fragancia de la familia, Eau de Grubbs. Se creó a partir de la vida en las carreteras, del trabajo con animales y químicos. No es necesariamente un olor desagradable. ¿A eso huele Katya? (¿Y podría Zintle olfatearla?) Seguro que sí. Aunque, por supuesto, es bien sabido que tal es el atributo que uno suele ignorar acerca de sí mismo.
Alma también lo tiene, a pesar de su popurrí, sus talcos y cremas. En ella, el aroma parece traducirse en una suerte de señal erótica. Desde los once años, más o menos, los chicos la olisqueaban y de inmediato la seguían por todas partes. Sin perder jamás la compostura, Alma usó ese poder para apartarse de su familia y salir al mundo. Paso a paso. Se aferraba a los cuerpos de chicos y de hombres, se sujetaba como una niña a punto de ahogarse, desesperada por ser rescatada, impoluta, de la ciénaga. Y funcionó. Quienquiera que haya sido el muchacho sin rostro con el que concibió a Toby, logró que el retorno de Alma fuera imposible. Después de eso, perdió el entusiasmo por acostarse con uno y con otro: ya no había necesidad. Y ahora que está casada con Kevin, un tipo sólido, Alma puede consagrarse, de tiempo completo, a erradicar los inquietantes olores de su vida anterior.
Se trata de una cuestión demasiado íntima y vergonzosa como para afrontarla, pero Katya sabe que su hermana aún se siente terriblemente cohibida por el efluvio. Cuando era niña, Alma se restregaba y restregaba, toda vez que se hallaban próximos a un baño. En la actualidad, posee tres baños en la pulcra casa que comparte con su marido, sus hijos pequeños –gemelos: un niño y una niña– y Toby. Es un sitio donde cada objeto ha sido escogido con cuidado y ubicado en un punto inapelable. En los baños y dormitorios hay decenas de botellas de perfumes caros, sprays corporales y desodorantes. Sin embargo, según afirman, el cuerpo tiene una signatura molecular que no cambia. Bajo su perfume, Alma todavía despide el vaho familiar.
El olor de Sylvie era diferente. Se trata de uno de los pocos datos irrefutables que Katya posee acerca de su madre: su aroma a almizcle, a talco, ha persistido en su memoria con mayor contundencia que cualquier recuerdo visual. Al revisar las cosas que su padre abandonó aquella vez, cuando ella tenía veinte años, Katya encontró una foto desvaída de un Len increíblemente joven y sonriente, con el pelo hasta los hombros y el brazo alrededor de una voluptuosa mujer castaña. No reconoció ningún rasgo de la mujer –excepto, quizá, sus propios senos pletóricos y un atisbo de los ojos distantes de Alma–, pero aceptó la evidencia de que se trataba de Sylvie, su madre, recién llegada de Inglaterra y recién casada. A continuación sintió el apremio de dar vuelta a la imagen y no observarla nunca más.
Durante sus veintitantos, Katya se asió a escasos elementos materiales. Sus pertenencias eran tan pocas que cabían dentro de las de Len: dentro de su maleta y de una de las vetustas cajas-trampa de madera –desprovista de resortes, inservible–, que ella colmó de ropa y llevó a rastras de domicilio en domicilio. Cada vez que se mudaba, desechaba algún lastre más de su engorroso pasado. Pero atesoró la fotografía. Hoy está escondida en el fondo del casillero destinado a guardar archivos. En ocasiones, transcurrido cierto periodo –unos dos años–, se arma de valor con un trago de whisky y le echa un vistazo furtivo. Con el tiempo, el semblante de la mujer le transmite menos y menos cosas. Por el contrario, el joven Len parece adquirir mayor vitalidad cada año que pasa en la oscuridad del casillero. Jamás le ha mostrado la imagen a Alma. Es su propio fragmento culposo de Sylvie, que preserva sólo para ella.
La maleta se precipita desde lo alto del armario y cae sobre su cabeza, trayendo consigo la pata de una silla, un pececillo de plata y el olor característico de los objetos de Len. De pronto él está aquí, emergiendo del polvo y aproximándose a ella. Su figura es lobreguez que repta guiada por los cuerpos flotantes de sus ojos –ojos que ha cegado la luz del sol. Emana un fuerte olor a hogueras, naftalina, lejía y tabaco. Extrae algo de la oreja de Katya y lo sostiene con firmeza: el truco de un prestidigitador. Sonríe, extiende la palma de su mano y ella ve un objeto dorado, algo espléndido y centelleante y vivo. Una libélula.
–¡Hermosa! –profiere Len.
La finalidad del ardid era que sus hijas rieran o se retrajeran del susto. Katya nunca supo por cuál opción inclinarse. A veces su padre dejaba ir a la criatura, otras no. Y en ocasiones no había absolutamente nada en su puño. Y otras veces sólo era un puño.
Nota
3 En inglés, crack significa tanto “grieta” como “crack” (droga derivada de la cocaína). De ahí la confusión de Toby. [N. de la T.]
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.