La frontera será como un tenue campo de manzanillas. Elder Silva

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       La frontera será como un tenue campo de manzanillas

      Elder Silva

      colección ojo de rueda / 11

      ISBN 978-9915-9313-1-9

       La frontera será como un tenue campo de manzanillas

      © civiles iletrados

      Todos los derechos reservados.

      1ª edición ebook 2021

      4ª edición, Montevideo, Uruguay, Setiembre de 2020

      3ª edición, Eloísa Cartonera, Buenos Aires 2011

      2ª edición, civiles iletrados, 2007

      1ª edición V Premio de Poesía “Luis Feria” en Tenerife, España.

      Colección Vianacinquenta de poesía. Universidad de La Laguna, Tenerife, España, 2003

      civiles iletrados editores

      Castillos 2572

      Montevideo, Uruguay

      CP 11800

      [email protected]

       civilesiletrados.blogspot.com.uy

      Diseño cubierta: D/G José Prieto, www.prieto.com.uy

      Diagramación: D/G José Prieto

      Foto: no © victor cunha

      Caricatura de cubierta: Ramiro Alonso

      Cuidado de edición: Luis Pereira Severo

      Cuidado sobre textos en Portugués: Ignacio Fernández de Palleja

      Conversión a formato digital: Libresque

      La frontera como metáfora de la contemporaneidad: escenario de pérdida y regreso, donde acontece la épica del siglo que llega. Una épica que ya no tiene héroes, o al menos no héroes infalibles. El poeta le otorga estatus poético a mundos eternamente desplazados de lo poético. Una Cater-pillar, un limpiaparabrisas en una carretera del oeste y un grafiti montevideano comparten un mismo escenario. El acto de nombrar restituye identidades y otorga existencia.

      Pueblos olvidados por la mano de Dios, ajetreos fuera de toda geografía, historias de hombres y mujeres invisibles. “La frontera…” es en cierto modo el fin de un largo viaje: el del poeta hacia su origen. “Conheço meu lugar”, escribe.

      “días de fronteiras impalpáveis”

      Ferreira Gullar

      “Los pájaros cruzan de un lado al otro, muchos comen en Uruguay y por la noche las bandadas van al otro lado del río y allí duermen.

      Esas aves no tienen cédula de identidad, no las detienen las aduanas, ni las banderas, ni tienen fronteras”.

      Aníbal Sampayo

      Cabellos al viento

      Hermosa,

      como un campo de nomeolvides,

      has pasado al mediodía para el almacén.

      Anoche me decías que para ser feliz

      hay que cruzar el puente.

      Hay que ir más allá del Arapey Grande,

      a la hora en que se van los pájaros

      sin mirar nunca para atrás,

      porque los huesos de los parientes

      pueden pedirte que regreses.

      Has pasado para el almacén

      con el cabello suelto.

      Levanté los ojos del libro de Macedonio

      y he leído en tus sandalias mi futuro.

      y he caminado contigo

      (a orillas de tu boca)

      por un silencioso campo de nomeolvides.

1 POR CAMINOS VECINALES

      Vuelta al mundo

      Canta un sabiá en Tala,

      en la profundidad del espinillar

      y le responde un azulito en Migues

      en el huerto silencioso, en casa

      del poeta Juan Carlos Macedo.

      Una bandada de zorzales

      voló por la mañana

      y su canto nervioso se escuchó

      por las orillas del Laureles

      y por Parada Herrería,

      sobre unos campos de trigo en Valentín.

      En “El viento nos llevará”

      (“Bad ma ra khahad bardr” en iraní)

      Abbas Kiarostami

      registra el canto de una ratonera,

      ese pajarito saltarín que anida en los chilcales.

      Al lado de Malí, viendo la película,

      comprendí que aquella ratonera

      registrada por la cámara en Siah Darek,

      a 700 quilómetros de Teherán,

      es la misma que atería los mediodías de

      mi infancia.

      Es que el canto de los pájaros

      da la vuelta al mundo, al sol, al sistema planetario, como algunas veces

      - pocas, muy pocas -

      también le sucede a la poesía.

      Tropero

      Huyen patos:

      cruzan el cielo de diciembre

      como sin destino.

      En el ángulo inferior de la foto

      un muchacho arreando unos terneros

      por campos de Laureles.

      Va a cruzar una cañada con barro.

      Con el agua hasta las rodillas

      su montura duda.

      El tropero parece no decidirse y espera.

      Los jejenes esperan suspendidos sobre el agua.

      El aire surge turbio en la copia en blanco y negro.

      Desde la frontera llega un viento áspero

      como una milonga de ojos dorados.

      Otra tarde en Bella Unión

      Mientras alguien habla en la radio

      y trata de convencerme que es mejor

      ahorrar en dólares y abrir cuentas a plazo fijo,

      insisto en recordar otra cosa:

      una tarde en un boliche de Bella Unión,

      en que había un gorrión revolviendo

      en el polvo rojo de la calle, frente a la puerta

      mientras pasaba un hombre muy viejo

      en una bicicleta amarillenta.

      Como en una película del neorrealismo,


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