Encuarentenadas. Savka Pollak
mi respiración por unos momentos. Estallé en un gran gemido, mojándome, mientras un gran placer me inundaba. Mi entrepierna temblaba junto con mis brazos, mi espalda y mi cuerpo, que se rendía, aunque seguía moviéndose y disfrutando. Me di vuelta y lo miré, dentro de lo que pude abrir los ojos. Cansado, me miró y dijo:
−¿Acabaste rico?
−Muy. −Fue todo lo que respondí.
−Todavía tengo para rato −dijo él−. Me fui a tocar al baño.
−¿Qué?
−Sí, es que quedé muy caliente con el agarrón de afuera y me corrí una paja. No podía más.
−¿Me estás webiando? ¿Es en serio? −Sí. Su mirada lo confirmaba− ¿Y llegaste como a punto o te demoraste un poco?
−O sea, igual un rato, ¡pero ni tanto! Ahora podría estar toda la noche haciéndolo si quisiera.
−¿En serio? −pregunté con cara de picarona. Aunque cansada, seguía insaciable.
−Mañana es mi cumpleaños, ¿sabía? −dijo el Huaso.
Otra vez la jerarquía… ¡Chuta, qué me calienta! Saber que se había pajeado en el baño pensando en mí, ¡me tenía loca!
−¿Se han tragado tu semen alguna vez, Huaso rico?
−Nunca, Daniela.
−Bueno, ese será tu regalo de cumpleaños.
Y retome mi “trabajo”, pasando la lengua por cada ranura y metiendo la punta completa en mi boca. Después lo metí entero, o lo que cabía. Saqué la lengua y lo lamí como helado, mientras lo miraba a los ojos. Luego, él se puso sobre mí y empezó a pajearse y cuando se iba a ir, ¡se acercó a mi boca y me tragué su semen!
Lo miré a los ojos y dije:
−¡Hey, Huaso bruto! ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! −Y me limpié el borde de la boca, mientras él me sonreía.
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