La espiritualidad del sacerdote diocesano. Jesús Martín Gómez
Jesús Martín Gómez (14. 05. 1947). Nació en Campillo de la Jara, viviendo desde los 12 años en Talavera de la Reina. Estudió en el seminario de esta ciudad y en el de Toledo. Es diplomado en geografía e historia por la universidad civil. Obtuvo la licenciatura en derecho canónico por la universidad pontificia de Salamanca y el doctorado por la universidad lateranense de Roma. Actualmente es párroco de la parroquia de san Julián de Toledo, canónigo responsable de la acción pastoral de la catedral primada, juez diocesano, censor de la diócesis y arcipreste de la ciudad de Toledo. Ha ejercido el ministerio en las parroquias de Tembleque, Villacañas, Burguillos y Cobisa. También ha desempeñado los cargos de notario de la vicaría judicial, delegado de apostolado seglar y vicario episcopal de la zona de Toledo, párroco consultor y miembro del consejo presbiteral y del colegio de consultores, profesor del Instituto Teológico San Ildefonso y del colegio Ntra Sra de los Infantes.;
LA espiritualidad del sacerdote diocesano
© Del texto, el autor.
© De la edición, Ediciones Trébedes, 2020. Centro Comercial Buenavista, local 45, 45005 - Toledo.
Foto de la portada: Ordenación de don Jesús Martín Gómez por el cardenal Vicente Enrique y Tarancón.
Nihil obstat. Censor: Félix del Valle Carrasquilla.
Imprimatur. X Francisco Cerro Chaves, Arzobispo de Toledo, Primado de España. Toledo, 15 de abril de 2021.
www.edicionestrebedes.com
ISBN: 978-84-122679-7-6
ISBN del libro impreso: 978-84-122679-6-9
Edita: Ediciones Trébedes
Este escrito ha sido registrado como Propiedad Intelectual de su autor, que autoriza la libre reproducción total o parcial de los textos, según la ley, siempre que se cite la fuente y se respete el contexto en que han sido publicados.
Jesús Martín Gómez
la espiritualidad del sacerdote diocesano
Ediciones Trébedes
PRÓLOGO: Espiritualidad del Sacerdote Diocesano
Tenemos en nuestras manos un libro sobre la espiritualidad del sacerdocio donde se trata de exponer las grandes claves de la vida sacerdotal, teológica, espiritual y pastoral. La pretensión es de ayudar a todos los sacerdotes a que vivamos con gozo y alegría nuestra profunda identidad sacerdotal, que tiene al Corazón del Buen Pastor como nuestra referencia cristiana y que esta es la ruta de nuestra vida sacerdotal «tened los sentimientos del Corazón de Cristo», Buen Pastor que entrega su vida por las ovejas y las conoce, como ellas conocen la llamada del Buen Pastor.
Tres son las rutas que se recorren y que se pueden resumir en lo que el Magisterio de la Iglesia, con los Papas, siempre ha recordado, la vida del sacerdote no puede ser la de un «asalariado» como nos recuerda el Evangelio de Juan, capítulo X, que no es pastor que abandona porque «no le importan las ovejas». Ni hacer de nuestra vida sacerdotal un funcionariado, un cumplir con las exigencias requeridas, sin una profunda vivencia de Amor al Señor y engrosar «la unidad de quemados intensivos».
La senda para la identificación con el Corazón del Buen Pastor nos tiene que llevar a vivir de veras nuestra vocación sacerdotal, que como decía el Santo Cura de Ars «el sacerdocio es el Amor del Corazón de Jesús». También San Juan de Ávila dice a los sacerdotes que deben vivir con dignidad y verdaderamente «creyéndose» lo que es su ser y su misión, que nunca se puede vivir si se pierde de vista nuestra vida de Amor de Dios.
1.- El sacerdote debe vivir una profunda espiritualidad de interiorizar su ministerio sacerdotal, para «dar la vida» al servicio de todos.
Como nos dice el Papa Francisco «La espiritualidad del sacerdote debe fundamentarse en “estar bien arraigados en Cristo” (Col 2,7). Que en todo momento Cristo sea el centro de su vida, que él le ayude vivir su identidad sacerdotal teniéndole como modelo y referencia en su estilo de vida en su ministerio sacerdotal».
Sin esta profunda relación con Cristo, sin ese amor al Señor, que nos lanza a dar la vida, para que el mundo no muera de frio sin Cristo, no estamos en el camino de la vida verdadera, nos perdemos en su servicio.
2.- Su profundo amor a la Iglesia, al Papa, a la comunión con su Obispo.
El Papa Francisco en su carta a los sacerdotes en el 160º aniversario de la muerte del Cura de Ars nos dice «gracias por buscar fortalecer los vínculos de fraternidad y amistad en el presbiterio y con vuestro obispo, sosteniéndose mutuamente, cuidando al que está enfermo, buscando al que se aísla, animando y aprendiendo la sabiduría del anciano, compartiendo los bienes, sabiendo reír y llorar juntos, ¡cuán necesarios son estos espacios! E inclusive siendo constantes y perseverantes cuando tuvieron que asumir alguna misión áspera o impulsar a algún hermano a asumir sus responsabilidades; porque “eterna es su misericordia”».
No podemos ser sacerdotes por libre, sin una profunda relación con la comunidad eclesial. Vivir la fidelidad sacerdotal en la comunidad, con el amor compasivo a los alejados y a los que viven en todas las periferias.
3.- El sacerdote es el que vive dedicado para la evangelización, para una pastoral que se apasiona por la gente y por todas las necesidades que gritan o buscan el Amor de Dios, de su gracia.
El Papa Francisco nos dice «Para anunciar a Jesús, Pablo se ha hecho “esclavo de todos”. Evangelizar es dar testimonio en primera persona del amor de Dios, es superar nuestros egoísmos, es servir inclinándose a lavar los pies de nuestros hermanos como hizo Jesús» (28 de julio de 2013, JMJ).
Por todo ello, «doy gracias sin cesar por ustedes» (Ef 1,16) por vuestra entrega y misión, con la confianza siempre puesta en el Corazón de Cristo. «Dios quita las piedras más duras, contra las que se estrellan las esperanzas y las expectativas: la muerte, el pecado, el miedo, la mundanidad. La historia humana no termina ante una piedra sepulcral, porque hoy descubre la “piedra viva” (cf. 1 P 2,4): Jesús resucitado. Nosotros, como Iglesia, estamos fundados en Él, e incluso cuando nos desanimamos, cuando sentimos la tentación de juzgarlo todo en base a nuestros fracasos, Él viene para hacerlo todo nuevo».
El sacerdote Jesús Martín, desde su profunda experiencia sacerdotal, que ha desarrollado en tantos cargos de su vida pastoral, le hacen un experto, que ayudará a todos los que se acercan a vivir el sacerdocio como nos presenta la Iglesia.
Que la Madre Sacerdotal bendiga a todos los sacerdotes del mundo.
Con mi bendición.
Francisco Cerro Chaves
Arzobispo de Toledo, Primado de España
1. ¿QUÉ BUSCÁBAMOS? (A modo de introducción)
Creo que no exagero si afirmo que durante estos cincuenta años, a raíz de haber recibido la ordenación sacerdotal, mis condiscípulos y yo hemos buscado caminos auténticos que dieran sentido a nuestro sacerdocio. Estábamos convencidos de que lo que habíamos recibido era un inmenso regalo de Dios, inmerecido por nuestra parte. Nos daba miedo pensar que pudiésemos convertirnos en funcionarios «de lo sagrado». Eran tiempos difíciles. Todo estaba salpicado por la crisis. Y para muchos no existían verdades firmes ni absolutas. Todo se relativizaba a la hora de enfocar los acontecimientos y se daba un fuerte subjetivismo al juzgan los hechos. Esto que ocurría en los ámbitos civiles se trasladó después con mucha rapidez a la Iglesia.
Por una parte deseábamos tener una inquebrantable fidelidad a Dios, que nos había llamado y elegido para actuar en la persona de Cristo cabeza y pastor, y por otra, una lealtad sin condiciones, igualmente plena a los fieles que se nos iban a encomendar y a quienes teníamos la misión de anunciar la Buena Noticia. A su vez deberíamos proporcionarles, con esmero y llenos de honestidad, los signos sacramentales y la acción caritativa que se desprende de la triple