Las nuevas derechas. Omar Alejandro Bravo

Las nuevas derechas - Omar Alejandro Bravo


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(Jacoby, 1991). A pesar de la ubicuidad del concepto de ideología en la ciencia política, la idea de un electorado que orienta la totalidad de sus decisiones electorales y políticas (en un sentido más general) por consideraciones abstractas y conjuntos de ideas interconectadas y en si consistentes ha sido desvirtuada por muchos estudios en el campo de la opinión pública. La evidencia sugiere que la mayoría de los individuos no expresa ideas consistentemente de “izquierda” o “derecha” o que opiniones sobre temas políticos estén interconectados (Converse, 1964; Lewis-Beck et al., 2008). Es común encontrar, por ejemplo, una alta asociación entre la necesidad psicológica por seguridad y certidumbre con el conservatismo social, pero no con posiciones favorables al libre mercado (Federico y Malka, 2018).

      Sin embargo, en algunos casos se han encontrado relaciones entre la auto-identificación ideológica (en el continuo izquierda-derecha), la decisión del voto y a posiciones sobre algunas políticas públicas (Jacoby, 1991; Zechmeister y Corral, 2012). En los Estados Unidos, por ejemplo, se encuentra que entre electores muy educados y con altos niveles de conocimiento político se puede detectar posicionamientos consistentemente ideológicos frente a políticas públicas (Layman y Carsey, 2002; Zaller, 1992) y estos exhiben una mayor estructura ideológica en el desarrollo de sus opiniones políticas (Jacoby, 1991; Lewis-Beck et al., 2008). En este sentido, no es sorprendente que personas con alto grado de información y interés en la política exhiban fuertes correlaciones entre su auto-posicionamiento ideológico y posiciones frente a temas económicos, políticos y sociales (Zaller, 1992) Las élites políticas, militantes de partidos o movimientos sociales o personas con fuertes afinidades a partidos políticos tienden a pensar en términos más ideológicos. Adicionalmente, son estas élites las que conectan temas aparentemente dispares (por ejemplo, posiciones frente a los impuestos y el aborto), dándole así un sentido a etiquetas ideológicas y extendiendo así las líneas de disputa política o conflict extension (Layman y Carsey, 2002).

      El contexto en el cual transcurre la política también importa. Nie et al. (1979) encuentran que la exposición a contenidos políticos, en particular a opciones de política pública contrastantes, posibilitan mayores niveles de estructuración ideológica de las opiniones y el comportamiento político. Se debe observar un mayor “ordenamiento” ideológico en el electorado en ambientes polarizados donde las élites políticas ofrecen señales (“cues”) claras a los ciudadanos sobre su alineamiento político. Son estas élites las que definen qué significa ser de “izquierda” o de “derecha”. Además de la polarización, otras características de la competencia política tienden a afectar el grado en el cual el auto-posicionamiento ideológico es un buen predictor sobre posiciones políticas o la decisión del voto. Zechmeister y Corral (2012), por ejemplo, encuentran que la institucionalización de los sistemas de partidos –es decir el nivel de volatilidad entre las opciones partidarias en contienda– y la fragmentación de estos sistemas –donde existen muchos partidos que efectivamente disputan el poder público mediante elecciones– afectan la utilidad de las etiquetas ideológicas para explicar opiniones y comportamientos políticos, como el voto.

      Recientemente, ha habido un creciente número de análisis sobre la ideología y el posicionamiento ideológico de las élites latinoamericanas (por ejemplo, Power and Zucco 2009) y en la opinión pública. El estudio de la ideología en la opinión pública latinoamericana ha sido en gran parte posible por la realización frecuente de encuestas de opinión pública apropiadas para el análisis académico, como los proyectos LAPOP (Latin American Public Opinion Project) y Latinobarometro. Los resultados derivados del análisis de estas encuestas muestran que, en muchos casos, se pueden identificar grupos ideológicos en la opinión pública que se distinguen por opiniones sobre el rol del estado en la economía y como garante de una mayor igualdad social. De la misma manera que ocurre en democracias del norte global, la derecha política tiende a estar asociada con el apoyo a un estado menos intervencionista en la economía y a la izquierda con un mayor apoyo a la acción estatal en la economía y para la reducción de la desigualdad (Wiesehomeier y Doyle, 2012; Zechmeister y Corral, 2012). Esta relación se puede observar en una mayoría de los 18 países latinoamericanos. Sin embargo, existen casos significativos –como Brasil, Colombia y Ecuador– donde no hay una relación fuerte entre opiniones sobre el rol del Estado en la economía y el auto-posicionamiento ideológico en la opinión pública (Zechmeister, 2015).

      Adicionalmente, estudios sobre la opinión pública latinoamericana han reafirmado la importancia de factores individuales y contextuales para entender los efectos que pueda tener la ideología en el comportamiento y las opiniones políticas. Como es el caso en otras regiones globales, el nivel de educación y sofisticación política impacta la habilidad de utilizar la ideología como una heurística para definir opiniones acerca de temas de relevancia política: las personas con mayor nivel educativo y mayor conocimiento político tienden utilizar rótulos ideológicos para entender y actuar en el mundo político (Zechmeister and Corral 2012).

      El contexto político en el cual se desenvuelven también afecta la efectividad de las posiciones ideológicas para formar opiniones. Mientras que la polarización política tiende a fortalecer la relación entre el auto-posicionamiento ideológico y posiciones frente a temas políticamente relevantes y de política pública, la desinstitucionalización y fragmentación de los sistemas de partidos afectan negativamente esta relación (Zechmeister y Corral, 2012). La asociación entre el auto-posicionamiento ideológico y la forma como las personas votan es más fuerte con altos niveles de polarización y cuando la competencia política es altamente programática y mucho menor cuando el clientelismo es el modo predominante de relación entre ciudadanos y políticos (Zechmeister, 2015). En el contexto latinoamericano esto tiene sentido: la intermediación clientelista se basa en el intercambio de un bien privado por apoyo político. Si este es el modo de relación entre ciudadanos y políticos, el auto-posicionamiento ideológico no tiene cabida. Por el contrario, en contextos de polarización, las diferencias de posición más marcadas presentadas por las élites políticas hacen que los rótulos ideológicos sean más claros y útiles para el electorado.

      Esto último ocurre aún más cuando las mismas élites hacen mayor uso de elementos retóricos que hacen referencia a las categorías izquierda y derecha en su discurso. Zechmeister (2006), por ejemplo, muestra cómo los significados atribuidos por las élites políticas a las categorías izquierda y derecha tienen un impacto sobre el contenido específico asociado a ellas en México y Argentina. En este sentido, el significado particular dado al continuo izquierda-derecha por la opinión pública variará dependiendo de las particularidades de cada país (ver también Wiesehomeier y Doyle, 2012).

      De los gobiernos de izquierda al regreso de la derecha en América Latina

      Después de la década perdida de los años ochenta y las sucesivas políticas de ajuste –aperturas comerciales, privatizaciones, desregulación, entre otras– hubo un giro hacia la izquierda a finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. Rápidamente, fueron elegidos gobiernos de izquierda en buena parte de los países latinoamericanos. Aunque en cada país hubo factores específicos que llevaron a la elección de presidentes y presidentas de izquierda, generalmente se apunta a las crisis económicas de finales de los noventa e inicios del siglo XX (Levitsky y Roberts, 2011) y el asociado desgaste del “modelo neoliberal” como la causa de este fenómeno. Las promesas de una prosperidad generalizada como resultado de las reformas de los noventa evidentemente no se cumplieron para una parte importante de la población y generaron una gran frustración en ésta (Weyland, 2010).

      Frente a la denominada “ola roja” es importante realizar dos apuntes importantes que también nos ayudan a entender el creciente éxito electoral reciente de la derecha. Por un lado, existía una gran diversidad en los gobiernos de izquierda en la región, tanto en el tipo de políticas públicas (económicas, sociales) que buscaban implementar, como en las estrategias políticas para lograrlas. Definir que es “ser de izquierda” es un debate extenso al cual no puede dedicar mucho espacio, pero siguiendo a Roberts y Levitsky (2011: 5) se puede plantear una definición operacional donde nos referimos a actores de izquierda como “actores políticos que buscan, como un objetivo programático central, reducir la desigualdad económica y social”. Esto


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