Filosofía en curso. Gonzalo Valdés

Filosofía en curso - Gonzalo Valdés


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      Este comentario, con afán polémico, contradice la tesis de Popkin y sostiene que, exactamente al revés, Spinoza es un creyente religioso y un escéptico epistemológico, de manera que sus títulos para incorporarse en la nobleza escéptica hay que buscarlos por el lado de su racionalismo y no de su teología.

      Titulamos el comentario

      “Defensa del difunto Baruch de Spinoza frente a la acusación de dogmatismo epistemológico e hiperracionalismo formulada por el profesor Popkin, donde se expresan mas afectos que ideas adecuadas, seguida de una explicación de porqué Baruch es un creyente en un dios que no es dios, y concluida con un breve comentario sobre lo políticamente incorrecto que resulta Spinoza para el modernismo”.

      ¿Cuál es este “propósito actual” de Popkin?

      No lo dice expresamente, pero del contexto podemos desprender su propósito es desvirtuar la pretensión de Spinoza de constituir, en palabras de Popkin, “un baluarte contra todo desafío escéptico”. En términos más amplios, diríamos que Popkin , en busca del escepticismo perdido que es el tema de su libro, lo encuentra y lo celebra en el Spinoza que critica la religión popular y los sistemas teológicos del judaísmo y el cristianismo, pero no lo encuentra, y lo echa de menos, en el Spinoza defensor de las ideas adecuadas.

      Filosóficamente, además, no hay duda que Spinoza está consciente de la fragilidad de la razón: defiende el monismo, no el dualismo alma y cuerpo, como Descartes, y constantemente advierte que no sabemos lo que puede el cuerpo (los estudios más recientes confirman que el cuerpo si puede, y mucho, influir en la mente). Su teoría política también tiene en cuenta esta fragilidad, ya que consciente de lo difícil que es encontrar hombres con ideas adecuadas, y como estos, cuando las tienen, hacen lo contrario, postula como condición esencial del buen gobierno el respeto de la libertad de opinión.

      Pasemos ahora a la parte religiosa.

      Pero al mismo tiempo de ser un incrédulo de la religión revelada, es un creyente en su dios, un dios que no tiene nada que ver con lo que siempre se ha entendido por dios, muy lejos de sus representaciones antropocéntricas y finalistas, ya sean monoteístas o panteístas.

      Para este comentario, la característica más importante del dios de Spinoza es su falta de finalidad. Que ni dios ni la naturaleza tengan un fin y de que el hombre sea parte de ella es una idea bastante insoportable, incluso hasta el día de hoy.


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