Sociedad en Jaque, sentido común al rescate. Enrique Salas

Sociedad en Jaque, sentido común al rescate - Enrique Salas


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más, proponemos una pregunta: ¿acaso creen que los líderes de nivel superior sobrevaloran de manera más significativa sus habilidades? Sí, la respuesta es afirmativa en comparación con las percepciones de los demás. De hecho, este patrón se suele repetir en competencias como la autoconsciencia emocional, la autoevaluación precisa, la empatía, la confianza y el desempeño de liderazgo.

      Hay dos explicaciones principales para este fenómeno:

      En primer lugar, en virtud de su posición, los líderes de alto nivel simplemente tienen menos personas por encima de ellos que puedan proporcionar una retroalimentación sincera.

      En segundo lugar, mientras más poder tenga un líder, la gente se sentirá menos cómoda para darles retroalimentación constructiva, por temor a que esto perjudique sus carreras.

      Entonces, ¿sentimos que necesitamos la aprobación de los demás? Sentirnos parte de una familia, de un grupo de amigos o compañeros de trabajo, requiere no modificar nuestra forma de comportarnos, de pensar y sentir, para sentirnos integrados. Muy distinto, supone el darnos cuenta de las limitaciones en las habilidades y escuchar a los demás, a su punto de vista, por cierto, siempre interesante y útil para tener otro punto de referencia.

      Si lo hacemos desde nuestra limitación, lo estamos haciendo por la percepción que tenemos de nosotros mismos, sesgados por la memoria, por nuestro enfoque. Aceptemos que las personas pueden pensar de forma distinta y aprendamos a que la información repetitiva y negativa y la opinión de los demás, no nos afecte a la autoestima.

      Todos somos únicos e irrepetibles, solo necesitamos hacernos conscientes de ello.

      Mientras más vulnerables seamos, más inocentes y menos ignorantes, más confianza sincera transmitimos, especialmente al hablar con honestidad y humildad. ¿Cómo se hace? Comencemos por compartir los errores positivos, lo que hemos sentido y con aprendizajes que están por llegar.

      La introspección no siempre mejora la autoconsciencia

      También está ampliamente asumido que la introspección -examinando las causas de nuestros propios pensamientos, sentimientos y conductas- mejora la autoconciencia. Después de todo, qué mejor manera de conocernos a nosotros mismos que reflexionando sobre ¿por qué somos como somos? ¿De qué forma hacemos lo que hacemos bien?

      Recordemos que cualquier proceso, es casi siempre mejor hacerlo con ayuda, bien de un asesor, bien de un coach, mentor o terapeuta. Para ir más rápido, solo; para llegar más lejos, acompañado.

      Sin embargo, uno de los hallazgos más sorprendentes en diferentes lecturas, es que las personas introspectivas son menos conscientes de sí mismas y reportan una peor satisfacción y bienestar. El problema con la introspección no es que sea categóricamente ineficaz, es que la mayoría de la gente está haciéndolo de forma incorrecta.

      La mente humana raramente opera de manera racional, y nuestros juicios rara vez están libres de prejuicios. Tendemos a basarnos en cualquier información que encontramos sin cuestionar su validez o valor, ignoramos las pruebas contradictorias y forzamos nuestros pensamientos a ajustarse a nuestras explicaciones iniciales.

      Y ahí es donde entran las personas introspectivas, por ser más propensas a quedarse atrapadas en laberintos mentales y patrones rumiantes. Por ejemplo, cuando damos un feedback o nos centramos en una evaluación, solemos centrar la conversación en el lado negativo, en sus miedos, defectos o inseguridades, en lugar de una evaluación racional de sus fortalezas y debilidades o mapa de éxito.

      En un estudio4, los psicólogos J. Regory Hixon y William Swann dieron retroalimentación negativa a unos estudiantes universitarios sobre una prueba de sociabilidad, simpatía e interés. A algunos se les dio tiempo para pensar en qué tipo de personas eran. Cuando los investigadores les pidieron que evaluaran la precisión de la retroalimentación, los estudiantes qué gastaron su energía racionalizando y negando lo que habían aprendido, y los estudiantes porqué estaban más abiertos a esta nueva información y en cómo podrían aprender de ella. La conclusión fue que pensar porqué uno es como es, puede que no sea mejor que no pensar en uno mismo en absoluto.

      Todo esto nos lleva a la conclusión: los líderes que se enfocan en la construcción de la autoconsciencia interna y externa, que buscan retroalimentación honesta, y que preguntan qué en vez de porqué, pueden aprender a verse a sí mismos más claramente, y cosechar las muchas recompensas que un mayor conocimiento de sí mismos les proporciona.

      No importa cuánto progresemos, siempre hay más que aprender. Esa es una de las cosas que hacen que el viaje hacia la autoconciencia sea tan emocionante.

      Reconocer errores o no saber

      Nos cuesta reconocer los errores. Existe un grado muy alto de comparación entre el éxito y el fracaso, no existe un término medio. Las televisiones y las redes sociales son grandes impulsores, juntos con los políticos.

      Sigamos trabajando en el autoconocimiento para reconocer los errores. Dediquemos tiempo a la búsqueda interior, al manejo de los detalles que pasan en el día a día. Aspiremos a ser capaces de tomar nuestras propias decisiones, cada día un poquito mejor, de forma tolerante, a hacer el bien, lo correcto y no por obediencia al sistema.

      Las claves pasan primero por darse cuenta de cuáles son las respuestas automáticas, por dónde se escapa uno lingüísticamente, y en qué contextos. Nos falta cambiar la mirada acerca de los errores, porque en todo error hay un éxito y en todo fracaso hay un error.

      Hay que ponerse a trabajar en un nuevo sentido común, porque sigue habiendo diferencias en la coherencia, como se afirmó anteriormente en esta obra, entre lo que se critica y lo que se hace. Volver a lo de antes es siempre un riesgo que tenemos que asumir, sabiendo que es imposible, porque ahora, cada uno de nosotros ya somos otro.

      Los actos son los que cuentan, los números cantan y quejarse sirve de poco, si sólo mantenemos una postura crítica por mucho que lo defendamos intelectualmente. Por eso darse cuenta es tan revolucionario. Parar, mirar y experimentar, es lo que nos hace crecer y ser diferentes.

      Dafo emocional

      ¿En qué medida nos conectamos uno con el otro en base a la comparación? Analizar y comprobar qué emociones, nuestras y de quienes nos rodean, puede constituir el DAFO emocional, con sus debilidades, fortalezas, oportunidades y amenazas. Cualquiera de nosotros puede evaluar con razonable fiabilidad un listado preciso de las emociones que nos están afectando últimamente.

      Las emociones contribuyen a nuestra capacidad de influenciar en la toma de decisiones, como podemos ver en la siguiente tabla.Imagen

      Por ejemplo, sentir ansiedad constituye una debilidad (que no vulnerabilidad), porque reduce la percepción que tenemos acerca de nuestra competencia para llevar a cabo una tarea. Necesitamos mucha más transparencia en el manejo del éxito y los errores. Otro ejemplo: el aprecio de nuestros compañeros puede constituir una oportunidad positiva, mientras que el desprecio de cualquiera de ellos supondría una amenaza.

      Convertir fallos en aciertos

      Fallos y aciertos conviven con la autoexigencia y la plenitud sin darnos cuenta, todos los días, hasta configurarnos de lo que estamos hechos. Seres distintos y creativos. Entonces, si nos equivocamos ¿Cómo convertir un fallo en un acierto?

      Probablemente nos seguimos martirizando con fallos tontos, que siempre nos remarcaron desde pequeño, bien los profesores, la familia u otros. Aceptar el error del pasado, es aceptar las limitaciones propias y ajenas, siempre que sean con humor y afecto. Dicho queda, tocar fondo es el mejor síntoma para un nuevo desarrollo.

      Algunos, desde sus filtros y prejuicios, creerán que están acertando todo el día con su familia y/o compañeros de trabajo. Otros en cambio, hacen grandes esfuerzos en cómo no fallar ante los demás, no vaya a ser que se les caiga el mito cuando se están fallando a sí mismos. ¿Qué detestamos y no queremos ver en nosotros?

      La forma de convertir el fallo en un acierto, está en


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